viernes, 24 de junio de 2011

SECCIÓN XV. “LAS GRACIAS FAMILIARES” EL HOGAR CRISTIANO. (EGW).


69. La Cortesía y la Bondad
Destierra la mitad de los males.-
El principio inculcado por la orden de ser "sinceramente afectos los unos hacia los otros," viene a ser el fundamento mismo de la felicidad doméstica. En toda familia debiera reinar la cortesía cristiana. No cuesta mucho, pero tiene poder para suavizar naturalezas que sin ella se endurecerían y se llenarían de asperezas. Una actitud que cultive una cortesía uniforme y la disposición a obrar con los demás como quisiéramos que ellos obrasen con nosotros, desterraría la mitad de los males de la vida.*

Comienza en la casa.-
Si queremos que nuestros hijos practiquen la bondad, la cortesía y el amor, nosotros mismos debemos darles el ejemplo.* Aun en las cosas pequeñas, los padres deben manifestarse mutuamente cortesía. Una bondad universal debiera ser la ley de la casa. Nadie debiera expresarse con rudeza ni con palabras de amargura.3
Todos pueden poseer rostro animado, voz suave, modales corteses, y éstos son elementos de poder. Los niños son atraídos por una conducta animosa. Mostradles bondad y cortesía y ellos manifestarán el mismo espíritu hacia vosotros y entre sí.* Vuestra cortesía y dominio propio ejercerán mayor influencia en el carácter de vuestros hijos que las palabras solas.*

Hace del hogar un paraíso.-
Al hablar bondadosamente a sus hijos y al elogiarlos cuando tratan de obrar bien, los padres 382
pueden alentar sus esfuerzos, hacerlos muy felices y rodear a la familia de un círculo encantado que rechazará toda sombra e introducirá la alegre luz del sol. La bondad y la tolerancia mutuas harán del hogar un paraíso y atraerán a los ángeles santos al círculo familiar; pero ellos huirán de una casa donde se oyen palabras desagradables, irritación y contiendas. La falta de bondad, las quejas y la ira destierran a Jesús de la morada.*

La cortesía de la vida diaria y el afecto que debiera existir entre los miembros de una familia no dependen de las circunstancias externas.* Las voces agradables, los modales amables y el afecto sincero que se expresan en todas las acciones, juntamente con la laboriosidad, el aseo y la economía, truecan hasta un tugurio en el más feliz de los hogares. El Creador considera con aprobación un hogar tal.*

Son muchos los que debieran vivir menos para el mundo exterior y más para los miembros de su propio círculo familiar. Debiera haber menos despliegue de cortesía superficial y de afecto hacia los extraños y las visitas, y mayor manifestación de aquella cortesía que brota del amor genuino y de la simpatía hacia los seres queridos de nuestro propio hogar.*

Definición de la cortesía verdadera.-
Es muy necesario que se cultive el verdadero refinamiento en el hogar. Con él se da un poderoso testimonio en favor de la verdad. Sea quien sea que la manifieste, la grosería en las palabras y en la conducta indica un corazón viciado. La verdad de origen celestial no degrada nunca a quien la recibe, ni le hace grosero o tosco. La influencia de la verdad suaviza y refina. Cuando los jóvenes la reciben los vuelve respetuosos y corteses. La cortesía cristiana se recibe tan sólo bajo la actuación del Espíritu Santo. No consiste en afectación o pulimento artificial, ni en inclinarse con reverencia y sonrisas artificiales. Esta es la clase de cortesía que poseen los del mundo, pero 383 carecen de la verdadera cortesía cristiana. La urbanidad y el refinamiento verdaderos se obtienen tan sólo de un conocimiento práctico del Evangelio de Cristo. La verdadera urbanidad y cortesía consiste en manifestar bondad hacia todos, humildes o encumbrados, ricos o pobres.*

La esencia de la verdadera cortesía es la consideración hacia los demás. La educación esencial y duradera es aquella que amplía las simpatías y estimula la bondad universal. La así llamada cultura que no hace a un joven deferente para con sus padres, apreciativo de sus cualidades, tolerante con sus defectos, y solícito con sus necesidades; que no lo hace considerado y afectuoso, generoso y útil para con el joven, el anciano y el desgraciado, y cortés con todos, es un fracaso.*

La cortesía cristiana es el broche de oro que une a los miembros de la familia con vínculos de amor y los estrecha más y más con cada día que pasa .*

La regla de oro sea la ley de la familia.-
Las reglas más valiosas para el trato social y familiar se encuentran en la Biblia. Ella contiene no sólo la norma de moralidad mejor y más pura, sino también el código de urbanidad más valioso. El sermón que en el monte pronunció nuestro Salvador contiene instrucciones inestimables para ancianos y jóvenes. Debiera leérselo a menudo en el círculo familiar y debieran ponerse en práctica sus preciosas enseñanzas en la vida diaria. La regla de oro: "Todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos," juntamente con la recomendación apostólica de vivir "prefiriendo cada cual al otro," deben constituir la ley de la familia. Quienes cultiven el espíritu de Cristo manifestarán cortesía en la casa y un espíritu de benevolencia aun en las cosas pequeñas. Constantemente procurarán hacer felices a cuantos los rodeen, olvidándose de sí mismos mientras hacen a los demás objeto de sus bondadosas atenciones. Tal es el fruto que crece en el árbol cristiano.* 384

La regla de oro es el principio de la cortesía verdadera cuya ilustración más exacta se ve en la vida y el carácter de Jesús. ¡Oh, qué rayos de amabilidad y belleza se desprendían de la vida diaria de nuestro Salvador! ¡Qué dulzura emanaba de su misma presencia! El mismo espíritu se revelará en sus hijos. Aquellos con quienes more Cristo serán rodeados de una atmósfera divina. Sus blancas vestiduras de pureza difundirán la fragancia del jardín del Señor. Sus rostros reflejarán la luz de su semblante, que iluminará la senda para los pies cansados e inseguros.*

El mejor tratado de etiqueta.-
El más valioso tratado de etiqueta que jamás se haya escrito es la preciosa instrucción dada por el Salvador, con la expresión del Espíritu Santo, por medio del apóstol Pablo, palabras que deberían ser grabadas indeleblemente en la memoria de todo ser humano, joven o viejo:
"Como os he amado, que también os améis los unos a los otros."
"El amor es sufrido y benigno;
El amor no tiene envidia;
El amor no es jactancioso,
No se ensoberbece,
No se porta indecorosamente,
No busca lo suyo propio,
No se irrita,
No hace caso de un agravio;
No se regocija en la injusticia,
Mas se regocija con la verdad:
Todo lo sufre,
Todo lo cree,
Todo lo espera,
Todo lo soporta.
El amor nunca se acaba.*
385

La Biblia ordena la cortesía y presenta muchas ilustraciones de espíritu abnegado, gracia gentil y genio simpático, que caracterizan la verdadera cortesía. Estos son sólo reflejos del carácter de Cristo. De él proceden toda la ternura y cortesía verdaderas del mundo, aun la de aquellos que no reconocen su nombre. Y él desea que estas características se reflejen perfectamente en sus hijos. Su propósito es que en nosotros contemplen los hombres su belleza.*

El cristianismo hará de todo hombre un cumplido caballero. Cristo fue cortés aun con sus perseguidores; y sus discípulos verdaderos manifestarán el mismo espíritu. Mirad a Pablo cuando compareció ante los magistrados. Su discurso ante Agripa es dechado de verdadera cortesía y de persuasiva elocuencia. El Evangelio no fomenta la cortesía formalista, tan corriente en el mundo, sino la cortesía que brota de la verdadera bondad del corazón.* No abogamos por una manifestación de lo que el mundo llama urbanidad, sino por aquella cortesía que cada uno llevará consigo a las mansiones de los bienaventurados.*

El amor inspira la cortesía verdadera.-
El cultivo más esmerado del decoro externo no basta para acabar con el enojo, el juicio implacable y la palabra inconveniente. El verdadero refinamiento no traslucirá mientras se siga considerando al yo como objeto supremo. El amor debe residir en el corazón. Un cristiano cabal funda sus motivos de acción en el amor profundo que tiene por el Maestro. De las raíces de su amor a Cristo brota un interés abnegado por sus hermanos.*

De todas las cosas buscadas, apreciadas o cultivadas, no hay nada tan valioso a la vista de Dios como un corazón puro, una disposición rebosante de agradecimiento y de paz.
Si la divina armonía de la verdad y el amor imperan en el corazón, resplandecerán en palabras y acciones. . . . El espíritu de genuina benevolencia debe morar en el corazón. 386 El amor imparte a su poseedor gracia, donaire y hermosura de porte. El amor ilumina el rostro y subyuga la voz; refina y eleva a todo el ser humano. Lo pone en armonía con Dios, porque es un atributo celestial .*

No se aprende la verdadera cortesía por la mera práctica de las reglas de etiqueta. En todo momento deben observarse modales correctos; dondequiera que no haya que transigir con los principios, la consideración hacia los demás inducirá a adaptarse a costumbres aceptadas; pero la verdadera cortesía no requiere el sacrificio de los principios al convencionalismo. No conoce castas. Enseña el respeto propio, el respeto a la dignidad del hombre como hombre, la consideración hacia todo miembro de la gran confraternidad humana.*

Se expresa en miradas, palabras y actos. -
Sobre todas las cosas, los padres deben rodear a sus hijos de una atmósfera de alegría, cortesía y amor. Los ángeles se deleitan en morar en un hogar donde vive el amor y éste se expresa tanto en las miradas y las palabras como en los actos. Padres, permitid que el sol del amor, la alegría y un feliz contentamiento penetre en vuestro corazón, y dejad que su dulce influencia impregne el hogar. Manifestad un espíritu bondadoso y tolerante, y estimuladlo en vuestros hijos, cultivando todas las gracias que alegran la vida del hogar. La atmósfera así creada será para los niños lo que son el aire y el sol para el mundo vegetal, y favorecerá la salud y el vigor de la mente y del cuerpo. *

Los modales amables, la conversación animada y los actos de amor ligarán el corazón de los hijos con el de sus padres por los cordones de seda del afecto y contribuirán más a hacer atractivo el hogar que los adornos más raros que el oro pueda comprar.*


La fusión de los temperamentos.-
Concuerda con lo ordenado por Dios que se asocien personas de diversos temperamentos. Cuando esto sucede, cada miembro de la familia debe considerar y respetar como sagrados los sentimientos 387 y derechos ajenos. Así se cultivarán la consideración y la tolerancia mutuas, se subyugarán los prejuicios y se suavizarán los rasgos toscos del carácter. Se asegurará la armonía, y la fusión de los variados temperamentos beneficiará a cada uno.*

Nada expiará la falta de cortesía.-
Los que profesan seguir a Cristo y son al mismo tiempo rudos, carentes de bondad y descorteses en sus palabras y conducta no han aprendido de Cristo. Un hombre brusco, intolerante y criticón no es cristiano; porque ser cristiano es ser semejante a Cristo. La conducta de algunos que profesan ser cristianos carece tanto de bondad y cortesía que se habla mal aun de lo bueno que tengan. No se puede dudar de su sinceridad ni de su integridad, pero la sinceridad y la integridad no expiarán la falta de bondad y cortesía. El cristiano ha de manifestar simpatía y al mismo tiempo que es veraz, compasivo y cortés, debe ser también íntegro y sincero.*

Cualquier negligencia de los actos de cortesía y tierna consideración de parte de un hermano para con otro, cualquier olvido en cuanto a pronunciar palabras bondadosas y alentadoras en el círculo de la familia, tanto entre padres e hijos, como entre hijos y padres, confirma los hábitos que hacen que el carácter difiera del de Cristo. Por lo contrario, si se cumplen esos deberes menudos, el resultado adquiere gran importancia y comunica a la vida un suave perfume que asciende hacia Dios como santo incienso.*

Muchos anhelan atención.-
Muchos anhelan que se les manifieste simpatía amistosa. . . . Debiéramos olvidarnos de nosotros mismos y buscar siempre oportunidades de mostrarnos agradecidos, aun en cosas pequeñas, por los favores que hemos recibido de otros. Debiéramos saber discernir las oportunidades de alentar a otros, de aliviar sus pesares y cargas mediante actos de tierna bondad y menudas atenciones hechas con amor. Estas atentas cortesías, que, comenzando en nuestras 388 familias, trascienden luego el círculo familiar, forman parte del total de la felicidad en la vida; mientras que al descuidar estas cosas menudas se contribuye al conjunto de la amargura y tristeza que se experimenta en la vida.*

Las relaciones sociales y el mundo. -
Mediante las relaciones sociales es como el cristianismo trata con el mundo. A cada hombre o mujer que haya probado el amor de Cristo y recibido la divina iluminación en su corazón, Dios le pide que derrame luz en la senda obscura de aquellos que no conocen el camino mejor.*

Podemos manifestar mil atenciones menudas en palabras amistosas y miradas placenteras, que a su vez nos serán devueltas. Los cristianos irreflexivos manifiestan por su negligencia hacia los demás que no están unidos con Cristo. Es imposible estar unido a Cristo y carecer de bondad hacia los demás, con olvido de sus derechos.*

Todos debemos llegar a ser testigos de Jesús. El poder social, santificado por la gracia de Cristo, debe ser aprovechado para ganar almas para el Salvador. Vea el mundo que no estamos egoístamente absortos en nuestros propios intereses, sino que deseamos que otros participen de nuestras bendiciones y privilegios. Dejémosle ver que nuestra religión no nos hace faltos de simpatía ni exigentes. Sirvan como Cristo sirvió, para beneficio de los hombres, todos aquellos que profesan haberle hallado. Nunca debemos dar al mundo la impresión falsa de que los cristianos son un pueblo lóbrego y carente de dicha.*

Si somos corteses y amables en casa, nos acompañara el sabor de una disposición placentera cuando nos ausentemos del hogar. Si manifestamos tolerancia, paciencia, mansedumbre y fortaleza en el hogar, podremos ser una luz para el mundo.* 390

70. Alegría y Buen Ánimo
El cristiano verdadero es animoso.-
No permitamos que las perplejidades y preocupaciones de la vida diaria agiten nuestro espíritu y anublen nuestra frente. Si lo permitimos, siempre habrá algo que nos moleste. La vida es como la hacemos, y hallaremos lo que busquemos. Si procuramos tristeza y aflicción, si estamos en disposición de magnificar las pequeñas dificultades, encontraremos bastantes de ellas para embargar nuestros pensamientos y nuestra conversación. Pero si miramos el aspecto alegre de las cosas, hallaremos lo suficiente para comunicarnos ánimo y felicidad. Si damos sonrisas, ellas nos serán devueltas; si pronunciamos palabras agradables y alentadoras, nos serán repetidas.

Cuando los cristianos parecen tétricos y deprimidos, como si se considerasen sin amigos, dejan una impresión errónea acerca de la religión. En algunos casos, se ha tenido la idea de que la alegría no cuadra con la dignidad del carácter cristiano, pero esto es un error. En el cielo todo es gozo; y si admitimos los goces del cielo en nuestra alma y, hasta donde podamos, los expresamos en nuestras palabras y conducta, ocasionaremos a nuestro Padre celestial más agrado que si somos sombríos y tristes.
A todos incumbe el deber de cultivar el buen ánimo en vez de rumiar sus tristezas y dificultades. Muchos son los que no sólo se hacen desdichados así, sino que sacrifican su salud y felicidad a una imaginación mórbida. Hay en derredor suyo cosas que no son agradables, y se los ve de continuo con un 391 rostro ceñudo que expresa su descontento con más claridad que las palabras. Estas emociones deprimentes perjudican mucho a la salud; porque al estorbar el proceso de la digestión traban la nutrición. Si bien el pesar y la ansiedad no pueden remediar un solo mal, pueden causar mucho daño; pero la alegría y esperanza, mientras iluminan la senda de los demás, "son vida a los que las hallan, y medicina a toda su carne." *

La Sra. de White frente a la adversidad.*-
¿Me veis alguna vez tétrica, abatida, o quejosa? Mi fe me lo prohíbe. Lo que induce un estado tal es un concepto erróneo de lo que es el verdadero ideal del carácter y servicio cristianos. Lo que produce la lobreguez, el abatimiento y la tristeza es la falta de religión verdadera. Los que son cristianos fervientes procuran imitar a Jesús, porque ser cristiano es ser como Cristo. Es realmente esencial tener conceptos correctos acerca de la vida y los hábitos de Cristo para que sus principios se reproduzcan en nosotros los que queremos ser como él. Un servicio prestado a medias, mientras se ama al mundo, al yo y las diversiones frívolas, produce un siervo tímido y cobarde, que sigue a Cristo muy de lejos. El servicio cordial y voluntario que se rinda a Jesús produce una religión alegre. Los que siguen a Cristo más de cerca no son tétricos. En Cristo hay luz, paz y gozo para siempre. Necesitamos más de Cristo y menos mundanalidad, más de Cristo y menos egoísmo.*

Andemos como hijos de la luz. -
No concuerda con la voluntad de Dios que seamos lóbregos o impacientes, ni que seamos livianos y triviales. Satanás se esfuerza por llevar a 392 las personas de un extremo al otro. Dios quiere que, como hijos de la luz, cultivemos un espíritu animoso y feliz, a fin de que proclamemos las alabanzas de Aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirables.*

Conquistad el afecto de los niños. -
Sonreíd, padres y maestros. Si vuestro corazón está triste, no lo revele vuestro rostro. Sea éste iluminado por un corazón lleno de amor y gratitud. Descended de vuestra férrea dignidad, adaptaos a las necesidades de los niños y lograd que os amen. Debéis conquistar su afecto, si queréis inculcar la verdad religiosa en su corazón .*


Con rostro amable y voz melodiosa. -
Padres, sed animosos pero no vulgares. Sed antes agradecidos, obedientes y sumisos a vuestro Padre celestial. No estáis libres para actuar de acuerdo con vuestros sentimientos si se presenta algo que os irrite. El amor que conquista será como aguas profundas que fluirán de continuo en el gobierno de vuestros hijos. Estos son los corderos del rebaño de Dios. Llevad a vuestros pequeñuelos a Cristo. Si los padres enseñasen a sus hijos a ser amables, no les hablarían nunca con tono de reprensión. Aprended a presentar un semblante agradable, y poned en vuestra voz toda la dulzura y melodía que podáis. Los ángeles de Dios están siempre cerca de vuestros pequeñuelos, y el tono duro e irritado de vuestra voz no agrada a sus oídos.*

Alegría y buen humor. -
La madre debe cultivar un genio alegre, contento y feliz. Todo esfuerzo hecho en este sentido será recompensado con creces en el bienestar físico y el carácter moral de sus hijos. Un genio alegre fomentará la felicidad de su familia y mejorará en alto grado su propia salud.*

Despejad las sombras. -
Mirad las cosas con espíritu animoso, procurando despejar las sombras que, si son toleradas, rodearán el alma. Cultivad la simpatía hacia los demás. Dejad que la alegría, la bondad y el amor compenetren el hogar. Ello intensificará el amor por los ejercicios religiosos, 393 y los deberes grandes y pequeños se cumplirán con corazón animoso.*

Alegría sin liviandad es una gracia cristiana.-
Podemos tener verdadera dignidad cristiana y ser al mismo tiempo alegres y agradables en nuestra conducta. La alegría sin liviandad es una de las gracias cristianas.* 394

71. El Don del Habla
La voz es un talento.-
La voz es un talento que nos ha sido confiado y debe usarse para ayudar, alentar y fortalecer a nuestros semejantes. Si los padres aman a Dios y se mantienen en el camino del Señor para obrar con justicia y juicio, su lenguaje no tendrá sabor de sentimentalismo enfermizo. Será de índole sana, pura y edificante. Estén ellos en el hogar o fuera de él, sus palabras serán bien escogidas. No se rebajarán a la vulgaridad.*

Cada palabra ejerce influencia.-
Toda palabra pronunciada por los padres ejerce su influencia sobre los hijos, para bien o para mal. Si los padres hablan coléricamente, si manifiestan el mismo espíritu que los hijos de este mundo, Dios los tiene por tales, no como hijos suyos.* Una palabra en sazón puede ser como una buena semilla en las mentes juveniles y contribuir a que unos piecitos sean conducidos por la senda recta, mientras que una palabra incorrecta puede llevar esos pies por una senda de ruina.*

Los ángeles oyen las palabras que se pronuncian en el hogar. Por lo tanto, no regañéis; antes sea la influencia de vuestras palabras de tal índole que ascenderá al cielo como fragante incienso.* Los padres deben mantener la atmósfera del hogar pura y fragante con palabras bondadosas, tierna simpatía y amor; pero al mismo tiempo deben ser firmes e inflexibles en cuanto a los buenos principios. Puede ser que si sois firmes con vuestros hijos ellos piensen que no los amáis. Podéis esperar 395 tal cosa, pero nunca manifestéis dureza. La justicia y la misericordia deben darse la mano; no debe haber vacilación ni movimientos repulsivos.*

Expresa la gracia íntima.-
El principal requisito del lenguaje es el de ser puro, bueno y sincero: "la expresión externa de una gracia interior.". . . La mejor escuela para este estudio del lenguaje es el hogar.* Las palabras bondadosas son como rocío y suaves lluvias para el alma. La Escritura dice acerca de Cristo que se concedió gracia a sus labios, para que supiese "hablar en sazón palabra al cansado." Y el Señor nos ordena: "Sea vuestra palabra siempre con gracia," "para que dé gracia a los oyentes." *

El cultivo de la voz en el hogar. -
En el círculo del hogar debiera darse instrucción en el cultivo de la voz. Los padres deben enseñar a sus hijos a hablar con tanta claridad que quienes los escuchen puedan comprender cada palabra que pronuncien. Deben enseñarles a leer la Biblia con expresión clara y distinta, de una manera que honre a Dios. Y los que se arrodillan en derredor del altar de la familia no han de hundir el rostro entre las manos o en un sillón cuando se dirigen a Dios. Alcen la cabeza y con santa y valiente reverencia, alléguense al trono de la gracia.*

Sed puros en vuestro lenguaje. Cultivad un tono de voz que sea suave y persuasivo, no duro ni autoritario. Dad a los niños lecciones en el cultivo de la voz. Educad sus modos de hablar, hasta que no broten espontáneamente de sus labios palabras groseras o rudas cuando se les presenta alguna prueba.9
El cultivo de la voz es un asunto que tiene que ver con la salud de los estudiantes. Debe enseñarse a los jóvenes a respirar debidamente, y a leer de tal manera que no impongan un recargo indebido a la garganta y los pulmones, sino que el trabajo sea compartido por los músculos abdominales. El 396 hablar por la garganta, dejando que el sonido provenga de la parte superior de los órganos vocales, arruina la salud de esos órganos y disminuye su eficiencia. Los músculos abdominales han de hacer la parte más pesada del trabajo, usándose la garganta sólo como un canal. Han muerto muchos que podrían haber vivido si se les hubiese enseñado a usar debidamente la voz. El uso correcto de los músculos abdominales al leer y hablar, será un remedio para muchas de las dificultades de la voz y del pecho y un medio de prolongar la vida.*

Efecto de las palabras duras.-
En un hogar donde se pronuncian palabras duras de reprensión e irritación, un niño llora mucho; y en su tierna sensibilidad se imprimen rastros de desgracia y discordia. Por lo tanto, madres, dejad que vuestro semblante se llene de sol. Sonreíd si podéis, y la mente y el corazón del niño reflejarán la luz de vuestro rostro como la placa pulida de un artista retrata los rasgos humanos. Aseguraos, madres, de que Cristo more en vosotras, para que la semejanza divina se grabe en la mente plástica de vuestro hijo.*

No haya nota discordante.-
No permitáis que penetre en el hogar nada que se parezca a contienda o disensión. Hablad con amabilidad. Nunca se eleve vuestra voz hasta ser áspera. Conservad la calma. Desechad la censura y toda falta de veracidad. Decid a los niños que queréis ayudarles a prepararse para un cielo santo, donde todo es paz, donde no se oye una sola nota discordante. Sed pacientes con ellos en sus pruebas, que pueden pareceros pequeñas pero son grandes para ellos.*

Cuando los padres y las madres estén convertidos, habrá un cambio completo en los principios de su gobierno. Se habrán convertido también sus pensamientos y sus lenguas... No se hablará en tono alto ni airado. Las palabras serán de un carácter que suavice y beneficie al oyente.... Eliminad de la voz todas las características desagradables.* 397

Debemos subyugar el genio violento, y dominar nuestras palabras; así obtendremos grandes victorias. A menos que dominemos nuestras palabras y genio, somos esclavos de Satanás, y estamos sujetos a él como cautivos suyos. Cada palabra discordante, desagradable, impaciente o malhumorada, es una ofrenda presentada a su majestad satánica. Y es una ofrenda costosa, más costosa que cualquier sacrificio que podamos hacer para Dios; porque destruye la paz y felicidad de familias enteras, destruye la salud, y puede hacemos perder finalmente una vida eterna de felicidad.*

¿Alegría o sombra en las palabras? 
Es importante que se enseñe a los niños y jóvenes a velar sobre sus palabras y acciones; porque su conducta produce solo sombra, no sólo en su propio hogar, sino también para con todos aquellos con quienes se relacionen.* Con frecuencia un empleo imprudente del talento del habla produce desdicha. A nadie autoriza la Palabra de Dios para hablar con dureza, de un modo que cree sentimientos desagradables y desgracia en la familia. Los otros miembros de la familia pierden su respeto por quien hable así, mientras que si refrenase sus sentimientos podría conquistar el afecto y la confianza de todos.*

Amabilidad hacia los niños; respeto hacia los padres. -
Dirijan los padres tan sólo palabras amables a sus hijos; y los hijos dirijan tan sólo palabras respetuosas a sus padres. Hay que prestar atención a estas cosas en la vida familiar; porque si los niños contraen buenos hábitos en la formación de su carácter, les resultará mucho más fácil ser enseñados por Dios y acatar lo que él exige.*

Evítese toda grosería. -
Padres y madres, esposos y esposas, hermanos y hermanas, no os acostumbréis a ser bajos en vuestras acciones, palabras o pensamientos. Los dichos groseros, las bromas viles, la falta de urbanidad y verdadera cortesía en la vida familiar llegarán a ser una segunda naturaleza 398 para vosotros y os incapacitarán para formar parte de la sociedad de aquellos a quienes la verdad está santificando. El hogar es un lugar demasiado sagrado para ser contaminado por la indecencia, la sensualidad, las recriminaciones y el escándalo. Acallad las malas palabras; desechad el pensamiento profano porque el Testigo verdadero pesa cada palabra, valora cada acción y declara: "Conozco tus obras." *

La conversación baja y vulgar no debe hallar cabida en la familia. Cuando el corazón sea puro, fluirán ricos tesoros de sabiduría.* No pronunciéis insensateces en vuestra casa. Aun los niños muy tiernos serán beneficiados por "la forma de las sanas palabras," mientras que las palabras ociosas e insensatas que intercambien el padre y la madre provocarán la misma clase de palabras entre los hijos. Por otra parte, las expresiones correctas, sinceras, veraces y serias inducirán a toda la familia a usar esa misma clase de palabras y también a ejecutar buenas acciones.*

Males de las palabras de ira. -
Cuando dirigís palabras de ira a vuestros hijos, estáis ayudando a la causa del enemigo de toda justicia. Tenga cada niño una oportunidad justa desde su más tierna infancia. La obra de enseñanza debe comenzar en la infancia, y no ir acompañada de dureza ni irritación, sino de bondad y paciencia; y esta instrucción debe continuar hasta que los hijos lleguen a la edad adulta .* Busque cada familia al Señor en oración ferviente a fin de obtener ayuda para hacer la obra de Dios. Venzan todos los hábitos de hablar con apresuramiento y el deseo de culpar a otros. Aprendan a ser bondadosos y corteses en el hogar, a adquirir hábitos de reflexión altruista y cuidado.*

¡Cuánto daño producen en el círculo familiar las palabras impacientes, pues una expresión de impaciencia de parte de uno de los miembros induce a otro a contestar de la misma manera y con el mismo espíritu. Luego vienen las palabras 399 de represalias, y las de justificación propia, con las que se fragua un yugo pesado y amargo para vuestra cerviz; porque todas esas palabras acerbas volverán a vuestra alma en funesta cosecha.*

Las palabras duras hieren al corazón mediante el oído, despiertan las peores pasiones del alma y tientan a hombres y mujeres a violar los mandamientos de Dios. . . . Las palabras son como semillas implantadas. *

Son como blasfemias. -
Entre los miembros de muchas familias se sigue el hábito de hablar con descuido, o para atormentar a otros y la costumbre de decir palabras duras se fortalece a medida que se cede a ella. Así se dicen muchas cosas objetables que concuerdan con el espíritu de Satanás y no con el de Dios.... Las quemantes palabras de ira no debieran ser pronunciadas, porque delante de Dios y de los santos ángeles son como una especie de blasfemia.*

Como perdió un padre la confianza de sus hijos. -
Hermano mío, sus palabras de intolerancia hieren a sus hijos. A medida que crezcan, se intensificará en ellos la tendencia a criticar. El hábito de censurar está corrompiendo su propia vida y se extiende a su esposa y a sus hijos. Estos no son estimulados a darle su confianza ni a reconocer sus propios defectos, porque saben que a continuación Vd. expresará severas reprensiones. Con frecuencia sus palabras son como un granizo asolador que quebranta las tiernas plantas. Es imposible evaluar el daño así causado. Sus hijos practican el engaño para evitar las palabras duras que Vd. pronuncia. Procuran eludir la verdad para escapar a la censura y al castigo. Una orden fría y dura no les beneficiará.*

Un voto sugerente.-
Sería bueno que cada hombre firmase la promesa de hablar bondadosamente en su casa y de permitir que la ley del amor rija sus palabras. Padres, no habléis nunca apresuradamente. Si vuestros hijos obran mal corregidlos, pero con palabras impregnadas de ternura y 400 amor. Cada vez que regañáis, perdéis una preciosa oportunidad de dar una lección de tolerancia y paciencia. Sea el amor el rasgo más destacado de vuestra corrección de lo malo.*

La conversación en la mesa.-
Cuantas familias sazonan sus comidas diarias con dudas y preguntas. Disecan el carácter de sus amigos y lo sirven como delicado postre. Circula por la mesa un precioso trozo de calumnia, para que lo comenten, no solamente los adultos, sino también los niños. Esto deshonra a Dios. *El espíritu de crítica y censura no debiera hallar cabida en el hogar. La paz de éste es demasiado sagrada para ser mancillada por ese espíritu. Pero ¡cuán a menudo, cuando están sentados para comer, los miembros de la familia hacen circular un plato de crítica, censura y escándalos! Si Cristo viniese hoy, ¿no hallaría a muchas de las familias que profesan ser cristianas cultivando el espíritu de crítica y crueldad? Los miembros de tales familias no están listos para unirse con la familia celestial. * Sea la conversación de la familia en derredor de la mesa de un carácter tal que deje una influencia fragante en la mente de los niños.*

Chismes y cuentos.-
Nos horrorizamos al pensar en el caníbal que come con deleite la carne aún caliente y temblorosa de su víctima, pero, ¿son los resultados de esta práctica más terribles que la agonía y la ruina causadas por el hábito de falsear los motivos, manchar la reputación, y disecar el carácter? Aprendan los niños y también los jóvenes lo que Dios dice acerca de estas cosas: "La muerte y la vida están en el poder de la lengua."*
El espíritu de la chismografía es uno de los agentes esenciales que tiene Satanás para sembrar discordia y disensión, para separar amigos y minar la fe de muchos en la veracidad de nuestra posición.*


Crear desconfianza es ayudar al enemigo.-
Para los seres 401 humanos es natural pronunciar palabras cortantes. Los que ceden a esta inclinación abren la puerta para que Satanás entre en su corazón y los haga prestos para recordar los errores de otros. Se espacian en sus faltas, notan sus deficiencias y dicen palabras que hacen perder la confianza en quien está haciendo lo mejor que puede para cumplir su deber como colaborador de Dios. Con frecuencia se siembran las semillas de desconfianza porque alguno piensa que debiera haber sido favorecido, mas no lo fue.*
Dios invita a los creyentes a que dejen de censurar y de expresar juicios apresurados y carentes de bondad. Padres, sean bondadosas y placenteras las palabras que dirigís a vuestros hijos, a fin de que los ángeles tengan vuestra ayuda para atraerlos a Cristo. Se necesita una reforma cabal en la iglesia del hogar. Comiéncesela en seguida. Cesen las murmuraciones, la irritación y las reprensiones. Los que se irritan y censuran a otros acerbamente cierran la puerta a los ángeles del cielo y la abren para los ángeles malos.*

Sean los padres pacientes.-
Padres, cuando os sentís nerviosos, no debéis cometer el grave pecado de envenenar a toda la familia con esta irritabilidad peligrosa. En tales ocasiones, ejerced sobre vosotros mismos una vigilancia doble, y resolved en vuestro corazón no ofender con vuestros labios, sino pronunciar solamente palabras agradables y alegres. Decíos: "No echaré a perder la felicidad de mis hijos con una sola palabra de irritación." Dominándoos así vosotros mismos, os fortaleceréis. Vuestro sistema nervioso no será tan sensible. Quedaréis fortalecidos por los principios de lo recto. La conciencia de que estáis desempeñando fielmente vuestro deber, os fortalecerá. Los ángeles de Dios sonreirán al ver vuestros esfuerzos, y os ayudarán.*

Padres y madres, hablad bondadosamente a vuestros hijos; recordad cuán sensibles sois vosotros mismos y cuán poca censura podéis soportar; reflexionad y reconoced que vuestros 402 hijos son como vosotros. No les impongáis lo que vosotros mismos no podéis llevar. Si no podéis soportar la censura y la inculpación, tampoco lo pueden vuestros hijos, que son más débiles que vosotros y no pueden aguantar tanto. Sean vuestras palabras agradables y alegres como rayos de sol en la familia. Los frutos del dominio propio, la atención y el esmero que manifestéis se centuplicarán.*

Tiempo de callar o de cantar.-
Vendrán pruebas, es verdad, aun para aquellos que estén plenamente consagrados. La paciencia del más paciente será severamente probada. Puede suceder que el esposo o la esposa pronuncien palabras capaces de provocar una respuesta precipitada; guarde entonces silencio la persona a quien fueron dirigidas aquellas palabras. Hay seguridad en el silencio. Es éste, con frecuencia, la reprensión más severa que se pueda administrar a quien pecó con sus labios.*

Cuando ellos [los niños y jóvenes] pierden el dominio propio y dicen palabras coléricas, una actitud de silencio es a menudo la mejor conducta, en vez de recurrir a reproches, disputas o condenación. Pronto vendrá el arrepentimiento. El silencio, que es de oro, será muchas veces más eficaz que todas las palabras que se pudieran decir .6

Cuando los demás manifiestan impaciencia e irritación, y se quejan porque su yo no ha sido subyugado, empezad a cantar algunos de los himnos de Sión. Mientras Cristo trabajaba en su banco de carpintero, se veía a veces rodeado de otras personas, que procuraban impacientarle; pero él entonaba algunos de los hermosos salmos, y antes de que los demás, se dieran cuenta de lo que hacían, cantaban con él, como bajo la influencia del poder del Espíritu Santo que se sentía allí.*

El dominio propio al hablar.-
Dios requiere de los padres que, por su dominio propio y su ejemplo en la edificación de un carácter sólido, difundan la luz dentro del círculo inmediato 403 de su pequeño rebaño. No debe haber conversaciones comunes y triviales. Dios mira todo lo secreto de la vida. Algunos sostienen una lucha constante para dominarse. Diariamente contienden en silencio y con oración contra la aspereza de su lenguaje y genio. Estas luchas no son tal vez apreciadas por los seres humanos. Los que las sostienen no recibirán tal vez alabanza de labios humanos por retener las palabras precipitadas que estuvieron a punto de escapárseles. El mundo no verá esas victorias, y si pudiera verlas despreciaría a los vencedores. Pero en los registros del cielo ellos son anotados como tales, Hay quien presencia todo combate secreto y toda victoria silenciosa, y dice: "Mejor es el que tarde se aíra que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad." *
Si Vd. se niega a dejarse arrebatar por la cólera, a impacientarse o a regañar, el Señor le mostrará la salida. Le ayudará a emplear el talento del habla de una manera tan semejante a como lo empleaba Cristo, que arraigarán en el hogar los preciosos atributos de la paciencia, el consuelo y el amor.
* 405

72. La Hospitalidad
Aun hoy pueden agasajarse ángeles.-
La Biblia da mucho realce a la práctica de la hospitalidad. No sólo ordena la hospitalidad como un deber, sino que presenta muchos hermosos cuadros del ejercicio de esta gracia y las bendiciones que reporta. Entre ellos se destaca el caso de Abrahán....


Dios atribuyó suficiente importancia a estos actos de cortesía para registrarlos en su Palabra; y más de mil años más tarde fueron mencionados por un apóstol inspirado: "No olvidéis la hospitalidad, porque por ésta algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles."

El privilegio concedido a Abrahán y Lot no nos es negado. Manifestando hospitalidad a los hijos de Dios, nosotros también podemos recibir a sus ángeles en nuestras moradas. Aun en nuestro tiempo los ángeles entran en forma humana en los hogares de las gentes, y son agasajados por ellas. Y los cristianos que viven a la luz del rostro de Dios están siempre acompañados por ángeles invisibles, y estos seres santos dejan tras sí una bendición en nuestros hogares.*

Oportunidades descuidadas.-
"Amador de la hospitalidad" es una de las cualidades que, según el Espíritu Santo, han de señalar al que debe llevar responsabilidad en la iglesia. Y a toda la iglesia es dada la orden: "Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. Cada uno según el don que ha recibido, adminístrelo a los otros, como buenos dispensadores de las diferentes gracias de Dios."

Estas amonestaciones han sido extrañamente descuidadas. 406 Aun entre los que profesan ser cristianos se ejercita poco la verdadera hospitalidad. Entre nuestro propio pueblo la oportunidad de manifestar hospitalidad no es considerada como debiera serlo: como un privilegio y una bendición. Es en absoluto demasiado escasa la sociabilidad y disposición para hacer lugar para dos o tres más en la mesa de la familia, sin molestia u ostentación .*

Excusas inadecuadas.-
He oído a muchos disculparse por no invitar a sus hogares y corazones a los santos de Dios, diciendo: "No tengo nada preparado; no he cocinado nada; tendrán que ir a otra parte." Y en esa otra parte puede haberse inventado alguna otra excusa por no recibir a los que necesitan hospitalidad, y los sentimientos de las visitas quedan profundamente agraviados, y ellas se van con impresiones desagradables acerca de la hospitalidad de estos profesos hermanos y hermanas. Si Vd. no tiene pan, hermana, imite el caso presentado en la Biblia. Vaya a su vecino y dígale: "Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de camino, y no tengo qué ponerle delante."

No encontramos ejemplo alguno en que esta falta de pan sea presentada como excusa por negar la entrada a quien solicitase hospitalidad. Cuando Elías se dirigió a la viuda de Sarepta, ella compartió su último bocado con el profeta de Dios, y él hizo un milagro de manera que gracias al acto de dar albergue a su siervo y compartir su alimento con él, ella misma fue sustentada, y salvó la propia vida y la de su hijo. Así resultará en el caso de muchos, si obran con la misma buena voluntad para gloria de Dios.

Algunas personas alegan su poca salud. Les agradaría mucho ser hospitalarias si tuvieran fuerza para ello. Se han encerrado en sí mismas durante tanto tiempo, han meditado tanto en lo mal que se sentían, y hablado tanto de sus sufrimientos, pruebas y aflicciones que todo esto constituye su verdad presente. Sólo pueden pensar en sí mismas, por mucho 407 que otros estén necesitados de simpatía y asistencia. Hay un remedio para las personas que están aquejadas de mala salud. Si visten al desnudo y meten en casa al pobre desamparado y dan pan al hambriento, se les dice: "Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto." Hacer el bien es un excelente remedio para la enfermedad. A quienes se dedican a esa obra se los invita a invocar a Dios, quien se ha comprometido a responderles. Su alma será satisfecha en la sequía, y serán como un jardín regado, cuyas aguas no faltan .*


Bendiciones perdidas por egoísmo.-
A Dios le desagrada el interés egoísta tan a menudo manifestado para "mí y mi familia." Cada familia que alberga este espíritu necesita ser convertida por los principios puros ejemplificados en la vida de Cristo. Los que se encierran en sí mismos, que no están dispuestos a agasajar visitas, pierden muchas bendiciones.*
Los ángeles aguardan para ver si aprovechamos las oportunidades de hacer bien que se nos presentan, y si estamos dispuestos a bendecir a otros, para que ellos a su vez puedan bendecirnos a nosotros. El Señor mismo nos ha hecho diferentes unos de otros: algunos pobres, otros ricos y otros aún, afligidos, para que todos tengamos oportunidad de desarrollar nuestro carácter. Dios permitió a propósito que los pobres fuesen lo que son para que podamos ser probados y desarrollar lo que hay en nuestro corazón.* Cuando muere el espíritu de la hospitalidad, el corazón queda paralizado de egoísmo.*

¿A quienes se debe dar hospitalidad?-
Nuestras relaciones sociales no deberían ser dirigidas por los dictados de las costumbres del mundo, sino por el Espíritu de Cristo y por la enseñanza de su Palabra. En todas sus fiestas los israelitas admitían al pobre, al extranjero y al levita, el cual era a la vez asistente del sacerdote en el santuario y maestro de religión y misionero. A todos se les consideraba como huéspedes del pueblo, para compartir la hospitalidad en todas las festividades 408 sociales y religiosas y ser atendidos con cariño en casos de enfermedad o penuria. A personas como ésas debemos dar buena acogida en nuestras casas. ¡Cuánto podría hacer semejante acogida para alegrar y alentar al enfermero misionero o al maestro, a la madre cargada de cuidados y de duro trabajo, o a las personas débiles y ancianas que viven tan a menudo sin familia, luchando con la pobreza y el desaliento!

"Cuando haces comida o cena -dice Cristo,- no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; porque también ellos no te vuelvan a convidar, y te sea hecha compensación. Mas cuando haces banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos; y serás bienaventurado; porque no te pueden retribuir; mas te será recompensado en la resurrección de los justos." (S. Lucas 14:12-14.)
Estos serán huéspedes que no os costará mucho recibir. No necesitaréis ofrecerles trato costoso y de mucha preparación. Necesitaréis más bien evitar la ostentación. El calor de la bienvenida, un asiento al amor de la lumbre, y uno también a vuestra mesa, el privilegio de compartir la bendición del culto de familia, serían para muchos como vislumbres del cielo.

Nuestras simpatías deben rebosar más allá de nosotros mismos y del círculo de nuestra familia. Hay preciosas oportunidades para los que quieran hacer de su hogar una bendición para otros. La influencia social es una fuerza maravillosa. Si queremos, podemos valernos de ella para ayudar a los que nos rodean.*

Un refugio para los jóvenes tentados.-
Nuestros hogares deberían ser refugios para los jóvenes que sufren tentación. Muchos hay que se encuentran en la encrucijada de los caminos. Toda influencia e impresión determinan la elección del rumbo de su destino en esta vida y en la venidera. 409 El mal, con sus lugares de reunión, brillantes y seductores, los invita. A todos los que acudan se les da la bienvenida. En torno nuestro hay jóvenes sin familia, y otros cuyos hogares no tienen poder para protegerlos ni elevarlos, y se ven arrastrados al mal. Se encaminan hacia la ruina en la sombra misma de nuestras puertas.

Estos jóvenes necesitan que se les tienda la mano con simpatía. Las palabras bondadosas dichas con sencillez, las pequeñas atenciones para con ellos, barrerán las nubes de la tentación que se amontonan sobre sus almas. La verdadera expresión de la simpatía proveniente del cielo puede abrir la puerta del corazón que necesita la fragancia de palabras cristianas, y del delicado toque del espíritu del amor de Cristo. Si nos interesáramos por los jóvenes, invitándolos a nuestras casas y rodeándolos de influencias alentadoras y provechosas, serían muchos los que de buena gana dirigirían sus pasos por el camino ascendente.*

La sencillez en la familia.-
Cuando, como sucede a menudo, llegan visitas, no debe permitirse que absorban todo el tiempo y la atención de la madre; el bienestar temporal y espiritual de sus hijos viene en primer lugar. No debe ella dedicar tiempo a preparar ricos pasteles, tortas o manjares malsanos para la mesa. Estos representan un gasto adicional, al que muchos no pueden hacer frente, pero el mal mayor estriba en el ejemplo. Consérvese la sencillez de la familia. No tratéis de dar la impresión de que podéis vivir de una manera que en realidad supera vuestros recursos. No procuréis aparentar lo que no sois, ni en los preparativos para vuestra mesa ni en vuestros modales.

Aunque debéis tratar a vuestras visitas con bondad y hacerles sentir que están en casa, siempre debéis recordar que estáis enseñando a los pequeñuelos que Dios os dio. Os observan, y ningún proceder vuestro debe dirigir sus pies por el camino erróneo. Sed con vuestras visitas precisamente lo que sois 410 cada día con vuestra familia: amables, considerados y corteses. En esto todos pueden ser educadores, un ejemplo de buenas obras. Atestiguan que hay algo más esencial que pensar en lo que se ha de comer y beber y con qué vestirse.*

Un ambiente apacible.-
Seríamos mucho más felices y más útiles si nuestra vida familiar y nuestro trato social se rigieran por la mansedumbre y la sencillez de Cristo. En vez de lograr con gran esfuerzo una ostentación que excite la admiración o la envidia de las visitas, debemos procurar hacer felices a cuantos nos rodean mediante nuestra alegría, simpatía y amor. Dejemos ver a las visitas que nos esforzamos por obrar conforme a la voluntad de Cristo. Aunque nuestra suerte sea humilde, vean ellas en nosotros un espíritu de contentamiento y gratitud. En un hogar verdaderamente cristiano reina una atmósfera de paz y reposo. Un ejemplo tal no quedará sin efecto.*

Se lleva cuenta en el cielo.-
Cristo lleva cuenta de todo gasto en que se incurre al dar hospitalidad por causa suya. El provee todo lo que es necesario para esta obra. Los que por amor a Cristo alojan y alimentan a sus hermanos, haciendo lo mejor que pueda para que la visita sea provechosa para los huéspedes como para si mismos, son anotados en el cielo como dignos de bendiciones especiales.

Cristo dio en su propia vida una lección de hospitalidad. Cuando estaba rodeado por la muchedumbre hambrienta al lado del mar, no la mandó sin refección a sus hogares. Dijo a sus discípulos: "Dadles vosotros de comer." Y por un acto de poder creador proporcionó bastante alimento para suplir sus necesidades. Sin embargo, ¡cuán sencillo fue el alimento provisto! No había lujo. El que tenía todos los recursos del cielo a su disposición podría haber presentado a la gente una comida suculenta. Pero proveyó solamente lo que bastaba para su necesidad, lo que era el alimento diario de los pescadores a orillas del mar. 411


Si los hombres fueran hoy sencillos en sus costumbres y vivieran en armonía con las leyes de la naturaleza, habría abundante provisión para todas las necesidades de la familia humana. Habría menos necesidades imaginarias y más oportunidad de trabajar de acuerdo con los métodos de Dios. . . .

La pobreza no necesita privarnos de manifestar hospitalidad. Hemos de impartir lo que tenemos. Hay quienes luchan para ganarse la vida, quienes tienen grandes dificultades para suplir sus necesidades; pero aman a Jesús en la persona de sus santos, y están listos para mostrar hospitalidad a creyentes e incrédulos, y tratan de hacer provechosas sus visitas. En la mesa y en el culto de la familia, dan la bienvenida a los huéspedes. El momento de oración impresiona a aquellos que reciben su hospitalidad, y aun una visita puede significar la salvación de un alma de la muerte. El Señor toma nota diciendo: "Te lo pagaré." *

Reconoced las oportunidades.-
Despertad, hermanos y hermanas. No temáis las buenas obras. "No nos cansemos, pues, de hacer bien; que a su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado." No esperéis que se os indique vuestro deber. Abrid los ojos y ved en derredor vuestro; llegad a conocer a los desamparados, afligidos y menesterosos. No os escondáis de ellos, y no procuréis aislaros de sus necesidades. ¿Quién da las pruebas mencionadas en Santiago, de poseer la religión pura, sin mancha de egoísmo o corrupción? ¿Quiénes están ansiosos de hacer cuanto puedan para ayudar en el gran plan de salvación?* 412


(El Hogar Cristiano de E. G. de White)

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