viernes, 8 de junio de 2012

IX) INTERPELACIÓN DEL CUERPO Y LA MENTE 43. La Mente y la Salud Espiritual



El fruto de la vida espiritual.-
La vida espiritual le proporciona a su poseedor lo que todo el mundo busca, pero que nunca se puede lograr sin una total entrega a Dios.­ Carta 121, 1904.

Cuerpo, mente y alma se benefician gracias a la comunión con Dios.-
Todo verdadero conocimiento y desarrollo tienen su origen en el conocimiento de Dios. Doquiera nos dirijamos: al dominio físico, mental o espiritual; cualquier cosa que contemplemos, fuera de la marchitez del pecado, en todo vemos revelado este conocimiento. Cualquier ramo de investigación que emprendamos, con el sincero propósito de llegar a la verdad, nos pone en contacto con la Inteligencia poderosa e invisible que obra en todas las cosas y por medio de ellas. La mente del hombre se pone en comunión con la mente de Dios; lo finito, con lo infinito. El efecto que tiene esta comunión sobre el cuerpo, la mente y el alma sobrepuja toda estimación.­ Ed 14 (1903).

El amor a Dios es esencial para la salud.-
Dios es el gran cuidador de la maquinaria humana. Podemos cooperar con 417 él en el cuidado de nuestros cuerpos. El amor a Dios es esencial para la vida y la salud.­ SpT Serie A, N° 15, p. 18, 3 de abril de 1900; (CH 587).

La salud del cuerpo es importante para la salud del alma.-
Se debería reconocer a Dios como el Autor (le nuestro ser. La vida que nos ha dado no es para malgastarla. El descuido relativo a los hábitos corporales pone de manifiesto un descuido del carácter moral. Se debe considerar que la salud del cuerpo es esencial para el avance en el crecimiento en la gracia, y hasta del temperamento.­ Ms 113, 1898.

Las buenas obras promueven la salud.-
Las buenas acciones son una doble bendición, pues aprovechan al que las hace y al que recibe sus beneficios. La conciencia de haber hecho el bien es una de las mejores medicinas para las mentes y los cuerpos enfermos. Cuando el espíritu goza de libertad y dicha por el sentimiento del deber cumplido y por haber proporcionado felicidad a otros, la influencia alegre y reconstituyente que de ello resulta infunde vida nueva al ser entero.­ MC 199 (1905).

La piedad está en armonía con las leyes de la salud.-
Los que andan por la senda de la sabiduría y la santidad descubren que "la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera" (1 Tim. 4: 8). Están vivos para disfrutar de los placeres de la vida verdadera y no se sienten perturbados por los vanos pesares provocados por las horas malgastadas, como ocurre tan a menudo con los mundanos cuando no se están divirtiendo con algún entretenimiento excitante. La piedad no está en conflicto con las leyes de la salud, sino que está en armonía con ellas. El temor del Señor es el fundamento de la verdadera prosperidad.­ CTBH 14, 1890; (CH 29).

Una lucha constante contra las fantasías nocivas de la mente.-
Todo aquel que desee participar de la naturaleza  divina debe apreciar el hecho de que tiene que huir de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. Debe haber constante y fervorosa lucha del alma contra las fantasías nocivas de la mente. Debe haber una permanente resistencia a la tentación tanto en pensamiento como en acción. El alma debe mantenerse libre de toda mancha, por la fe en el que es capaz de guardarla sin caída.
Deberíamos meditar en las Escrituras, para pensar sobria y cándidamente en las cosas que tienen que ver con nuestra salvación eterna. La misericordia y el amor infinitos de Jesús, el sacrificio hecho en nuestro favor, requieren nuestra más seria y solemne reflexión. Deberíamos espaciarnos en el carácter de nuestro amado Redentor e Intercesor.
Deberíamos tratar de comprender el significado del plan de salvación. Deberíamos meditar en la misión de Aquel que vino a salvar a su pueblo de sus pecados. Al considerar constantemente los temas celestiales, nuestra fe y nuestro amor se fortalecerán.­ RH, 12 de junio de 1888.

El daño causado a la salud debilita nuestra energía moral.-
Lo perjudicial para la salud no sólo reduce el vigor físico, sino que tiende a debilitar las facultades intelectuales y morales.­ MC 90 (1905).
Puesto que la mente y el alma hallan expresión por medio del cuerpo, tanto el vigor mental como el espiritual dependen en gran parte de la fuerza y la actividad físicas; todo lo que promueva la salud física, promueve el desarrollo de una mente fuerte y un carácter equilibrado.­ Ed 195 (1903).

Cuerpo: medio de expresión de la mente y el alma.-
El cuerpo es un medio muy importante para desarrollar la mente y el alma en la edificación del carácter. De ahí que el adversario de las almas encauce sus tentaciones para debilitar y degradar las facultades físicas. El éxito que obtiene de ello significa con frecuencia la entrega de todo el ser al mal. Amenos que las tendencias de la naturaleza física estén dominadas por un poder superior, obrarán con certidumbre  ruina y muerte. El cuerpo debe ser puesto en sujeción a las facultades superiores del ser. Las pasiones deben ser controladas por la voluntad, que debe estar a su vez bajo el control de Dios. La facultad regia de la razón, santificada por la gracia divina, debe regir la vida.
El poder intelectual, el vigor físico y la longevidad dependen de las leyes inmutables. Mediante la obediencia a esas leyes, el hombre puede ser vencedor de si mismo, vencedor de sus propias inclinaciones, vencedor de principados y potestades, de los "gobernadores de las tinieblas" y de las "malicias espirituales en los aires" (Efe. 6: 12).­ PR 359 (1917).

La mente recibe energía vital por medio del cerebro.-
El Señor quiere que nuestras mentes sean claras y precisas, capaces de ver puntos importantes en su Palabra y en su servicio, para hacer su voluntad, para depender de su gracia, para intercalar en su obra una clara conciencia y una mente agradecida. Esta clase de alegría fomenta la circulación de la sangre. Se le imparte energía vital a la mente por medio del cerebro; por eso éste nunca debería ser sedado por medio de narcóticos ni excitado por medio de estimulantes. El cerebro, los huesos y los músculos deben ser conducidos para que actúen armoniosamente, de manera que todos funcionen como máquinas bien reguladas, que trabajen sincronizadamente, sin que ninguno sea demasiado exigido.­ Carta 100, 1898.

La dispepsia influye para que la vida religiosa sea incierta.-
Los principios de la reforma pro salud deberían incorporarse a la vida de cada cristiano. Los hombres y las mujeres que pasan por alto estos principios no pueden ofrecerle a Dios una devoción pura y vigorosa; porque el estómago dispéptico o el hígado perezoso influyen para que la vida religiosa sea incierta.
El consumo de carne de animales muertos tiene un efecto perjudicial sobre la espiritualidad. Cuando se hace de la carne  el principal artículo de consumo, las facultades elevadas caen bajo el dominio de las pasiones inferiores. Estas cosas son una ofensa a Dios, y producen la decadencia de la vida espiritual.­ Carta 69, 1896.

Obrar con rectitud es la mejor medicina.-
La conciencia de que se está obrando con rectitud es la mejor medicina para los cuerpos y las mentes enfermos. La bendición especial de Dios que reposa sobre los que la reciben es salud y fortaleza. La persona cuya mente esté tranquila y satisfecha en Dios, esta en la senda de la salud. . .
Hay quienes no creen que sea un deber religioso disciplinar la mente para que se espacie en temas alegres, de manera que puedan reflejar luz en lugar de tinieblas y lobreguez. Esta clase de mentes preferirán buscar su propio placer: conversaciones frívolas, con risas y bromas, y con la mente continuamente excitada por una ronda de entretenimientos; o estarán deprimidas, con grandes dificultades y conflictos mentales, que ellas creen que pocos han experimentado alguna vez o pueden comprender. Esas personas pueden profesar ser cristianas, pero sólo se engañan a sí mismas. No poseen el Cristianismo genuino.­ HR, marzo de 1872.

Hay que trabajar tanto para el alma como para el cuerpo.-
Nuestros obreros de la rama médica tienen que hacer todo lo que esté en su poder para curar tanto la enfermedad del cuerpo como la de la mente. Tienen que vigilar, orar y trabajar para proporcionarles tanto ventajas espirituales como físicas a aquellos por quienes trabajan. El médico de uno de nuestros sanatorios que sea un verdadero siervo de Dios, tiene una obra sumamente interesante que hacer respecto de cada ser humano que sufre, y con quien se ponga en contacto. No debe perder oportunidad alguna de señalarles a las almas a Cristo, el gran Sanador del cuerpo y la mente. Todo médico debería ser un obrero experto en los métodos de Cristo. No debería haber una disminución del  interés en las cosas espirituales, no sea que se desvíe la facultad de fijar la mente en el gran Médico.­ Carta 223, 1905.

El médico que trata con mentes y corazones distraídos.-
El médico necesita sabiduría y poder más que humanos para saber atender a los muchos casos aflictivos de enfermedades de la mente y del corazón que está llamado a tratar. Si ignora el poder de la gracia divina, no podrá ayudar al afligido, sino que agravará la dificultad; pero si tiene firme confianza en Dios podrá ayudar a la mente enferma y perturbada. Podrá dirigir sus pacientes a Cristo, enseñarles a llevar todos sus cuidados y perplejidades al gran Portador de cargas.­ 2JT 144 (1885).

Cristo ilumina la mente.-
El médico nunca debería inducir a sus pacientes a que fijen su atención en él. Deberían enseñarles a aferrarse, con la mano temblorosa de la fe, de la mano extendida del Salvador. Entonces la mente se iluminará con la luz que irradia de la Luz del mundo.­ Carta 120, 1901.


La verdad tiene un poder tranquilizador.-
El poder tranquilizador de la verdad pura, vista, vivida y mantenida en todos sus aspectos, es de un valor que no puede expresarse en palabras a la gente que está sufriendo de alguna enfermedad. Mantengan siempre delante del enfermo que sufre la compasión y la ternura de Cristo, y despierten siempre su conciencia para que crea en su poder de aliviar el sufrimiento, y condúzcanlo a la le y a la confianza en él, el gran Sanador, y habrán ganado un alma y a menudo una vida.­ Carta 69, 1898; (MM 234, 235).

La verdadera religión ayuda a restaurar la salud (palabras dirigidas a pacientes de un sanatorio que asistían a las reuniones de la iglesia local).-
Cristo es nuestro gran médico. Muchos hombres y mujeres acuden a esta institución médica [el Sanatorio de Santa Elena] con la esperanza de  recibir un tratamiento que les prolongue la vida. Hacen un gran esfuerzo para venir aquí. ¿Por qué cada uno de los que acude al sanatorio para buscar auxilio físico, no acude a Cristo para buscar auxilio espiritual? ¿Por qué no puede Ud., mi hermano, mi hermana, albergar la esperanza de que si acepta a Cristo, él añadirá su bendición a los medios que se emplean aquí para la restauración de su salud? ¿Por qué no puede tener fe para creer que él cooperará con sus esfuerzos para recuperarse, porque quiere que Ud. esté bien? El quiere que Ud. tenga una mente clara de manera que pueda apreciar las realidades eternas; él quiere que Ud. tenga tendones y músculos sanos de manera que pueda glorificar su nombre al usarlos en su servicio.­ Ms 80, 1903.

Consejo a alguien inclinado a la melancolía.-
Es su deber combatir los pensamientos opresivos y los sentimientos melancólicos, tanto como lo es orar. Es su deber contrarrestar los instrumentos del enemigo, y poner mano firme en las riendas tanto de su lengua como de sus pensamientos. Si en algún momento de su vida Ud. necesita una porción de gracia, es cuando están trabajando los órganos digestivos sensibles e inflamados, y Ud. se encuentra preocupado y cansado.
Tal vez se sorprenda de esto, pero parecería que Ud. hubiera prometido estar constantemente irritado, e irritar a los demás con su afán de buscar faltas y sus lúgubres reflexiones. Estos ataques de indigestión son difíciles, pero mantenga firmes las riendas para no maltratar con sus palabras a los que son sus mejores amigos, o a los que son sus enemigos.­ Carta 11, 1897.

Seguridad de la aprobación de Dios.-
La seguridad de la aprobación de Dios promoverá la salud física. Esta seguridad fortalece el alma contra la duda, la perplejidad y la excesiva congoja, que tan a menudo carcomen las fuerzas vitales e inducen a contraer enfermedades nerviosas de la  índole más debilitante y angustiosa. El Señor ha comprometido su infalible palabra en el sentido de que su ojo estará sobre los justos, y su oído estará abierto a su oración.­ NB 299 (1915).

Relación entre el pecado y la enfermedad.-
Dios ha señalado la relación que hay entre el pecado y la enfermedad. Ningún médico puede ejercer durante un mes sin ver esto ilustrado. Tal vez pase por alto el hecho; su mente puede estar tan ocupada en otros asuntos que no fije en ello su atención; pero si quiere observar sinceramente, no podrá menos que reconocer que el pecado y la enfermedad llevan entre si una relación de causa a efecto. El médico debe reconocer esto prestamente y actuar de acuerdo con ello. Cuando conquistó la confianza de los afligidos al aliviar sus sufrimientos, y los rescató del borde de la tumba, puede enseñarles que la enfermedad es el resultado del pecado; y que es el enemigo caído quien procura inducirlos a seguir prácticas que destruyen la salud y el alma. Puede inculcar en sus mentes la necesidad de abnegación y de obedecer las leyes de la vida y la salud. Puede implantar los principios correctos especialmente en la mente de los jóvenes.

Dios ama a sus criaturas con un amor a la vez tierno y fuerte. Ha establecido las leyes de la naturaleza; pero sus leyes no son exigencias arbitrarias. Cada "no harás", sea en la ley física o moral, contiene o implica una promesa. Si obedecemos, las bendiciones acompañarán nuestros pasos; si desobedecemos, habrá como resultado peligro y desgracia. Las leyes de Dios están destinadas a acercar más a sus hijos a él. Los salvará del mal y los conducirá al bien, si quieren ser conducidos; pero nunca los obligará. No podemos discernir los planes de Dios, pero debemos confiar en él y mostrar nuestra fe por nuestras obras.­ 2JT 144, 145 (1885).

El evangelio es el remedio para las enfermedades producidas por el pecado.-
Cuando se recibe el Evangelio en su pureza y con todo su poder, es un remedio para las enfermedades originadas por el pecado. Sale el Sol de justicia, "trayendo salud eterna en sus alas" (Mal. 4: 2 VM). Todo lo que el mundo proporciona no puede sanar el corazón quebrantado ni dar paz al espíritu, ni disipar las inquietudes, ni desterrar la enfermedad. La fama, el genio y el talento son impotentes para alegrar el corazón entristecido o restaurar la vida malgastada. La vida de Dios en el alma es la única esperanza del hombre.­ MC 78 (1905).

En el cielo todo es salud.-
La opinión sostenida por algunos de que la espiritualidad es perjudicial para la salud, es un sofisma de Satanás. La religión de la Biblia no es perjudicial para la salud del cuerpo ni de la mente. La influencia del Espíritu de Dios es la mejor medicina para la enfermedad. En el cielo todo es salud; y mientras más profundamente se comprendan las influencias celestiales, más segura será la recuperación del creyente enfermo. Los verdaderos principios del cristianismo abren delante de todos una fuente de incalculable felicidad. La religión es una fuente permanente de la cual el cristiano puede beber sin agotarla jamás.­ CTBH 13, 1890; (CH 28).

La religión es la verdadera ciencia de la curación.-
La religión es un principio del corazón, no una palabra mágica o un truco de la mente. Miren sólo a Jesús. Esta es su única esperanza, y la de su esposo, de obtener la vida eterna. Esta es la verdadera ciencia de la curación para el cuerpo y el alma. La mente no debe tener como centro a ningún ser humano, sino sólo a Dios.­ Carta 117, 1901.

El amor por el Redentor disipa los miasmas.-
La mente está nublada por la malaria sensual. Los pensamientos necesitan purificación. ¡Qué no podrían haber sido los hombres y las mujeres si hubieran comprendido que la manera  como se trata el cuerpo es de vital importancia para el vigor y la pureza de la mente y el corazón!
El verdadero cristiano participa de experiencias que producen santificación. Queda sin una mancha de culpa en la conciencia, sin una mancha de corrupción en el alma. La espiritualidad de la ley de Dios, con sus principios restrictivos, penetra en su vida. La luz de la verdad irradia su entendimiento. Un resplandor de perfecto amor por el Redentor despeja el miasma que se ha interpuesto entre su alma y Dios. La voluntad de Dios se ha convertido en su voluntad: pura, elevada, refinada y santificada. Su rostro revela la luz del cielo. Su cuerpo es templo adecuado para el Espíritu Santo. La santidad adorna su carácter. Dios puede tener comunión con él, pues el alma y el cuerpo están en armonía con Dios.­ 7CBA 921 (1898).

El amor de Cristo es un poder vitalizador.-
El amor que Cristo infunde a todo nuestro ser es un poder vivificante. Da salud a cada una de las partes vitales: el cerebro, el corazón y los nervios. Por su medio las energías más potentes de nuestro ser despiertan y entran en actividad. Libra el alma de culpa y tristeza, de la ansiedad y congoja que agotan las fuerzas de la vida. Con él vienen la serenidad y la calma. Implanta en el alma un gozo que nada en la tierra puede destruir: el gozo que hay en el Espíritu Santo, un gozo que da salud y vida.­ MC 78 (1905).


(Mente, Carácter y Personalidad 2 de E.G. de White)

jueves, 7 de junio de 2012

IX) INTERPELACIÓN DEL CUERPO Y LA MENTE 42. “La mente y la salud”



La mente controla al hombre en su totalidad.-
La mente controla al hombre en su totalidad. Todas nuestras acciones, buenas o malas, tienen su origen en la mente. Es la mente la que adora a Dios y nos vincula con los seres celestiales. . . Todos los órganos físicos son siervos de la mente, y los nervios son los mensajeros que transmiten sus órdenes a cada parte del cuerpo, para dirigir los movimientos de la maquinaria viviente. . .
La actividad armoniosa de todas sus partes: cerebro, huesos y músculos, es necesaria para el desarrollo pleno y saludable del organismo humano en su totalidad.­ SpTEd 33 (c 1897); (FE 426).

La energía eléctrica vitaliza todo el organismo.-
La energía eléctrica del cerebro, aumentada por la actividad mental, vitaliza todo el organismo, y es de ayuda inapreciable para resistir la enfermedad.­ Ed 197 (1903).

Pocos se dan cuenta del poder de la mente sobre el cuerpo.-
Pocos se dan cuenta del poder que la mente tiene sobre el cuerpo. Una gran cantidad de las enfermedades que  afligen a la humanidad tienen su origen en la mente, y sólo se pueden curar si se recupera la salud de ésta. Muchos más de los que nos imaginamos son enfermos mentales. Las enfermedades cardiacas producen muchos dispépticos, porque la perturbación mental que el miedo a ellas produce, ejerce una influencia paralizadora sobre los órganos digestivos.­ 3T 184 (1872).

Víctimas de una imaginación enfermiza.-
Hay que controlar la mente, porque ejerce una poderosa influencia sobre la salud. La imaginación a menudo se descarría, y si se le da rienda suelta, causa graves enfermedades a los que son afligidos por ella. . .
El invierno es la estación más temible para los que tienen que ponerse en contacto con esos inválidos. Por supuesto que es invierno, no sólo fuera de la casa sino dentro de ella también para los que está obligados a vivir en la misma morada y dormir en la misma habitación. Estas víctimas de una imaginación enfermiza se confinan dentro de la casa y cierran las ventanas, porque el aire les afecta los pulmones y la cabeza. La imaginación es activa; esperan resfriarse y lo consiguen. No importa cuánto se razone con ellos, no podrán creer que no comprenden la filosofía que se refiere a todo este asunto. ¿Acaso no lo han comprobado ellos mismos? Ese será su argumento.

Es verdad que han comprobado un aspecto del asunto al persistir en su propia conducta, pero la verdad es que se resfrían aunque se expongan muy poco al aire. Tiernos como bebés, no soportan nada; pero siguen viviendo, y siguen cerrando las ventanas y las puertas, y dando vueltas alrededor de la estufa y disfrutando de su miseria. Ciertamente han comprobado que su conducta no les ha hecho ningún bien, sino que ha aumentado sus dificultades. ¿Por qué los tales no permiten que la razón ejerza su influencia sobre el juicio y controle la imaginación? ¿Por qué no probar la conducta opuesta y con buen criterio hacer ejercicio al aire libre? ­ 2T 523-525 (1870).

La mente restringe la circulación (consejo a una persona tímida).-
Al mantenerse en la idea de que un baño le causará perjuicio, la impresión mental se comunica a todos los nervios del cuerpo. Los nervios controlan la circulación de la sangre; por eso la sangre, como resultado de la impresión de la mente, queda confinada en los vasos sanguíneos, y así se pierden los buenos efectos del baño. Todo esto ocurre porque la mente y la voluntad impiden que la sangre fluya libremente y llegue a la superficie para estimular, despertar y promover la circulación.
Por ejemplo, Ud. tiene la impresión de que si se baña se va a enfriar. El cerebro envía esa orden a los nervios del cuerpo, y los vasos sanguíneos, obedientes a su voluntad, no pueden llevar a cabo su tarea y producir una reacción después del baño.­ 3T 69, 70 (1872).

Frutos de una mente descuidada y soñolienta (consejo a una joven).-
Ud. tiene una imaginación enfermiza. Se ha creído enferma, pero eso ha sido más imaginación que realidad. Ud. no ha sido veraz consigo misma. . . Daba la impresión de una persona sin espina dorsal. Se sostenía medio apoyándose en los demás, postura inadecuada para una dama que está en presencia de otras personas. Si solamente lo hubiera pensado, habría caminado tan bien, y se habría sentado tan erecta como muchos otros.

La condición de su mente la lleva a la indolencia y a temer el ejercicio, en circunstancias en que éste sería el mejor remedio para su recuperación. Nunca se sanará, a menos que deponga esa condición descuidada y soñolienta de su mente, y se levante para hacer algo, para trabajar mientras el día dura. Haga algo, mientras imagina y traza planes. Aparte su mente de los proyectos románticos, del enfermizo sentimentalismo amoroso, que no eleva, sino que sólo degrada. No solamente Ud. resulta afectada; otros reciben daño mediante su ejemplo y su influencia.­ 2T 248, 249 (1869).

Salud sacrificada en aras de los sentimientos (consejo a una mujer de voluntad fuerte).-
Querida-------, Ud. tiene una imaginación enfermiza; y deshonra a Dios al permitir que sus sentimientos controlen completamente su razón y su juicio. Tiene una voluntad decidida, y como consecuencia la mente reacciona sobre el cuerpos desequilibra la circulación y congestiona ciertos órganos. Ud. está sacrificando su salud en aras de sus sentimientos.­ 5T 310 (1873).

Enfermedad mental producida por lenguas no santificadas (comentarios acerca del fallecimiento de la esposa de un administrador).-
La Hna.­­­­­-- se sintió tan oprimida por el pesar, que perdió la razón. Pregunto: ¿Quién, en el día del juicio, será tenido por responsable de apagar la luz de esa mente que debería estar iluminando hoy? ¿Quién tendrá que responder en el día de Dios por la obra que produjo el pesar que a su vez causó esta enfermedad? Ella sufrió por meses, y su esposo sufrió con ella. Y ahora esa pobre mujer se ha ido, dejando a dos hijos sin madre. Todo esto como consecuencia de la obra hecha por lenguas no santificadas.­ Ms 54, 1904.

La mente muy exigida perjudica la salud.-
Ciertos hermanos han invertido recursos en derechos de patentes y otras empresas, y han inducido a interesarse por estas cosas a otros que no pueden soportar la perplejidad y el cuidado de tales negocios. Sus mentes ansiosas y recargadas afectan gravemente sus cuerpos ya enfermizos y ceden al abatimiento, que crece hasta llegar a la desesperación. Pierden toda confianza en sí mismos, piensan que Dios los ha abandonado y no se atreven a creer que será misericordioso con ellos.­ 1JT 103 (1862).

La actividad mental produce buena salud.-
Dios quiere que sus siervos, delegados de él, sean buenos predicadores, y para ello deben estudiar con diligencia. . . Los hábitos de estudio y un firme apoyo de lo alto calificarán para su cargo de ministros del evangelio de Cristo. La actividad mental producirá buena salud, y esto es mejor que una mente indolente, desordenada y sin entrenamiento. Muchos llegan a ser inútiles como ministros a medida que aumentan sus años de vida. . . Si hubieran ejercitado la mente, habrían sido fructíferos al llegar a la edad avanzada.­ Carta 33, 1886.

La energía eléctrica del cerebro resiste la enfermedad.-
Las mentes de los hombres que piensan trabajan demasiado. Con frecuencia éstos usan sus facultados mentales en forma sumamente generosa, mientras hay otros cuyo más elevado propósito en la vida es el trabajo físico. Estos últimos no ejercitan la mente. Sus músculos hacen ejercicio mientras les roban a sus cerebros el vigor intelectual, de la misma manera como las mentes de los hombres que piensan están activas, mientras les roban a sus cuerpos la fortaleza y el vigor como consecuencia de su descuido del ejercicio de los músculos... Su influencia para el bien es reducida en comparación con lo que podría ser si estuvieran dispuestos a usar sus cerebros tanto como sus músculos. Esta clase de gente cae con más facilidad si la ataca una enfermedad; el organismo resulta vitalizado por la energía eléctrica del cerebro para resistir la enfermedad.­ 3T 157 (1872).

El descontento y las quejas producen enfermedad.-
Lo que transmite a casi todos enfermedades del cuerpo y de la mente, son los sentimientos de descontento y los anhelos insatisfechos. No tienen a Dios, ni la esperanza que llega hasta dentro del velo, que es para el alma un ancla segura y firme. Todos los que poseen esta esperanza se purifican como él es puro. Los tales estarán libres de inquietudes y descontento; no estarán continuamente buscando males ni acongojándose por dificultades prestadas. Pero vemos a muchos sufrir dificultades de antemano; la ansiedad está estampada en todas sus facciones; no parecen hallar consuelo,  sino que de continuo esperan algún mal terrible.­ 1JT 178 (1867).

Una actitud inquieta es perjudicial para la salud (consejo a una mujer perturbada).-
El señor le ama y se preocupa por Ud., y aunque su esposo no siempre está a su lado, Ud. tiene excelente compañía en la misma zona donde esta construida su casa. No mantenga su mente en una actitud inquieta; por que eso perjudica su salud. Debe comprender que nadie puede equilibrar su mente fuera de Ud. misma.
Está demasiado inclinada a ver el lado desalentador de las cosas. Esta es una debilidad de su carácter. Daña su experiencia y satura de pesar la experiencia de su esposo.
Ud. piensa demasiado en las cosas que le suceden. Todo lo que pueda hacer para apartar su mente de sí misma, en cualquier clase de actividad, hágalo. Debe apreciar el gran don hecho al mundo en la persona de Jesucristo, y puede esperar mucha calma, consuelo y amor práctico para que su mente descanse en perfecta paz. Todo creyente debe estar revestido de la justicia de Cristo, y esa justicia habla con más elocuencia que la sangre de Abel.­ Carta 294, 1906.

Incapacidad para pensar razonablemente.-
El estudiante puede dedicar todas sus facultades a adquirir conocimientos; pero si no conoce a Dios ni obedece las leyes que gobiernan su propio ser, se destruirá. Los malos hábitos le hacen perder la facultad de apreciarse y gobernarse a sí mismo. No puede razonar correctamente acerca de asuntos del mayor interés para él. Es temerario y falto de criterio en el modo de tratar su mente y su cuerpo. Por haber desatendido el cultivo de los buenos principios, se arruina para este mundo y para el venidero.­ MC 356 (1905).

Egocentrismo * : un impedimento para la recuperación.-
 Uno de los mayores obstáculos para el restablecimiento de los enfermos es la concentración de su atención en sí mismos. Muchos inválidos se figuran que todos deben otorgarles simpatía y ayuda, cuando lo que necesitan es que su atención se distraiga de sí mismos, para interesarse en los demás.­ MC 193 (1905).

Aparte la mente del yo.-
El ejercicio ayuda en el proceso de la digestión. Caminar después de la comida, con la cabeza erecta y los hombros enhiestos, para hacer un ejercicio moderado, será de gran beneficio. La mente se apartará del yo para concentrarse en las bellezas de la naturaleza. Mientras menos atención se le preste al estómago después de una comida, mejor. Si usted teme constantemente que la comida puede hacerle mal, seguramente será así. Olvídese de usted mismo y piense en algo alegre.­ 2T 530 (1870).

Hacer el bien libera fuerzas positivas.-
El placer de hacer el bien anima la mente y envía sus vibraciones a todo el cuerpo. Mientras los rostros de los hombres generosos están iluminados por la alegría y expresan la elevación moral de la mente, los de los hombres egoístas y mezquinos aparecen abatidos, decaídos y lúgubres. Sus defectos morales se reflejan en sus rostros.­ 2T 534 (1870).

La seguridad mejora la salud.-
Cuando los hombres que se habían dedicado a malos hábitos y prácticas pecaminosas se entregan al poder de la verdad divina, la aplicación de esa verdad al corazón reaviva las facultades morales que parecían paralizadas. El receptor de la verdad posee una comprensión más fuerte y más clara que antes que su alma se aferrara a la Roca eterna. Hasta su salud física mejora al darse cuenta de su seguridad en Cristo. La bendición especial de Dios que reposa sobre el receptor es en sí misma salud y fortaleza.­CTBH 13, 1890; (CH 28).

Efectos tranquilizadores de las condiciones de trabajo adecuadas (consejo a un administrador muy atareado).-
No me corresponde trazarle una línea definida de trabajo. Pero debería trabajar, de ser posible en un lugar donde su mente pudiera mantenerse en equilibrio, donde pudiera estar en paz y tranquilidad, donde no se lo consultara acerca de muchas cosas. No es lo mejor para Ud. supervisar muchas cosas. Su mente no debería estar exigida en exceso. Eso es muy perjudicial para Ud. Cuando muchos motivos de perplejidad se amontonan sobre Ud., la sangre fluye a la cabeza, y da lugar a sentimientos tan intensos que ponen en peligro su salud.

Ubíquese, si es posible, donde tenga pocos motivos de preocupación acerca del trabajo de los demás. . . Si carga sobre Ud. perplejidades en las que están implícitos muchos intereses, la confusión resultante de trazar planes para la administración de una gran diversidad de cosas no será para su bien ni para los mejores intereses de la causa de Dios.

Los que quieren depositar sobre Ud. una pluralidad de deberes que requieren un manejo muy cuidadoso, están cometiendo una equivocación. Su mente necesita tranquilidad. Ud. tiene que hacer una tarea que no produzca fricción en su mente. Debe mantener su conciencia en el temor de Dios, de acuerdo con las normas de la Biblia, y tiene que progresar constantemente, a fin de que de ninguna manera quede Ud. descalificado para hacer la obra que el Señor le asignó.­ Carta 92, 1903.

Mente tranquila: senda que conduce a la salud.-
La conciencia de estar haciendo el bien es la mejor medicina para los cuerpos y las mentes enfermos. La bendición especial de Dios que descansa sobre quien la recibe, es salud y fortaleza. La persona cuya mente está tranquila y satisfecha en Dios, está en la senda que conduce a la salud. Ser conscientes de que los ojos del Señor están sobre nosotros, y que sus oídos están abiertos para escuchar nuestras oraciones, es ciertamente satisfactorio. Saber que tenemos un amigo que nunca falla y a quien podemos confiarle todos los secretos  del alma, es un privilegio que las palabras no pueden expresar.­ 1T 502 (1867).

El amor, la esperanza y la alegría son esenciales para la salud.-
Para tener perfecta salud, nuestros corazones deben estar llenos de esperanza, amor y alegría.­ SpT Serie A, N° 15, p. 18, 3 de abril de 1900; (CH 587).

Cristo es la respuesta.-
Muchos están sufriendo de enfermedades que son más del alma que del cuerpo, y no encontrarán alivio hasta que acudan a Cristo, la fuente de la vida. Entonces las quejas relativas al cansancio, la soledad y la insatisfacción, cesarán. Los goces satisfactorios darán vigor a la mente, y salud y energía vital al cuerpo.­ 4T 579 (1881).

(Mente, Carácter y Personalidad 2 de E.G. de White)

IX) INTERPELACIÓN DEL CUERPO Y LA MENTE 41. El régimen Alimentario y la Mente



El cerebro debe estar sano.-
El cerebro es el órgano y el instrumento de la mente, y controla todo el cuerpo. Para que las demás partes del organismo estén sanas, el cerebro tiene que estar sano. Y para que el cerebro esté sano, la sangre debe ser pura. Si la sangre se mantiene pura mediante hábitos correctos relativos a la comida y la bebida, el cerebro recibirá adecuada nutrición.­ SpT Serie B, N° 15, p. 18, 13 de abril de 1900; (CH 586, 587).

El cerebro provisto de vida y fortaleza.-
El organismo humano es una maquinaria maravillosa, pero se puede abusar de ella. . . La transformación del alimento en sangre buena es un extraordinario proceso, y todo ser humano debería estar informado respecto de este asunto. . . Cada órgano del cuerpo conserva parte de los nutrientes para mantener sus diferentes partes en acción. Al cerebro se le debe proporcionar su parte, a los huesos su porción. El gran Maestro constructor está obrando en cada momento, para suplir lo necesario a cada músculo y tejido, desde el cerebro hasta la punta de los dedos de las manos y los pies, a fin de dar vida y fortaleza.­ Carta 17, 1895.

Resultados de obviar las leyes de la naturaleza.-
Dios ha concedido gran luz a este pueblo, aunque no estamos fuera del alcance de la tentación. . . Un inválido ­aparentemente muy concienzudo, pero fanático y lleno de suficiencia propia­ confiesa libremente su desprecio por las leyes de la vida y la salud que, como pueblo, la misericordia divina nos ha inducido a aceptar. Sus alimentos deben ser preparados de una manera que satisfaga sus anhelos mórbidos. Más bien que sentarse a una mesa donde se provea alimento sano, recorre los restaurantes donde pueda satisfacer su apetito sin restricción. Locuaz defensor de la temperancia, desprecia sus principios fundamentales. Quiere alivio, pero se niega a obtenerlo al precio de la abnegación. Este hombre está adorando ante el altar del apetito pervertido. Es un idólatra. Las facultades que, santificadas y ennoblecidas, podrían ser empleadas para honrar a Dios, son debilitadas y hechas de poca utilidad. Un genio irritable, una mente confusa y nervios desquiciados, se cuentan entre los resultados de ese desprecio por las leyes naturales. Este hombre no es digno de confianza ni eficiente.­ 2JT 55, 56 (1882).

Intima relación entre lo que comemos y la mente.-
En relación con la declaración de Pedro de que debemos añadir "al dominio propio paciencia", me referí (en un discurso) a la bendición de la reforma en favor de la salud, y a las ventajas que se logran mediante el uso de la apropiada combinación de alimentos sencillos y nutritivos. Me referí a la íntima relación que existe entre el comer y el beber, y la condición de la mente y el carácter. No nos podemos dar el lujo de desarrollar un mal carácter como consecuencia de malos hábitos de vida.­ RH. 12 de julio de 1906.

La complacencia del apetito es la mayor causa de debilidad mental.-
La complacencia del apetito es la causa más importante de la debilidad física y mental y el cimiento de la flaqueza que se nota por doquiera.­ 1JT 417 (1875).

Mente confundida por un régimen alimentario inadecuado.-
No deberíamos proporcionar para el sábado una mayor cantidad o variedad de alimentos que para los demás días. En lugar de ello, las comidas deberían ser más sencillas, y se debería comer menos, para que la mente esté clara y vigorosa a fin de comprender las cosas espirituales. El exceso de comida nubla la mente. Se pueden oír las más preciosas palabras sin apreciarlas, porque la mente está confundida por un régimen alimentario inadecuado. Al comer en exceso durante el sábado, muchos han hecho más de lo que piensan para deshonrar a Dios.­ 6T 357 (1900).

Satanás domina la mente por medio del apetito.-
Por medio del apetito, Satanás gobierna la mente y el ser entero. Millares que podrían haber vivido, han ido a la tumba como náufragos físicos, mentales y morales, porque sacrificaron todas sus facultades en la complacencia del apetito.- CRA 198 (1890).

Los órganos de la digestión afectan la felicidad de la vida.-
Los órganos digestivos tienen una parte importante que realizar en nuestra felicidad en la vida. Dios nos ha dado inteligencia, para que aprendamos lo que debemos usar como alimentos. ¿No estudiaremos, como hombres y mujeres sensatos, si las cosas que comemos combinarán, o si producirán dificultad? Las personas que tienen acidez estomacal tienen a menudo un temperamento agrio. Parece que todas las cosas están en contra de ellas, y están inclinadas a ser malhumoradas e irritables. Si queremos tener paz entre nosotros, debemos dar mayor consideración al pensamiento de tener un estómago sano.­ CRA 133 (1908).

El vigor de la mente depende del cuerpo (consejo a escritores y ministros).-
Obedezcan los principios de la reforma en favor de la salud y eduquen a otros para que hagan lo mismo. La salud de la mente depende en gran medida de la salud del cuerpo, y la salud del cuerpo depende de la forma como se trata la maquinaria viviente. Coman sólo el alimento que propenda a conservar el estómago en la mejor condición de salud. Necesitan aprender más cabalmente la filosofía relativa al cuidado apropiado de Uds. mismos con respecto al asunto de la alimentación. Organicen su trabajo de manera que puedan disponer de horas fijas para comer. Deben ejercer cuidado especial en relación con este asunto. Recuerden que para vivir la verdad tal como es en Jesús, se requiere mucha disciplina propia.­ Carta 297, 1904.

Horarios irregulares, descuido y falta de atención a las leyes de la salud.-
Con frecuencia, la mente no se cansa ni se quebranta como consecuencia del trabajo diligente y del estudio empeñoso, sino como resultado de ingerir alimentos inapropiados a horas inadecuadas, y del descuido y la falta de atención a las leyes de la salud. . . La irregularidad en las horas de comer y dormir drena el vigor del cerebro. El apóstol Pablo declara que quien quiera lograr el éxito en alcanzar una elevada norma de piedad, debe ser temperante en todas las cosas. La comida, la bebida y la vestimenta, todas ellas tienen una relación directa con nuestro progreso espiritual.­ Yl, 31 de mayo de 1894.

El exceso de alimentos debilita la mente.-
Ha de evitarse el exceso de comida, aunque sea de la más saludable. El cuerpo no puede usar más de lo que se requiere para la reparación de sus diversos órganos, y el exceso entorpece al organismo. Más de un estudiante cree haber arruinado su salud por el exceso de estudio, cuando la verdadera causa es el exceso de alimento. Mientras se presta la debida atención a las leyes de la salud, el trabajo mental ofrece poco peligro, pero en muchos casos del así llamado fracaso mental, lo que cansa el cuerpo y debilita la mente es el hábito de sobrecargar el estómago.­ Ed 205 (1903).

La complacencia del apetito embota los más nobles sentimientos de la mente.-
La complacencia del apetito al comer demasiado es glotonería. La gran variedad de alimentos que a menudo se ingieren en una sola comida es suficiente para producir un estómago y un temperamento desordenados. Por eso Dios requiere de cada ser humano que coopere con él, para que nadie traspase su propio límite al comer en exceso o al participar de alimentos inapropiados. Esta complacencia fortalece las inclinaciones animales y embota los más nobles sentimientos de la mente. Todo el ser se degrada, y el instrumento humano se convierte en un esclavo del apetito al mimar y complacer sus propias pasiones degradantes y sensuales.­ Ms 113, 1898.

El exceso de comida produce olvido y pérdida de la memoria (consejo a un amante de la comida).-
Ud. es un glotón cuando se sienta a la mesa. Esta es la gran causa de sus olvidos y falta de memoria. Ud. dice cosas (yo sé que las ha dicho) que luego cambia completamente, afirmando que ha dicho algo diferente de lo que ha dicho. Yo me enteré de esto, pero lo pasé por alto considerando que era un seguro resultado de la sobrealimentación. No valía la pena hablar de ello. No curaría el mal.­ CRA 164 (1895).

El exceso de comida embota las emociones.-*
La intemperancia en el comer, aunque se trate de alimentos de la debida calidad, tendrá una influencia agotadora sobre el organismo y embotará las emociones más sensibles y santas. La temperancia estricta en el comer y beber es altamente esencial para la sana conservación y el ejercicio vigoroso de todas las funciones del cuerpo. Los hábitos estrictamente temperantes, combinados con el ejercicio de los músculos tanto como de la mente, conservarán el vigor mental y físico y darán fuerza y resistencia  a los que se dedican al ministerio, a los redactores y a todos los demás cuyos hábitos sean sedentarios. Como pueblo, a pesar de que profesamos practicar la reforma pro salud, comemos demasiado. La complacencia del apetito es la causa más importante de la debilidad física y mental y es el cimiento de la flaqueza que se nota por doquiera.­ 1JT 417 (1875).

Restrinja la diversidad de alimentos.-
Debemos cuidar los órganos de la digestión, y no forzarlos con una gran variedad de alimentos. El que se llena de muchas clases de alimentos en una misma comida está haciéndose daño. Es más prudente que comamos lo que nos sienta bien que probar cada uno de los platos colocados delante de nosotros. No existe ninguna puerta en nuestro estómago a través de la cual podamos mirar su interior para ver lo que pasa; de manera que debemos usar nuestra mente, y razonar de causa a efecto. Si usted se siente sobreexcitado, y todo parece andar mal, tal vez sea debido a que está sufriendo las consecuencias de comer una gran variedad de alimentos.­ CRA 132, 133 (1908).

El plan de Dios para nosotros.-
Dios desea que nosotros, mediante una estricta temperancia, mantengamos la mente clara y alerta para que podamos distinguir entre lo sagrado y lo común. Deberíamos luchar para comprender la maravillosa ciencia de la incomparable compasión y benevolencia de Dios. Los que comen demasiado y los que ingieren alimentos no saludables se crean problemas y se descalifican a sí mismos para el servicio de Dios. Es peligroso comer carne, porque los animales padecen muchas enfermedades mortales. Los que insisten en comer carne de animales, sacrifican la espiritualidad a causa de un apetito pervertido. Sus cuerpos se llenan de enfermedad.­ Ms 66, 1901.

La actividad intelectual disminuye como consecuencia de un régimen rico en carne.-
Las facultades intelectuales, morales y físicas quedan perjudicadas por el consumo habitual de carne. El comer carne trastorna el organismo, anubla el intelecto y embota las sensibilidades morales.­ 1JT 195 (1900).

Lo que comemos puede disminuir la actividad intelectual.-
Estamos compuestos por lo que comemos, y si comemos mucha carne nuestra actividad intelectual disminuirá. Los estudiantes lograrían mucho más en sus estudios si nunca comieran carne. Cuando la parte animal del ser humano se fortalece al comer carne, las facultades intelectuales disminuye proporcionalmente. Se lograría una vida religiosa más exitosa, y se la conservaría, si se eliminara la carne, porque ese régimen sirve de estímulo para actividades intensas, inclinaciones sensuales, y debilita la naturaleza moral y espiritual. "La carne... [lucha] contra el Espíritu, y el. . . Espíritu. . . contra la carne" (Gál. 5: 17).

Necesitamos muchísimo animar y cultivar pensamientos puros y castos, y fortalecer las facultades morales en lugar de hacerlo con las tendencias subalternas y carnales. 
¡Quiera Dios ayudarnos a despertar 
de nuestros apetitos y nuestra complacencia propia!­
 Carta 72, 1896; (MM 277, 278).

El consumo de carne y la disposición de ánimo.-
Por lo general, el Señor no proveyó para su pueblo alimentos a base de carne en el desierto, porque sabia que el uso de ese régimen crearía enfermedad e insubordinación. A fin de modificar la disposición, y con el propósito de poner en activo ejercicio las facultades más elevadas de la mente, quitó de ellos la carne de los animales muertos.­ CRA 448 (1898).

Consecuencias del consumo de carne de cerdo.-
El consumo de carne de cerdo no daña únicamente la salud física. La mente es afectada y la delicada sensibilidad queda  embotada por el uso de este tosco alimento.­ CRA 470 (1865).

Quien come imprudentemente se descalifica para ser consejero.-
El azúcar no es buena para el estómago. Produce fermentación y esto obnubila el cerebro y causa irritabilidad en la disposición de ánimo. Y está probado que dos comidas son mejor que tres para la salud del organismo.* Qué lástima que a menudo, cuando debería ejercerse la mayor abnegación, el estómago está lleno de una masa de alimento malsano, que permanece allí para descomponerse. La aflicción del estómago afecta el cerebro. El que come imprudentemente no se da cuenta de que se está descalificando para dar un consejo sabio, a fin de trazar planes para el mayor progreso de la obra de Dios. Pero así es. No puede discernir las cosas espirituales, y en las reuniones de la junta, cuando debería decir "sí" y "amen", dice "no". Hace propuestas que no vienen al caso. El alimento que ingirió ha sumido en la penumbra sus facultades mentales.

La complacencia propia descalifica al instrumento humano para dar testimonio en favor de la verdad. La gratitud que ofrecemos a Dios por sus bendiciones queda grandemente afectada por el alimento que ponemos en el estómago. La complacencia del apetito es causa de disensión, contienda, discordia y muchos otros males. Se pronuncian palabras llenas de impaciencia y se llevan a cabo hechos poco amables; se aplican métodos deshonestos y se manifiesta la pasión. Y todo ello porque los nervios del cerebro están enfermos por el alimento que se ha amontonado abusivamente sobre el estómago.­Ms 93, 1901.

El café afecta las facultades mentales y morales.-
El café  proporciona una complacencia dañina. Si momentáneamente excita la mente. . . el efecto posterior es agotamiento, postración, parálisis de las facultades mentales, morales y físicas. La mente se enerva, y a menos que por un esfuerzo determinado se venza el hábito, la actividad del cerebro disminuye en forma permanente.­ CRA 506 (1890).

La alimentación equivocada produce pensamientos equivocados.-
La salud del cuerpo debe considerarse como esencial para el crecimiento en la gracia y la adquisición de un carácter templado. Si no se cuida debidamente el estómago, será trabada la formación de un carácter moral íntegro. El cerebro y los nervios están en íntima relación con el estómago. De los errores practicados en el comer y beber resultan pensamientos y hechos erróneos.­ 3JT 360 (1909).

El elevado aprecio que se debería tener por la expiación queda anulado.-
Cuando seguimos un patrón de conducta que tiende a disminuir el vigor mental y físico, ya sea en la comida, en la bebida o en cualquiera de nuestros hábitos, deshonramos a Dios porque le robamos el servicio que él espera de nosotros. Cuando complacemos el apetito a expensas de la salud, o cuando nos entregamos a hábitos que disminuyen nuestra vitalidad y nuestro vigor mental, no podemos tener un alto aprecio de la expiación y una correcta estima de las cosas eternas. Cuando nuestras mentes están en medio de la niebla y parcialmente paralizadas por la enfermedad, las tentaciones de Satanás nos vencen fácilmente.­ Carta 27, 1872.

Demasiado cuidado acerca de la comida.-
Es imposible calcular el peso exacto de los alimentos que deberíamos comer. No es aconsejable seguir este procedimiento porque si lo hacemos, la mente se concentrará en si misma. La comida y la bebida se convierten en tema constante del pensamiento. Los que no hagan un dios del estómago, vigilarán con cuidado el apetito. Comerán alimentos sencillos y nutritivos. . .  Comerán despacio y masticarán cabalmente los alimentos. Después de comer harán ejercicio físico adecuado al aire libre. Los tales nunca necesitarán preocuparse de ingerir cantidades exactas de alimentos.
Hay muchos que han llevado una gravosa responsabilidad en cuanto a la cantidad y la calidad de los alimentos más aptos para nutrir el organismo. Algunos, especialmente los dispépticos, se han preocupado tanto por el gusto de la comida que no han ingerido el alimento suficiente para nutrir sus organismos. Le han causado un gran perjuicio a la casa donde viven, y tememos que se hayan dañado a sí mismos para esta vida.­ Carta 142, 1900.

Coma de acuerdo con su buen criterio y después, descanse.-
Hay algunos que siempre recelan que la comida, por muy sencilla y sana que sea, les hace daño. Permítaseme decirles: No penséis que la comida os hará daño; no penséis siquiera en la comida. Comed conforme os lo dicte vuestro sano juicio; y cuando hayáis pedido al Señor que bendiga la comida para fortalecimiento de vuestro cuerpo, creed que os oye, y tranquilizaos.­ MC 247 (1905).

Los intemperantes no pueden tener paciencia.-
Existen amplias razones que explican que haya tantas mujeres nerviosas en el mundo y que sufren de dispepsia con su estela de males. La causa ha sido seguida por el efecto. A las personas intemperantes les resulta imposible ser pacientes. Primero deben reformar los malos hábitos y vivir en forma saludable, y después de esto no encontrarán difícil ser pacientes.
Al parecer muchas personas no comprenden la relación que hay entre la mente y el cuerpo. Si el organismo es perturbado a causa del alimento impropio, el cerebro y los nervios quedan afectados de tal modo que hasta las cosas pequeñas molestan a los que padecen de este mal. Las pequeñas dificultades son para ellos problemas enormes. Esta clase de individuos está incapacitada para educar debidamente  a sus hijos. En su vida primarán las actitudes extremas: algunas veces serán muy indulgentes, en cambio otras serán severos y condenarán pequeñeces que no merecían ninguna atención.­ 2MS 498 (1865).

La dispepsia conduce a la irritabilidad.-
Un estómago dispéptico siempre conduce a la irritabilidad. Un estómago avinagrado produce un temperamento agrio. Su cuerpo debe estar en sujeción si Ud. quiere que sea un templo adecuado para la morada del Espíritu Santo. . . Coma frugalmente alimento equilibrado y sano. Haga ejercicio con moderación, y Ud. se convencerá de que su vida vale la pena.­ Carta 27, 1872.

El alimento malsano anestesia la conciencia.-
Nuestro pueblo ha estado retrocediendo respecto de la reforma pro salud. Satanás ve que no puede ejercer un poder tan grande sobre las mentes cuando el apetito está bajo control, como cuando se le da rienda suelta, y él está trabajando constantemente para inducir a los hombres a complacerse a sí mismos. Bajo la influencia de alimentos malsanos la conciencia se anestesia, la mente se entenebrece y se malogra su susceptibilidad a las impresiones. . .
¿Querrá ver y comprender nuestro pueblo el pecado de pervertir el apetito? ¿Querrán eliminar toda complacencia dañina y dedicar los medios que así se economicen a la difusión de la verdad?­ Ms 132, sin fecha.

Una definición de la temperancia en el comer.-
Los principios de la templanza deben llevarse más allá del mero consumo de bebidas alcohólicas. El uso de alimentos estimulantes indigestos es a menudo igualmente perjudicial para la salud, y en muchos casos, siembra las semillas de la embriaguez. La verdadera temperancia nos enseña a abstenernos por completo de todo lo perjudicial, y a usar cuerdamente lo que es saludable. Pocos son los que comprenden debidamente la influencia que sus hábitos relativos a la  alimentación ejercen sobre su salud, su carácter, su utilidad en el mundo y su destino eterno. El apetito debe sujetarse siempre a las facultades morales e intelectuales. El cuerpo debe servir a la mente, y no la mente al cuerpo.­ PP 605 (1890).

Evitemos los extremos.-
Los que entienden debidamente las leyes de la salud y se dejan dirigir por los buenos principios, evitan los extremos, y no incurren en la licencia ni en la restricción. Escogen su alimento no meramente para agradar al paladar, sino para reconstruir el cuerpo. Procuran conservar todas sus facultades en la mejor condición posible para prestar el mayor servicio a Dios y a los hombres. Saben someter su apetito a la razón y a la conciencia, y son recompensados con la salud del cuerpo y de la mente. Aunque no imponen sus opiniones a los demás ni los ofenden, su ejemplo es un testimonio en favor de los principios correctos. Estas personas ejercen una extensa influencia para el bién.­ MC 246 (1905).


(Mente, Carácter y Personalidad 2 de E.G. de White)

IX) INTERPELACIÓN DEL CUERPO Y LA MENTE 40. “El Cuerpo Afecta La Mente”


Íntima relación entre la mente y el cuerpo.-
Hay una estrecha relación entre la mente y el cuerpo, y para alcanzar un alto nivel de dotes morales o intelectuales, debemos acatar las leyes que gobiernan nuestro físico.­ PP 650 (1890).

El esfuerzo mental resulta afectado por el vigor físico.-
Deberíamos tratar de preservar el pleno vigor de nuestras facultades para llevar a cabo la tarea que tenemos delante de nosotros. Todo lo que reduzca el vigor físico, debilita el esfuerzo mental. De ahí que toda costumbre que perjudique la salud del cuerpo debería ser descartada resueltamente. Dice el gran apóstol: "Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado". No podemos conservar nuestra consagración a Dios y al mismo tiempo perjudicar nuestra salud mediante la complacencia de un hábito erróneo. La abnegación es una de las condiciones, no sólo para ser admitidos en el servicio de Cristo, sino para continuar en él. Cristo mismo declaró, con palabras que no se pueden interpretar mal, cuáles son las condiciones del discipulado: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame".

Sin embargo, cuántos que se dicen cristianos no están dispuestos a negarse a sí mismos ni aun por causa de Cristo. Cuán a menudo el amor a una complacencia perniciosa es más fuerte que el deseo de tener una mente sana en un cuerpo sano. Se dedican preciosas horas del tiempo de prueba, y se malgastan los medios dados por Dios para complacer al ojo y gratificar el apetito. La costumbre mantiene a miles esclavos de lo terreno y lo sensual. Muchos son cautivos voluntarios; no desean una parte mejor.­ ST, 1° de junio de 1882.

La facultad de discriminar entre lo correcto y lo incorrecto.-
Cualquier cosa que disminuya la fuerza física, debilita la mente y la vuelve menos capaz de discernir entre lo bueno y lo malo.­ PVGM 281 (ed. PP); 243 (ed. ACES) (1900).

Los hábitos erróneos conducen a conceptos distorsionados.-
Hno.­­­­­­, Ud. se basa en sí mismo. Ve muchas cosas bajo una luz pervertida. Sospecha de los hombres, tiene una gran desconfianza, es celoso y se imagina el mal. Cree que todo el mundo está decidido a arruinarlo. Muchas de estas tribulaciones se originan en Ud. mismo. Interpreta que muchas cosas se hacen con el premeditado propósito de perjudicarlo, cuando eso está muy lejos de la verdad. Se hace a sí mismo el mayor de los daños con su conducta equivocada. Ud. es su mayor enemigo. Sus malos actos desequilibran la circulación de la sangre y la envían al cerebro, y entonces Ud. ve todo bajo una luz perversa. Es rápido y temperamental, y no ha cultivado el dominio propio. Su voluntad y su manera de ser le parecen aceptables. Pero a menos que Ud. vea los defectos en su carácter y lave sus ropas y las blanquee en la sangre del Cordero, seguramente no alcanzará la vida eterna. Ama la teoría de la verdad, pero no deja que ella santifique su vida. No manifiesta en su conducta diaria los principios de la verdad que profesa.­ Carta 27,1872.

Los hábitos físicos afectan el cerebro.-
El cerebro es la ciudadela del ser. Los malos hábitos físicos afectan el cerebro, e impiden que se alcance aquello que se desea: una buena disciplina mental. A menos que los jóvenes estén versados en la ciencia de cuidar del cuerpo tanto como de la mente, no tendrán éxito como alumnos. El estudio no es la causa principal del quebrantamiento de las facultades mentales. La causa principal es la alimentación impropia, las comidas irregulares, la falta de ejercicio físico y otras violaciones negligentes de las leyes de la salud. Cuando hagamos todo cuanto podamos para conservar la salud, entonces podremos pedir con fe a Dios que bendiga nuestros esfuerzos.­ CM 284, 285 (ed. PP); 229 (ed. ACES) (1913).
Pedro y la relación que existe entre el cuerpo y la mente.-
El apóstol Pedro entendía la relación que hay entre la mente y el cuerpo, y levantó su voz para amonestar a los hermanos: "Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma" (1 Ped. 2: 11). Muchos consideran que este texto es una advertencia contra la licencia solamente; pero tiene un significado más amplio. Prohibe toda gratificación perjudicial del apetito o la pasión. Todo apetito pervertido llega a ser una concupiscencia que combate contra nosotros. El apetito nos fue dado con un buen propósito, no para ser ministro de muerte al ser pervertido, y en esta forma degenerar hasta llegar a producir las "concupiscencias que batallan contra el alma".* ­ CRA 197, 198 (1890).

El mal uso de las facultades físicas desequilibra el sistema nervioso.-
El uso indebido de nuestras facultades físicas acorta el período de tiempo en el cual nuestras vidas pueden ser usadas para la gloria de Dios. Y ello nos incapacita  para realizar la obra que Dios nos ha dado para hacer. Al permitirnos formar malos hábitos, acostándonos a horas avanzadas o complaciendo el apetito a expensas de la salud, colocamos los cimientos de nuestra debilidad. Descuidando el ejercicio físico, cansando demasiado la mente o el cuerpo, desequilibramos el sistema nervioso. Los que así acortan su vida y se incapacitan para el servicio al no tener en cuenta las leyes naturales, son culpables de estar robando a Dios. Y están robando también a sus semejantes. La oportunidad de bendecir a otros, la misma obra para la cual Dios los envió al mundo, ha sido acortada por su propia conducta. Y se han incapacitado para hacer aun aquello que podían haber efectuado en un tiempo mucho más breve. El Señor nos considera culpables cuando por nuestros hábitos perjudiciales privamos así al mundo del bien.­ PVGM 281, 282 (ed. PP); 244 (ed. ACES) (1900).

La ociosidad debilita la energía mental.-
La razón por la cual la juventud tiene tan poca fortaleza cerebral y muscular es porque hace muy poco trabajo útil. "He aquí ésta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité" (Eze. 16: 49, 50).­ 4T 96 (1876).

El trabajo manual da descanso a la mente.-
Todo el organismo necesita la influencia vigorizadora del ejercicio al aire libre. Unas cuantas horas de trabajo manual cada día tenderán a renovar el vigor corporal y a darle descanso y alivio a la mente.­ 4T 264, 265 (1896).

El baño da vigor al cuerpo y a la mente.-
Ya sea que alguien esté enfermo o sano, la respiración será más libre y fácil si toma un baño. Gracias a él, los músculos se ponen más flexibles, la mente y el cuerpo se vigorizan por igual,  el intelecto se vuelve más brillante, y toda actividad adquiere más vida.­ 3T 70 (1872).

Descanso versus estimulantes.-
Los malos hábitos físicos perjudican el cerebro, y todo el organismo se desequilibra. Se puede hacer un esfuerzo para vigorizar los nervios agotados mediante la ingestión de estimulantes, pero de esa manera no se eliminará la dificultad. A menos que se haga un esfuerzo decidido, y que haya un reconocimiento inteligente de la necesidad de darle descanso al cerebro en vez de estimulantes, el ser humano perderá su dominio propio y será una desgracia para la causa de Dios.­Carta 205, 1904.

La mente entregada a un descanso reparador.-
Deberíamos dedicar más tiempo a orar humilde y fervientemente a Dios para pedirle sabiduría con el fin de educar a nuestros hijos en la crianza y admonición del Señor. La salud de la mente depende de la salud del cuerpo. Como padres cristianos, estamos en la obligación de educar a nuestros hijos con respecto a las leyes de la vida. En Cristo obtendrán fortaleza y esperanza, y no serán perturbados por los inquietos deseos de algo que divierta la mente y satisfaga el corazón. Habrán encontrado la perla de gran precio, y la mente hallará un descanso pacificador. Sus placeres serán puros, elevados, de carácter celestial. No tendrán reflexiones penosas ni remordimientos. Tales placeres no debilitan el cuerpo ni postran la mente; por el contrario, dan salud y vigor a ambos... Los habitantes del cielo son perfectos, porque la voluntad de Dios es su alegría y su supremo deleite.­ Ms 93, sin fecha.

(Mente, Carácter y Personalidad 2 de E.G. de White)