miércoles, 26 de septiembre de 2012

X) LA SALUD MENTAL 46. “Las Relaciones Humanas”


Ley de la dependencia mutua.-
Todos nosotros estamos entretejidos en la gran tela de la humanidad, y todo cuanto hagamos para beneficiar y ayudar a nuestros semejantes nos beneficiará también a nosotros mismos. La ley de la dependencia mutua afecta e incluye a todas las clases sociales.­ PP 575 (1890).
Los seres humanos se necesitan mutuamente.-
En el plan de Dios, los seres humanos han sido hechos necesarios unos a los otros. Si todos hicieran lo más posible para ayudar a aquellos que necesitan su ayuda y su amor y simpatía desinteresados, ¡qué obra bendita podría hacerse! A cada uno Dios le ha concedido talentos. Estos talentos debemos utilizarlos para ayudarnos mutuamente a andar en el camino estrecho. En esta obra cada uno está relacionado con el otro, y todos estamos unidos en Cristo. Aumentamos y perfeccionamos nuestros talentos con el servicio.­ NEV 184 (1903).
Quien ayuda a los demás se ayuda a sí mismo.-
Muchos  están en las tinieblas. Han perdido el rumbo. No saben qué camino tomar. Los que están perplejos busquen a otros que están en perplejidad, y háblenles palabras de esperanza y ánimo. Cuando comiencen a hacer esta obra, la luz del cielo les revelará la senda que deben seguir. Serán consolados ellos mismos por sus palabras de consuelo a los afligidos. Al ayudar a otros ellos mismos serán ayudados a salir de sus dificultades. El gozo toma el lugar del pesar y de la lobreguez; el corazón lleno del Espíritu de Dios brilla con cordialidad para con cada prójimo. Todo el que haga esto no estará más en oscuridad, pues su "oscuridad" será como "el mediodía".­ 4CBA 1173 (1902).

Influencia permanente.-
Sostenemos una relación sumamente solemne unos con otros. Nuestra influencia se ejerce siempre ya sea en favor o en contra de la salvación de las almas. O juntamos con Cristo, o desparramamos. Debemos caminar con humildad y andar derechos, no sea que apartemos a otros de la senda recta. Deberíamos mantener la más estricta castidad en pensamiento, palabra y conducta. Recordemos que Dios despliega nuestros pecados secretos a la luz de su rostro. Hay pensamientos y sentimientos sugeridos y fomentados por Satanás que molestan aun a los mejores hombres; pero si no se los alberga, si se los rechaza por odiosos, el alma no se contamina con la culpa y nadie recibe la mancha de su influencia. ¡Oh, si cada uno de nosotros fuera un sabor de vida para vida para los que nos rodean!­ RH, 27 de marzo de 1888.
Efectos abarcantes de la influencia.-
Nunca sabremos, hasta el día del juicio, cuál ha sido la influencia de una conducta amable y considerada hacia el inconsecuente, irrazonable e indigno. Si después de la provocación y la injusticia cometidas por ellos, Uds. los tratan como si fueran inocentes, y hasta se esfuerzan para hacerlos objeto de especiales actos de amabilidad, estarán desempeñando el  papel de cristianos; entonces ellos se avergonzarán y se sorprenderán, y verán su conducta y su mezquindad con más claridad que si en un reproche Uds. les hubieran expuesto sus acciones injustas con toda claridad.­ Carta 20, 1892; (MM 209, 210).
Influencia de la falta de cortesía.-
Las buenas cualidades que muchos poseen están ocultas, y en lugar de atraer las almas a Cristo, las repelen. Si estas personas pudieran ver la influencia de sus modales descorteses y expresiones descomedidas manifestadas ante los incrédulos, y pudieran comprender cuán ofensiva es esta conducta ante la vista de Dios reformarían sus hábitos, porque la falta de cortesía es una de las piedras de tropiezo más grandes para los pecadores. Los cristianos egoístas, quejosos y amargados entorpecen el camino para que los pecadores no se interesen en acercarse a Cristo.­ NEV 231 (1885).

Sean amables.-
Que se vea a Cristo en todo lo que ustedes hacen. Que todos vean que ustedes son epístolas vivientes de Jesucristo. . . Sean amables. Que sus vida ganen los corazones de todos los que se ponen en contacto con ustedes. Se hace muy poco con el fin de conseguir que la verdad resulte atractiva para los demás.­ Ms 6, 1889.
Cada acción tiene su influencia.-
Cada palabra que pronuncian, cada acto que llevan a cabo, tiene una influencia para bien o para mal sobre los que se relacionan con ustedes; y ¡oh! cuán necesario es que Cristo more en sus corazones por la fe, de manera que sus palabras sean palabras de vida, y sus obras, las obras del amor.­ RH, 12 de junio de 1888.
Responsables por nuestra influencia personal.-
Dios considera que cada uno es responsable por la influencia que rodea su alma, con respecto a sí mismo y a los demás. Invita a los jóvenes y a las señoritas a ser estrictamente  temperantes y concienzudos en el empleo de las facultades de la mente y del cuerpo. Sus capacidades podrán desarrollarse sólo mediante el uso diligente y la sabia dedicación de sus facultades para la gloria de Dios y el beneficio de sus semejantes.­ Carta 145, 1897.

Rodeados de una atmósfera de fe.-
Es de la mayor importancia para nosotros que rodeemos el alma de la atmósfera de la fe. Cada día estamos decidiendo nuestro propio destino eterno de acuerdo con la atmósfera que rodea al alma. Somos individualmente responsables por la influencia que ejercemos, y algunas consecuencias que no vemos serán el resultado de nuestras palabras y actos. Si Dios hubiera salvado a Sodoma por causa de diez justos, ¿cuál habría sido la influencia para el bien que se hubiera manifestado como resultado de la fidelidad del pueblo de Dios? Si todos los que profesan el nombre de Cristo estuvieran revestidos de su justicia, ¿hasta dónde llegaría su influencia? Si Dios pudo indicar cuál era la morada de Simón el curtidor, y mencionar su oficio, y darle indicaciones directas al centurión para que pudiera encontrar su vivienda junto a la playa, también nos conoce por nombre, sabe cuál es nuestro oficio o profesión, dónde vivimos, y cuál es nuestra experiencia. Sabe si estamos limpiando el camino de toda suciedad y escombros, de manera que pueda conducir nuestras almas hacia adelante y hacia arriba, o si estamos llenando de basura la senda, poniendo obstáculos en nuestro propio camino, y depositando piedras de tropiezo en el camino de los pecadores para impedir la salvación de las preciosas almas por las cuales Cristo murió.­ Ms 23, sin fecha.
Cómo tratar con diferentes disposiciones.-
El Señor quiere que estemos santificados. Tendremos que tratar con personas de diferentes disposiciones, y deberíamos estar en condiciones de saber cómo tratar con las mentes humanas. Debemos pedirle a Cristo que nos dé palabras que sean de bendición. Y al tratar así de ayudar a los demás, nosotros mismos seremos bendecidos.­ Ms 41, 1908.
Una obra sumamente importante.-
Esta obra [la de reprender una mala acción] es la más hermosa y difícil que haya sido confiada a los seres humanos. Requiere tacto y sensibilidad delicadísimos, conocimiento de la naturaleza humana, fe y paciencia divinas, dispuestas a obrar, velar y esperar. Nada puede ser más importante que esta obra.­ Ed 292 (1903).
 
Tratar con las mentes es tarea delicada.-
Es un asunto muy delicado tratar con las mentes humanas. Ud. puede ponerse de pie enhiestamente, sin lograr jamás que sus corazones [de otras personas] se suavicen; o puede acercarse al alma afligida, y con el corazón lleno de amor sacarla del campo de batalla del enemigo. No hay que conducirla allí y dejarla abandonada para que sea objeto de las tentaciones de Satanás.­ Carta 102, 1897.
Todos tienen sus propias pruebas.-
No nos podemos permitir, de ninguna manera, ser un obstáculo para los demás. Cada cual tiene sus propias tentaciones y pruebas peculiares, y deberíamos estar en situación de ayudar y fortalecer a los tentados. Debemos animar, y de ser posible, elevar a los que son débiles en la le. Al hablar acerca de las promesas de Dios, a veces podemos eliminar la depresión de las mentes de los que están pasando por pruebas y dificultades.­ Ms 41, 1908.
Consejo a una esposa respecto de las relaciones personales.-
El Señor me ha instruido para decirle: "Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán" (Luc. 13: 24). El Señor le pide que se mantenga junto a él [su esposo]. Hable y obre como él lo haría. No permita que nadie introduzca  prejuicios en su mente y la induzca a hablar en forma poco juiciosa. Mantenga su propia alma pura y limpia y sus pensamientos elevados y santificados. No alabe ni exalte a las personas para el propio perjuicio de ellas, ni se apresure a condenar a los que Ud. supone que no están obrando sabiamente. Que todos vean que Ud. ama a Jesús y confía en él. Déle a su esposo y a sus amigos, creyentes y no creyentes, la evidencia de que Ud. desea que vean la belleza de la verdad. Pero no dé evidencias de esa ansiedad penosa y preocupada que a menudo malogra una buena obra.­ Carta 145, 1900.

Comprensión cristiana.-
Los que saquen el máximo provecho de sus privilegios y oportunidades serán, en el sentido bíblico, hombres talentosos y educados; no sólo eruditos, sino educados en mente, en modales y en comportamiento. Serán refinados, tiernos, compasivos, afectuosos. Esto es lo que el Señor me ha mostrado que él requiere de su pueblo. Dios nos ha dado facultades que debemos usar, desarrollar y fortalecer por medio de la educación. Deberíamos razonar y reflexionar, distinguiendo cuidadosamente la relación que existe entre la causa y el efecto. Cuando esto se pone en práctica, habrá de parte de muchos mayor reflexión y cuidado respecto de sus palabras y acciones, de manera que puedan cumplir plenamente el propósito que tuvo Dios al crearlos.­ Ms 59, 1897.
La franqueza fomenta la confianza (consejo a un médico).-
Si hubiera mucha más franqueza y menos misterio, si se fomentara la confianza fraternal. si hubiera mucho menos del yo y más del espíritu de Cristo, si Ud. tuviera una fe viviente en Dios, la nube que ahora se difunde en la atmósfera de la mente gracias a la obra de Satanás, se disiparía.­ Carta 97, 1898.
Reformadores, no fanáticos.-
El objetivo que debe ser tenido en cuenta entre nosotros es el de ser reformadores y  no fanáticos. Al tratar con los no creyentes, no manifestéis un despreciable espíritu de ruindad, porque si os detenéis a regatear por una pequeña suma, perderéis al fin una suma mucho mayor. Ellos dirán: "Ese hombre es un estafador; él lo defraudaría y lo despojaría a usted de sus derechos si pudiera hacerlo, de manera que manténgase en guardia cuando tenga algo que tratar con él". Pero si en una transacción, una friolera que estaría a vuestro favor, es cedida a la otra persona, ella tratará con vosotros de acuerdo con el mismo plan generoso. La mezquindad engendra mezquindad, la tacañería engendra tacañería. Los que siguen esta conducta no saben cuán mezquina les parece a los demás, especialmente a aquellos que no son de nuestra fe; y la causa preciosa de la verdad queda marcada por este defecto.­ Ev 70, 71 (1887).

Sean rectos.-
En nuestro trato, doquiera estemos, debemos ser perfectamente rectos. No nos podemos permitir el quebrantar uno solo de los Mandamientos de Dios para obtener una ganancia mundanal. ¿Quiénes somos nosotros? Cristo le dijo a sus discípulos: "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres".­ Ms 50 1904.
La honestidad es esencial.-
En todos los detalles de la vida deben mantenerse los más estrictos principios de honestidad. Estos no son los principios que gobiernan nuestro mundo, porque Satanás ­engañador, mentiroso y opresor­ es el amo, y sus súbditos lo siguen y llevan a cabo sus propósitos. Pero los cristianos sirven bajo un Amo diferente, y sus acciones deben ser llevadas a cabo en Dios, sin tomar en cuenta para nada la ganancia egoísta.
La desviación de la perfecta limpieza en las transacciones comerciales puede ser poca cosa según algunos, pero nuestro Salvador no lo consideró así. Sus palabras en relación con esto son claras y explícitas: "El que es fiel en lo  muy poco, también en lo más es fiel" (Luc. 16: 10). Si alguien se aprovecha de su vecino en cosas de poca monta, se aprovechará en mayor medida cuando se le presente la tentación. Un falso testimonio en un asunto de poca importancia es tan deshonesto a la vista de Dios como una falsedad en algo mucho más importante.
En el mundo cristiano de la actualidad se practica el fraude en una medida alarmante. La gente que guarda los Mandamientos de Dios debería demostrar que está por encima de estas cosas. Las prácticas deshonestas, que malogran los tratos del hombre con sus semejantes, nunca deberían ser llevadas a cabo por alguien que profesa creer la verdad presente. El pueblo de Dios le causa un gran daño a la verdad cuando se aparta en lo más mínimo de la integridad. Puede ser que la apariencia de alguien no sea muy agradable; puede ser que sea deficiente en muchos sentidos, pero si tiene la reputación de ser recto y honesto, se lo respetará. La estricta integridad cubre muchos rasgos objetables de carácter. La persona que se aferre insistentemente a la verdad, ganará la confianza de todos. No sólo confiarán en él sus hermanos en la fe; los incrédulos también se verán obligados a reconocer que es un hombre de honor.­ Carta 3, 1878.

La integridad sin dobleces es semejante al oro puro.-
Los siervos de Dios están más o menos obligados a participar de las transacciones comerciales del mundo, pero deberían comprar y vender sabiendo que el ojo de Dios está sobre ellos. No se deben usar ni balanzas falsas ni pesas engañosas, porque son abominación para el Señor. En cada transacción comercial el cristiano debe ser exactamente lo que él quiere que sus hermanos crean que es. Su conducta tiene la dirección que le imprimen los principios fundamentales. No traza planes engañosos; por lo tanto, no tiene nada que ocultar, nada que disimular. Se lo podrá criticar, se lo podrá someter a prueba, pero su integridad inquebrantable resplandecerá como el oro puro.
Es una bendición para todos los que se relacionan con él, porque su palabra es digna de confianza. Es un hombre que no se aprovecha de su prójimo. Es amigo y benefactor de todos, y sus semejantes confían en su consejo. ¿Emplea trabajadores para que le atiendan la cosecha? No les retiene fraudulentamente el dinero que ganaron con tanto esfuerzo. ¿Tiene dinero que no necesita usar inmediatamente? Alivia las necesidades de su hermano menos afortunado. No trata de agrandar su propiedad o llenarse los bolsillos aprovechándose de las lamentables circunstancias en que se encuentra su vecino. Su propósito consiste en ayudar y bendecir a sus prójimos. Un hombre verdaderamente honesto nunca se aprovechará de la debilidad o de la incompetencia para llenar su propia bolsa. Acepta el justo equivalente de lo que expende. Si hay defectos en los artículos que vende, lo dice francamente a su hermano o vecino, aunque al hacerlo esté obrando en contra de sus propios intereses pecuniarios.­ Carta 3, 1878.

Hay que comprender a la humanidad.-
El que trata de transformar a la humanidad, debe comprender a la humanidad. Sólo por la simpatía, la fe y el amor, pueden ser alcanzados y elevados los hombres. En esto, Cristo se revela como el Maestro de los maestros: De todos los que alguna vez vivieran en la tierra, él solo posee una perfecta comprensión del alma humana.­ Ed 78 (1903).
Hay una ciencia en el trato con los que parecen especialmente débiles. Si vamos a enseñar a los demás, primero tenemos que aprender de Cristo nosotros mismos. Necesitamos tener una visión amplia para poder hacer verdadera obra médico-misionera y tener tacto en nuestro trato con las mentes.
Los que en realidad necesitan menos ayuda, son los que posiblemente reciban más de nuestra atención. Pero necesitamos manifestar una sabiduría especial al tratar con los que parecen desconsiderados e indiferentes. Algunos no entienden  el carácter sagrado de la obra de Dios. Los menos hábiles, los descuidados, e incluso los indolentes requieren, en especial, de cuidadosa consideración con oración. Debemos ejercer tacto con los que parecen ignorantes y desubicados. Mediante un esfuerzo perseverante en su favor, podemos ayudarlos a convertirse en instrumentos útiles en la obra de Dios. Reaccionarán rápidamente a un interés paciente, tierno y amante. Debemos cooperar con el Señor Jesús en la restauración del ineficiente y equivocado para conducirlo a la inteligencia y la pureza. Esta obra equivale en importancia a la del ministerio evangélico. Hemos sido llamados por Dios para manifestar un interés incansable y paciente en la salvación de los que necesitan pulimiento divino.­ Carta 20, 1892; (MM 209).
No discutamos acerca de agravios.-
"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios". ¿Quién los llama así? Todas las inteligencias celestiales. Por lo tanto, no animemos a ninguna alma tentada a que nos cuente sus agravios respecto de un hermano o un amigo. Digámosle que no queremos oír sus palabras de censura ni su maledicencia, porque nuestro Consejero ha dicho en su Palabra que si dejamos de agitar la contienda y nos convertimos en pacificadores, recibiremos una bendición. Digámosle que ésa es la bendición que anhelamos conseguir.
Por amor a Cristo no digamos ni pensemos nada malo. Quiera Dios ayudarnos para que no sólo leamos la Biblia, sino que practiquemos sus enseñanzas. El instrumento humano que es fiel en su tarea, que une la gentileza a su poder, la justicia a su amor, produce regocijo entre las inteligencias celestiales, y glorifica a Dios. Luchemos fervorosamente para ser buenos y hacer el bien y recibiremos la inmarcesible corona de la vida.­ Ms 116, 1898.
Trabajemos en favor de los demás, y con ellos.-
Cuando la luz brille en el alma, algunos que parecían estar completamente  entregados al pecado, se pondrán a trabajar con éxito en favor de pecadores tales como eran ellos. Por medio de la fe en Cristo, habrá quienes alcancen altos puestos de servicio, y se les encomendarán responsabilidades en la obra de salvar almas. Saben dónde reside su propia flaqueza, y se dan cuenta de la depravación de su naturaleza. Conocen la fuerza del pecado y el poder de un hábito vicioso. Comprenden que son incapaces de vencer sin la ayuda de Cristo, y su clamor continuo es: "A ti confío mi alma desvalida".­ MC 134 (1905).
Traten a los demás con gentileza.-
Tratemos de no consumirnos a nosotros mismos ni de agotar a los demás, sino que dependamos del Espíritu Santo. Tratemos con gentileza a los seres humanos. Con los corazones llenos de ternura espiritual, abramos con calidez su camino hacia los corazones convencidos. Que nuestras palabras estén embebidas en el aceite celestial que procede de las dos ramas del olivo. Necesitamos que el dorado aceite se derrame en vasijas preparadas, para que pueda ser comunicado a los que están buscando la verdad. Recordemos siempre que "no con ejército ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos".­ Carta 200, 1899.

(Mente, Carácter y Personalidad 2 de E.G. de White)

martes, 25 de septiembre de 2012

X) LA SALUD MENTAL 45. “La Individualidad”


La individualidad es poder.-
Cada ser humano, creado a la imagen de Dios, está dotado de una facultad semejante a la del Creador: la individualidad, la facultad de pensar y hacer. Los hombres en quienes se desarrolla esta facultad son los que llevan responsabilidades, los que dirigen empresas, los que influyen sobre el carácter.­ Ed 17 (1903).
Cada cual tiene su propia individualidad.-
El evangelio trata con individuos. Cada ser humano tiene un alma que salvar o perder. Cada cual tiene una individualidad separada y diferente de todas las demás. Cada cual debe convencerse por sí mismo, convertirse por sí mismo. Debe recibir la verdad, arrepentirse, creer y obedecer por sí mismo. Debe ejercer su voluntad por sí mismo. Nadie puede hacer esta obra por intermedio de otra persona. Nadie puede sumergir su individualidad en la de otro. Cada cual debe entregarse a Dios por sí mismo y por el misterio de la piedad.­ Ms 28, 1898.
Unidad en la diversidad.-
Es el plan de Dios que haya unidad en la diversidad. Nadie puede ser criterio para otro. Las  diversas actividades que se nos confían están proporcionadas a nuestras diversas capacidades. Se me ha instruido claramente en el sentido de que Dios dota a los hombres con diferentes grados de capacidad, y después los ubica donde pueden hacer la obra para la cual están mejor preparados. Cada obrero debe dar a sus colaboradores el respeto que desea se le manifieste.­ Carta 111, 1903.

Las mentes de los hombres son diferentes.-
¿Por qué necesitamos de Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Pablo y otros autores que dieron su testimonio con respecto a la vida del Salvador durante su ministerio terrenal? ¿Por qué no pudo haber escrito uno de esos discípulos un relato completo para darnos así un informe bien eslabonado de la vida y la obra de Cristo?
Los evangelios son diferentes, y sin embargo el relato se combina en un armonioso conjunto. Un escritor presenta detalles que el otro no da. Si estos detalles son esenciales, ¿por qué no los mencionan todos los autores? Se debe a que las mentes de los hombres difieren, y no entienden las cosas exactamente de la misma manera. Algunas verdades atraen con mucho más fuerza las mentes de cierta clase de personas y no de otras. Este mismo principio se aplica a los oradores. Algunos dedican mucho tiempo a ciertos puntos que otros tratarían rápidamente o que no los mencionarían para nada. Por eso varias personas presentan la verdad con más claridad que una sola.­Ms 87, 1907.
La individualidad no debe ser destruida.-
El Señor no quiere que se destruya nuestra individualidad; no es su propósito que dos personas sean exactamente iguales en gustos y disposiciones. Todos tienen características peculiares, y éstas no deben destruirse, sino educarse, moldearse, transformarse a la similitud de Cristo. El Señor convierte las actitudes y las capacidades naturales, en instrumentos provechosos. En el desarrollo de las facultades que Dios ha dado, los talentos y las habilidades crecen, si el instrumento  humano reconoce el hecho de que sus facultades le han sido confiadas por Dios, para ser usadas, no con propósitos egoístas. . . sino para la gloria de Dios y el bien de sus semejantes.­ NEV 92 (1894).
Cada niño debe tener su individualidad.-
Se puede disciplinar a un niño para que no tenga voluntad propia, como si fuera un animal, con su individualidad sumergida en la de su maestro. . . Pero, en la medida de lo posible, cada niño debería ser educado para bastarse a sí mismo. Al poner en funcionamiento sus diversas facultades, sabrá dónde es más fuerte y en qué es deficiente. El sabio instructor prestará especial atención al desarrollo de los rasgos más débiles, de manera que el niño pueda formar un carácter bien equilibrado y armonioso.­ RH, 10 de enero de 1882; (FE 57).

El matrimonio no debe destruir la individualidad.-
Ni el marido ni la mujer deben pensar en ejercer gobierno arbitrario uno sobre otro. No intentéis imponer vuestros deseos uno a otro. No podéis hacer esto y conservar el amor mutuo. Sed bondadosos, pacientes, indulgentes, considerados y corteses. Mediante la gracia de Dios podéis haceros felices uno al otro, tal como lo prometisteis al casaros.­ MC 279, 280 (1905).
Ambos esposos deben conservar su individualidad (consejo para los recién casados).-
En vuestra unión para toda la vida, vuestros afectos deben contribuir a vuestra felicidad mutua. Cada uno debe velar por la felicidad del otro. Tal es la voluntad de Dios para con vosotros. Mas aunque debéis confundiros hasta ser uno, ninguno de los dos debe perder su individualidad. Dios es quien posee vuestra individualidad; y a él debéis preguntar: ¿Qué es bueno?, ¿qué es malo? y ¿cómo puedo alcanzar mejor el blanco de mi existencia? "No sois vuestros. Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Cor. 6:19, 20). Vuestro amor por lo que es humano debe ser secundario a vuestro amor a Dios. La abundancia de vuestro amor debe dirigirse hacia aquel que dio su vida pos vosotros. El alma que vive para Dios le tributa el mejor de sus afectos. ¿Se dirige la mayor parte de vuestro amor hacia Aquel que murió por vosotros? Si es así, vuestro amor recíproco será conforme al orden celestial.­ 3JT 95, 96 (1902).  Tenemos una individualidad que nos es propia, y la de la esposa nunca debe sumergirse en la de su esposo.­ Ms 12, 1895.
La consagración embellece la individualidad.-
Una vida consagrada al servicio de Dios se desarrollará y embellecerá en su individualidad. Nadie debe sumergir su individualidad en la de otro, sino que todos, como personas, debemos ser injertados en la cepa madre, para que haya unidad en la diversidad. El gran Artista maestro no ha hecho dos hojas del mismo árbol exactamente iguales; de modo que su poder creador no le da a todas las mentes la misma identidad. Han sido creadas para vivir por las edades sin fin, y debe haber completa unidad, una mente combinándose con la otra; pero ni siquiera dos deben corresponder al mismo molde.­ Ms 116, 1898.

Dios da a cada persona una obra individual.-
Hay que estudiar las cosas del mundo natural, y hay que aplicar sus lecciones a la vida espiritual, al crecimiento espiritual. Dios, no el hombre, le ha dado a cada ser humano su tarea. Esta es una obra individual: la formación de un carácter de acuerdo con la semejanza divina. El lirio no debe luchar para ser semejante a la rosa. Hay diferencias en la formación de las flores y de los frutos, pero todos reciben sus diferencias de Dios. Todos son del Señor. De manera que es designio divino que incluso los mejores hombres no tengan todos el mismo carácter.­ Ms 116, 1898.
Respetándose mutuamente.-
Cada uno de nosotros tiene  una obra que hacer. Podemos ser de diferentes nacionalidades, pero todos debemos ser uno en Cristo. Si permitimos que las peculiaridades de carácter y de disposición nos separen aquí, ¿cómo podemos esperar vivir juntos en el cielo? Debemos tener amor y respeto unos por otros. Debe existir entre nosotros la unidad por la cual Cristo oró. Hemos sido comprados por precio y debemos glorificar a Dios en nuestros cuerpos y en nuestros espíritus.­ Ms 20, 1905.
Fracasaremos completamente si copiamos a los demás.-
Si alguien trata de copiar el carácter de otro hombre, fracasará completamente. Cada persona debe mirar a Dios por sí misma, y trabajar a conciencia y con fidelidad con los talentos que Dios le ha dado. "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" ( Fil. 2: 12, 13). Está en usted, mi hermano, en usted; no en otro por usted. Usted debe tener una experiencia individual. Entonces se regocijará en usted mismo, no en otro.­Ms 116, 1898.

Cada mente tiene una fortaleza peculiar.-
Me da pena ver el poco valor que se le adjudica a hombres a quienes Dios ha usado y que aún desea usar. Quiera el Señor que la mente de cada hombre no siga en los canales de la mente de otro hombre. La mente de un hombre puede ser exaltada por algunos como si en todo sentido fuera superior, pero cada mente tiene sus debilidades y sus fortalezas peculiares. La mente de un hombre suplirá la deficiencia de otro. Pero si todos trabajan sometidos a la misma rienda, y se los anima a mirar, no a los hombres para saber cuál es su deber, sino a Dios, se desarrollarán bajo la dirección del Espíritu Santo, y trabajarán en unidad con sus hermanos. Uno suplirá lo que a otro le falta.­ Carta 50, 1897.
No hay que modelar las mentes de los demás.-
Dios le ha dado a cada hombre una responsabilidad individual. "Ocupaos  en vuestra salvación con temor y temblor". Un hombre no debe ocuparse en la salvación de otro hombre. No debe convertirse en la copia de la mente de otro. Se le pide que obre según su capacidad y de acuerdo con la habilidad que Dios le ha dado. Nadie, no importa cuál sea su experiencia ni su cargo, debe creer que está llevando a cabo una obra maravillosa cuando modela de acuerdo con su propia mente la mente de cualquier otro ser humano, y le enseña a comunicar los sentimientos que él podría expresar. Esto se ha hecho una y otra vez en detrimento de los seres humanos.­ Ms 116, 1898.
No debe ser la sombra de otros.- *
¡Oh, cuánto necesitan los obreros el espíritu de Jesús para que los transforme y los modele como le dan forma a la arcilla las manos del alfarero! Cuando tengan este espíritu, no habrá diferencias entre ellos; nadie será tan obtuso como para pretender que todo se haga a su manera, de acuerdo con sus ideas; no habrá sentimientos inarmónicos entre él y los obreros, sus hermanos, que no logran alcanzar su norma. El Señor no quiere que ninguno de sus hijos sea una sombra de los demás; sino que cada cual sea su propio yo, refinado, santificado y ennoblecido al imitar la vida y el carácter del gran Modelo. El espíritu estrecho, cerrado, exclusivo, que mantiene todo dentro del ámbito de su propio yo, ha sido una maldición para la causa de Dios, y siempre lo será dondequiera se le permita manifestarse.­ RH, 13 de abril de 1886.

Nadie debe sumergir su mente en la de otro.-
Dios le permite a cada ser humano que manifieste su individualidad. No quiere que nadie sumerja su mente en la de otro mortal. Los que quieren ser transformados en mente y carácter, no deben mirar a los hombres, sino al Ejemplo divino. Dios envía esta invitación: "Haya, pues, en vosotros este sentir  [mente] que hubo también en Cristo Jesús". Mediante la conversión y la transformación los hombres han de recibir la mente de Cristo. Cada cual debe comparecer delante de Dios con una fe individual, con una experiencia personal, sabiendo por sí mismo que Cristo, la esperanza de gloria, se ha formado en su interior. Si nosotros imitáramos el ejemplo de cualquier hombre, incluso de alguien a quien consideráramos casi perfecto en carácter, sería como si pusiéramos nuestra confianza en un ser humano defectuoso, incapaz de impartir una jota o un tilde de perfección.­ ST, 3 de septiembre de 1902.
Para tener mentes vigorosas.-
Está bien que el Hno. y la Hna.­­­­­, y el Hno. y la Hna.­­­­­tengan mentes vigorosas. Cada cual debe conservar su individualidad. Cada cual debe mantener su individualidad y no permitir que se sumerja en la de otro. Ningún ser humano debe ser la sombra de otro. Los siervos de Dios deben trabajar juntos en una unidad que combine una mente con otra.­ Carta 44, 1903.
Una medida individual.-
Ningún hombre puede crecer hasta llegar a la plena estatura de otro hombre. Cada cual debe alcanzar su propia medida individual por sí mismo. Cada cual debe crecer bajo la supervisión de Dios.­ Ms 116, 1898.

La vida interior no puede ser compartida plenamente con otro.-
Considerada en su aspecto humano, la vida es para todos un sendero desconocido. Es un camino por el cual, en lo que a nuestras más íntimas experiencias se refiere, andamos solos. Ningún otro ser humano puede penetrar plenamente en nuestra vida íntima. Al emprender el niño ese viaje en el cual tarde o temprano deberá escoger su curso y decidir las consecuencias de la vida para la eternidad, ¡cuán ferviente debería ser el esfuerzo hecho para dirigir su fe al Guía y Ayudador infalible!­ Ed 255 (1903).
El carácter es personal.-
Cada uno de nosotros tiene una obra que hacer para el tiempo y la eternidad. Dios aborrece la indiferencia con respecto a la formación del carácter.­ Carta 223, 1903.
Reconocimiento de los derechos del hombre.-
Una de las más elevadas aplicaciones de estos principios [el reconocimiento de las responsabilidades personales] se encuentra en el reconocimiento del derecho del hombre a ser él mismo, al control de su propia mente, a la administración de sus talentos, al derecho de recibir e impartir el fruto de su propio trabajo. El vigor y el poder se manifestarán en nuestras instituciones sólo si se reconocen estos principios en sus relaciones con sus semejantes; sólo si en sus transacciones dan lugar a la instrucción de la Palabra de Dios.­ 7T 180 (1902).

Dependientes de Cristo.-
Cada alma tiene su individualidad. Cada alma debe vivir hora tras hora en comunión con Cristo; porque él dice: "Separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15: 5). Sus principios deben ser nuestros principios; porque estos principios son la verdad eterna, proclamada en justicia, bondad, misericordia y amor.­ Carta 21, 1901.
Conservar la individualidad en la experiencia cristiana.-
Enseñen a cada alma a descansar plenamente en el brazo del poder infinito. Hay una individualidad en la experiencia cristiana que debe ser preservada en cada ser humano, y no le debe ser quitada esa responsabilidad a ninguna alma. Cada cual tiene que librar sus propias batallas, tiene que lograr su propia experiencia cristiana, independiente en algunos sentidos de cualquier otra alma; y Dios quiere que aprenda por sí mismo algunas lecciones que nadie puede aprender por él.­ Ms 6, 1889.

(Mente, Carácter y Personalidad 2 de E.G. de White)

X) LA SALUD MENTAL 44. “Leyes que Gobiernan la Mente”


El hombre fue creado con una mente perfectamente equilibrada.-
En el principio el Señor hizo al hombre recto. Fue creado con una mente perfectamente equilibrada, con el tamaño y la fortaleza de todos sus órganos en cabal desarrollo. Adán era un tipo de hombre perfecto. Todas las cualidades de su mente estaban bien proporcionadas; cada una de ellas tenía una función definida, no obstante, todas dependían unas de otras para su pleno y adecuado desempeño.­ 3T 72 (1872).
El Creador instituyó las leyes de la mente.-
El que creó la mente y ordenó sus leyes, dispuso su desarrollo de acuerdo con ellas.­ Ed 41 (1903).
Las grandes leyes de Dios.-
Hay grandes leyes que gobiernan el mundo de la naturaleza, y las cosas espirituales están bajo el control de principios igualmente seguros. Es necesario emplear medios que conduzcan a un fin si se desea lograr los resultados buscados. Dios ha señalado a cada hombre una obra de acuerdo con su habilidad. Las personas deben ser calificadas mediante la educación y la práctica  para hacer frente a cualquier emergencia que pudiera surgir, y se necesita planificar con sabiduría para ubicar a cada cual en su propia esfera a fin de que pueda obtener una experiencia que lo capacite para que sea capaz de asumir responsabilidades.­ 9T 221, 222 (1909).

La transgresión de las leyes de la naturaleza es pecado.-
Una constante transgresión de las leyes de la naturaleza es una permanente transgresión de la ley de Dios. El actual peso de sufrimiento y angustia que vemos por todas partes; la actual deformidad, decrepitud, enfermedad e imbecilidad que inundan el mundo, hacen de él un lazareto, en comparación con lo que Dios quería que fuera y para lo cual lo había designado; y la actual generación es débil mental, moral y físicamente. Toda esta miseria se ha ido acumulando de generación en generación, porque el hombre caído ha estado dispuesto a quebrantar la ley de Dios. Mediante la complacencia del apetito pervertido se cometen algunos pecados de mayor magnitud.­ 4T 30 (1876).
La transgresión rompe la armonía.-
El mismo poder que sostiene la naturaleza, obra también en el hombre. Las mismas grandes leyes que guían igualmente a la estrella y al átomo, rigen la vida humana. Las leyes que gobiernan la acción del corazón para regular la salida de la corriente de vida al cuerpo, son las leyes de la poderosa Inteligencia que tiene jurisdicción sobre el alma. De esta Inteligencia procede toda la vida. Unicamente en la armonía con Dios se puede hallar la verdadera esfera de acción de la vida. La condición para todos los objetos de su creación es la misma: Una vida sostenida por la vida que se recibe de Dios, una vida que esté en armonía con la voluntad del Creador. Transgredir su ley, física, mental o moral, significa perder la armonía con el universo, introducir discordia, anarquía y ruina.­ Ed 99, 100 (1903).
El efecto sigue a la causa con toda seguridad.-
Según las  leyes de Dios que rigen en la naturaleza, el efecto sigue a la causa con invariable seguridad. La siega es un testimonio de la siembra. Aquí no hay simulación posible. Los hombres pueden engañar a sus semejantes y recibir alabanza y compensación por un servicio que no han prestado. Pero en la naturaleza no puede haber engaño. La cosecha dicta sentencia de condenación para el agricultor infiel. Y en su sentido superior, esto se aplica también al campo de lo espiritual. El mal triunfa aparentemente, pero no en realidad. El niño que por jugar falta a clases, el joven perezoso para estudiar, el empleado o aprendiz que no cuida los intereses de su patrón, el hombre que en cualquier negocio o profesión es infiel a sus responsabilidades más elevadas, puede jactarse de que mientras la falta permanezca oculta obtiene ciertas ventajas. Pero no es así; se engaña a sí mismo. El carácter es la cosecha de la vida, y determina el destino tanto para esta vida como para la venidera.­ Ed 108, 109 (1903).

El poder del autoengaño.-
¡Terrible es el poder del engaño en la mente humana!.­ 1JT 474 (1876).
La mente tiene la posibilidad de discriminar.-
La mente humana está dotada de poder para discernir entre lo bueno y lo malo. Dios quiere que los hombres no decidan por impulso, sino por el peso de la evidencia, comparando cuidadosamente un pasaje de la Escritura con otro. Si los judíos hubiesen puesto a un lado los prejuicios y comparado la profecía escrita con los hechos que caracterizaban la vida de Jesús, habrían percibido una hermosa armonía entre las profecías y su cumplimiento en la vida y el ministerio del humilde Galileo.­ DTG 422, 423 (1898).
Las mentes disciplinadas tienen mayor poder de retención.­
Los hábitos de negligencia deben ser resueltamente vencidos. Muchos piensan que es suficiente excusa para sus  mayores errores el invocar su mente olvidadiza. ¿Pero no poseen ellos, lo mismo que otros, facultades intelectuales? Entonces debieran disciplinar su mente para que sea retentiva. Es un pecado olvidar, es un pecado ser negligente. Si adquirís el hábito de la negligencia, puede ser que descuidéis la salvación de vuestra propia alma y al fin halléis que no estáis preparados para el reino de Dios.­ PVGM 293 (ed. PP); 253 (ed. ACES) (1900).

La mente se adapta a las dimensiones de lo familiar.-
Es una ley de la mente que se estreche o se expanda de acuerdo con las dimensiones de las cosas con las cuales llega a familiarizarse. Las facultades mentales con toda seguridad se reducirán y perderán su capacidad de captar el profundo significado de la Palabra de Dios, a menos que se las ponga vigorosa y persistentemente a cumplir la tarea de investigar la verdad.­ RH, 17 de julio de 1888; (FE 127).
La mente se adapta a aquello en lo cual se espacia.-
Una ley del intelecto humano hace que se adapte gradualmente a las materias en las cuales se le enseña a espaciarse. Si se dedica solamente a asuntos triviales, se atrofia y se debilita. Si no se le exige que considere problemas difíciles, con el tiempo pierde su capacidad de crecer. Como instrumento educador la Biblia no tiene rival. En la Palabra de Dios, la mente halla temas para la meditación más profunda y las aspiraciones más sublimes. La Biblia es la historia más instructiva que posean los hombres. Proviene directamente de la fuente de verdad eterna, y una mano divina ha conservado su integridad y pureza a través de los siglos. . .
En ella se desarrollan los grandes problemas del deber y del destino. Se levanta la cortina que separa el mundo visible del mundo invisible, y presenciamos el conflicto de las fuerzas encontradas del bien y del mal, desde la entrada del pecado hasta el triunfo final de la rectitud y de la verdad; y todo ello no es sino una revelación del carácter de  Dios. En la contemplación reverente de las verdades presentadas en su Palabra, la mente del estudiante entra en comunión con la Mente infinita. Un estudio tal no sólo purifica y ennoblece el carácter, sino que inevitablemente amplía y fortalece las facultades mentales.­ PP 647, 648 (1890).
Nos transformamos por la contemplación.-
Hay una ley de la naturaleza intelectual y espiritual según la cual modificamos nuestro ser mediante la contemplación. La inteligencia se adapta gradualmente a los asuntos en que se ocupa. Se asimila lo que se acostumbra a amar y a reverenciar. Jamás se elevará el hombre a mayor altura que la de su ideal de pureza, de bondad o de verdad. Si se considera a sí mismo como el ideal más sublime, jamás llegará a cosa más exaltada. Caerá más bien en bajezas siempre mayores. Sólo la gracia de Dios puede elevar al hombre. Si depende de sus propios recursos, su conducta empeorará inevitablemente.­ CS 611 ( 1888).

La ley del deseo sustituto.-
Gran daño se hace por la falta de firmeza y decisión. He conocido algunos padres que decían: No te voy a dar esto o aquello, y después cedían pensando que habían sido demasiado estrictos, y daban al niño justamente lo que al principio le rehusaron. Así se provoca una herida que dura toda la vida. Es una importante ley de la mente, que no debiera ser pasada por alto, que cuando un objeto deseado es muy firmemente negado como para quitar toda esperanza, la mente pronto dejará de anhelarlo, y se ocupará de otras cosas. Pero mientras haya alguna esperanza de obtener el objeto deseado, se hará un esfuerzo para lograrlo.­ CN 266 (1882).
Las convicciones tratan de expresarse.-
Es ley de Dios que quien cree la verdad, tal como es en Jesús, la dará a conocer. Las ideas y convicciones que alberga la mente tratarán de expresarse. Todo aquel que da pábulo a la incredulidad y la crítica, todo el que se sienta capaz de juzgar la obra del  Espíritu Santo, difundirá el espíritu que lo anima. El hacerse sentir y oír, forma parte de la naturaleza de la incredulidad, la infidelidad y la resistencia a la gracia de Dios. La mente dominada por esos elementos siempre estará luchando para abrirse paso y lograr adherentes. Todos los que anden junto a un apóstata serán imbuidos de su espíritu de compartir con otros sus pensamientos, el resultado de sus propias averiguaciones y los sentimientos que los impulsan; porque no es fácil reprimir los motivos que nos inducen a la acción.­ TM 290, 291 (1896).
La expresión fortalece los pensamientos y sentimientos.-
Es una ley de la naturaleza que nuestros pensamientos y sentimientos resultan alentados y fortalecidos al darles expresión. Aunque las palabras expresan los pensamientos, éstos a su vez siguen a las palabras. Si diéramos más expresión a nuestra fe, si nos alegrásemos más de las bendiciones que sabemos que tenemos: la gran misericordia y el gran amor de Dios, tendríamos más fe y gozo. Ninguna lengua puede expresar, ninguna mente finita puede concebir la bendición resultante de la debida apreciación de la bondad y el amor de Dios. Aun en la tierra nuestro gozo puede ser como una fuente inagotable, alimentada por las corrientes que manan del trono de Dios.­ MC 195 (1905).

La mente tiene la facultad de elegir.-
Dios nos ha dado la facultad de elección; a nosotros nos toca ejercitarla. No podemos cambiar nuestros corazones ni dirigir nuestros pensamientos, impulsos y afectos. No podemos hacernos puros, propios para el servicio de Dios. Pero sí podemos escoger el servir a Dios; podemos entregarle nuestra voluntad, y entonces él obrará en nosotros el querer y el hacer según su buena voluntad. Así toda nuestra naturaleza se someterá a la dirección de Cristo.­ MC 131 (1905).
El tentador no puede nunca obligarnos a hacer lo malo. No puede dominar nuestra mente, a menos que la entreguemos a su dirección. La voluntad debe consentir y la fe abandonar  su confianza en Cristo, antes que Satanás pueda ejercer su poder sobre nosotros. Pero todo deseo pecaminoso que acariciamos le da un punto de apoyo. Todo detalle en que dejamos de alcanzar la norma divina es una puerta abierta por la cual él puede entrar para tentarnos y destruirnos. Y todo fracaso o derrota de nuestra parte le da ocasión de vituperar a Cristo.­ DTG 100, 101 (1898).
El hombre es un ser provisto de libertad moral.-
Para incitar la rebelión de la raza caída, [Satanás] hizo aparecer a Dios como injusto por haber permitido que el hombre violara su ley. Dijo el artero tentador: "Si Dios sabía cuál iba a ser el resultado, ¿por qué permitió que el hombre fuese probado, que pecara, e introdujera la desgracia y la muerte?". . .
Millares de personas repiten hoy la misma rebelde queja contra Dios. No comprenden que al quitarle al hombre la libertad de elegir, le roban su prerrogativa como ser racional y lo convierten en un mero autómata. No es el propósito de Dios forzar la voluntad de nadie. El hombre fue creado moralmente libre. Como los habitantes de todos los otros mundos, debe ser sometido a la prueba de la obediencia; pero nunca se lo coloca en una situación en la cual se halle obligado a ceder al mal. No puede sobrevenirle tentación o prueba alguna que no sea capaz de resistir. Dios tomó medidas tales, que nunca tuvo el hombre que ser necesariamente derrotado en su conflicto con Satanás. ­ PP 342, 343 (1890).
El presente afecta las decisiones futuras.-
Todo su futuro estará influenciado para bien o para mal por la senda que Ud. elija recorrer ahora.­ Carta 41, 1891.

La ventaja de inclinarse hacia la independencia personal.-
Dios no quiso nunca que una mente humana estuviese bajo el dominio completo de otra. . . Los que tienen por objeto educar a sus alumnos para que vean y sientan que  tienen en sí el poder de ser hombres y mujeres de principios firmes, preparados para afrontar cualquier situación de la vida, son los maestros de mayor utilidad y éxito permanente. Puede ser que su obra no sea vista bajo los aspectos más ventajosos por los observadores descuidados, y que sus labores no sean apreciadas tan altamente como las del maestro que domina la mente y la voluntad de sus alumnos por la autoridad absoluta; pero la vida futura de los alumnos demostrará los mejores resultados de ese mejor plan de educación.­ 1JT 317 (1872).
La mente descontrolada se debilita.-
Las facultades mentales deberían ser desarrolladas al máximo; se las debería fortalecer y ennoblecer mediante el estudio de las verdades espirituales. Si se deja que la mente se espacie casi totalmente en cosas triviales y en las actividades comunes de la vida diaria, de acuerdo con una de sus leyes invariables, se volverá débil, frívola y deficiente en poder espiritual.-­5T 272 (1885).
El prejuicio impide que la luz ilumine.-
Los que permiten que el prejuicio impida que la mente reciba la verdad, no pueden ser receptáculos de la iluminación divina. Sin embargo, cuando se presenta una interpretación de las Escrituras, muchos no preguntan "¿es correcta? ¿está en armonía con la Palabra de Dios?" sino "¿quién la sostiene?" y a menos que venga precisamente en el medio que a ellos les agrada, no la aceptan. Tan plenamente satisfechos se tienten con sus propias ideas, que no quieren examinar la evidencia bíblica con el deseo de aprender, sino que rehúsan interesarse, meramente a causa de sus prejuicios.­ TM 105, 106 (1893).
La felicidad depende de la perfecta armonía con las leyes de Dios.-
Como la ley de amor era el fundamento del gobierno de Dios, la dicha de todos los seres creados dependía de su perfecta armonía con los grandes principios de  justicia. Dios quiere que todas sus criaturas le rindan un servicio de amor y un homenaje que provenga de la apreciación inteligente de su carácter. No le agrada la sumisión forzosa, y da a todos libertad para que lo sirvan voluntariamente.­CS 547 (1888).

(Mente, Carácter y Personalidad 2 de E.G. de White)