miércoles, 22 de junio de 2011

SECCIÓN VIII. “EL ÉXITO EN LA FAMILIA” EL HOGAR CRISTIANO. (EGW).


27. Un Círculo Sagrado
La santidad de la familia.-
Existe en derredor de cada familia un círculo sagrado que debe preservarse. Ninguna otra persona tiene derecho a cruzar este círculo sagrado. El esposo y la esposa deben serlo todo el uno para el otro. Ella no debe tener secretos que rehuse revelar a su esposo y comunique a otros, y él no debe tener secretos que no diga a su esposa y relate a otros. El corazón de la esposa debe ser una tumba para los defectos del marido, y el corazón de él una tumba para los defectos de ella.

Nunca debe una de las partes bromear a costa de los sentimientos de la otra parte. Nunca debe el marido o la mujer quejarse de su consorte a otros, en broma o de cualquier otra manera, porque con frecuencia el recurrir a bromas insensatas, que parezcan perfectamente inofensivas, termina en una prueba para cada uno y hasta en una separación. Se me ha mostrado que debe haber un escudo sagrado en derredor de cada familia.*

El círculo del hogar debe considerarse como un lugar sagrado, un símbolo del cielo, un espejo en el cual nos reflejemos. Podemos tener amigos y conocidos, pero no hemos de entrometernos en la vida del hogar. Debe experimentarse un fuerte sentido de propiedad, que cree una impresión de comodidad, confianza y reposo.*

Deben santificarse la lengua, los oídos y los ojos.-
Rueguen 157 a Dios los que componen el círculo familiar para pedirle que santifique sus lenguas, oídos, ojos y todo miembro de su cuerpo. Cuando tropezamos con el mal, no es necesario que nos venza. Cristo ha hecho posible que nuestro carácter tenga la fragancia del bien....

¡Cuántos deshonran a Cristo y representan falsamente su carácter en el círculo del hogar! ¡Cuántos son los que no manifiestan paciencia, tolerancia, perdón ni verdadero amor¡ Muchos tienen sus gustos y aversiones y se sienten libres para manifestar su propia disposición perversa en vez de revelar la voluntad, las obras y el carácter de Cristo. La vida de Jesús rebosa bondad y amor. ¿Estamos creciendo en su naturaleza divina?*

Unidad, amor y paz.-
Hagan los padres y las madres una promesa solemne al Dios a quien profesan amar y obedecer, de que por su gracia no disputarán entre sí, sino que en su vida y genio manifestarán el espíritu que desean ver manifestado por sus hijos.*

Los padres deben tener cuidado de no tolerar que penetre en el hogar el espíritu de disensión; porque constituye uno de los agentes de Satanás para dejar su impresión en el carácter. Si los padres están dispuestos a luchar por la unidad en el hogar mediante la inculcación de los principios que rigieron la vida de Cristo, la disensión será desterrada y reinarán la unidad y el amor. Los padres y los hijos participarán del don del Espíritu Santo.*

Recuerden el esposo y la esposa que tienen que llevar bastantes cargas sin envenenar su vida permitiendo que se produzcan divisiones. Los que dan cabida a las pequeñas divergencias invitan a Satanás a que entre en su hogar. Los hijos se contagian del espíritu de contender por bagatelas. Los agentes del mal hacen su parte para lograr que padres e hijos sean desleales a Dios.*

Aunque se presenten pruebas en la vida marital, los 158 esposos deben guardar sus almas en el amor de Dios. El padre debe considerar a la madre de sus hijos como persona que merece toda bondad, ternura y simpatía.*

El secreto de la unidad familiar.-
Lo que causa división y discordia en las familias y en la iglesia es la separación de Cristo. Acercarse a Cristo es acercarse unos a otros. El secreto de la verdadera unidad en la iglesia y en la familia no estriba en la diplomacia ni en la administración, ni en un esfuerzo sobrehumano para vencer las dificultades -aunque habrá que hacer mucho de esto- sino en la unión con Cristo.

Representémonos un círculo grande desde el cual parten muchas rayas hacia el centro. Cuanto más se acercan estas rayas al centro, tanto más cerca están una de la otra. Así sucede en la vida cristiana. Cuanto más nos acerquemos a Cristo tanto más cerca estaremos uno del otro. Dios queda glorificado cuando su pueblo se une en una acción armónica.*

Ayúdense unos a otros.-
La firma familiar es una sociedad sagrada, en la cual cada miembro debe desempeñar una parte, ayudándose el uno al otro. El trabajo de la familia debe realizarse con suavidad, como funcionan las diferentes partes de una maquinaria bien ajustada.*

Cada miembro de la familia debe comprender que sobre él individualmente recae la responsabilidad de hacer su parte en cuanto a contribuir a la comodidad, el orden y la regularidad de la familia. No debe actuar un miembro contra otro. Todos deben participar unidos en la buena obra de alentarse unos a otros; deben manifestar amabilidad, tolerancia y paciencia; hablar en tono bajo y sereno; rehuir de la confusión y hacer cada uno todo lo que pueda para aliviar las cargas de la madre. . . .

Cada miembro de la familia debe entender con exactitud la parte que se espera que él desempeñe en unión de los demás. Todos, desde el niño de seis años en adelante, deben 159 comprender que de ellos se requiere que lleven su parte de las cargas impuestas por la vida.*

Una resolución adecuada.-
Debo crecer en la gracia en casa y doquiera esté, a fin de comunicar fuerza moral a todas mis acciones. En casa debo velar sobre mi espíritu, mis acciones y mis palabras. Debo dedicar tiempo a la cultura personal, a mi preparación y a mi educación en los principios rectos. Debo ser un ejemplo para los demás. Debo meditar en la Palabra de Dios noche y día e introducirla en mi vida práctica. La espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, es la única espada que puedo usar con seguridad.* 160

28. La Primera Escuela del Niño
El plan divino original para la educación.-
El sistema de educación establecido en el Edén tenia por centro la familia. Adán era "hijo de Dios", y de su Padre recibieron instrucción los hijos del Altísimo. Su escuela era, en el más exacto sentido de la palabra, una escuela de familia.

En el plan divino de la educación, adaptado a la condición del hombre después de la caída, Cristo figura como representante del Padre, como eslabón de unión entre Dios y el hombre; él es el gran maestro de la humanidad, y dispuso que los hombres y mujeres fuesen representantes suyos. La familia era la escuela, y los padres eran los maestros.

La educación que tenía por centro la familia fue la que prevaleció en los días de los patriarcas. Dios proveyó, para las escuelas así establecidas, las condiciones más favorables para el desarrollo del carácter. Las personas que estaban bajo su dirección, seguían el plan de vida que Dios había indicado al principio. Los que se separaron de Dios, se edificaron ciudades, y, congregados en ellas, se gloriaban del esplendor, el lujo y el vicio que hacen de las ciudades de hoy el orgullo del mundo y su maldición. Pero los hombres que se aferraban a los principios de vida de Dios, moraban en los campos y cerros. Cultivaban la tierra, cuidaban rebaños y vacadas, y en su vida libre e independiente, llena de oportunidades para trabajar, estudiar y meditar, aprendían de Dios y enseñaban a sus hijos sus obras y caminos. Tal era el método educativo que Dios deseaba establecer en Israel.* 161

En la vida común, la familia era escuela e iglesia, y los padres eran los maestros, tanto en las cosas seculares como en las religiosas.*

El círculo de la familia es una escuela.-
En su sabiduría el Señor ha decretado que la familia sea el mayor agente educativo. En el hogar es donde ha de empezar la educación del niño. Allí está su primera escuela, allí, con sus padres como maestros, debe aprender las lecciones que han de guiarlo a través de la vida: lecciones de respeto, obediencia, reverencia, dominio propio. Las influencias educativas del hogar son un poder decidido para el bien o para el mal. Son, en muchos respectos, silenciosas y graduales, pero si se ejercen de la debida manera, llegan a ser un poder abarcante para la verdad y la justicia. Si no se instruye correctamente al niño en el hogar, Satanás lo educará por instrumentos elegidos por él. ¡Cuán importante es, pues, la escuela del hogar!*

Consideremos el círculo de la familia como una escuela, en la cual preparamos a nuestros hijos para el cumplimiento de sus deberes en el hogar, en la sociedad y en la iglesia.*

La educación en el hogar es primordial.-
Es un hecho triste, aunque universalmente admitido y deplorado, que la educación en el hogar y la preparación de la juventud actual han quedado descuidadas. No hay campo de acción más importante que el señalado a los fundadores y protectores del hogar. Ninguna obra encomendada a seres humanos entraña consecuencias tan trascendentales como la de los padres y madres.

Los jóvenes y niños de la actualidad determinan el porvenir de la sociedad, y lo que estos jóvenes y estos niños serán depende del hogar. A la falta de buena educación doméstica se puede achacar la mayor parte de las enfermedades, así como de la miseria y criminalidad que son la maldición de la humanidad. Si la vida doméstica fuera pura y verdadera, si los hijos que salen del hogar estuvieran debidamente 162 preparados para hacer frente a las responsabilidades de la vida y a sus peligros, ¡qué cambio experimentaría el mundo!*

Todo lo demás es secundario.-
Todo niño traído al mundo es propiedad de Jesucristo y por precepto y ejemplo debe enseñársele a amar a Dios y a obedecerle; pero la gran mayoría de los padres han descuidado la obra que Dios les dio y no han educado ni preparado a sus hijos, desde el amanecer de la razón, para que conozcan y amen a Cristo. Mediante un esfuerzo esmerado los padres deben observar el despertar de la mente receptiva y considerar todo lo que respecta a la vida del hogar como secundario frente al deber positivo que Dios les ha impuesto: el de educar a sus hijos en la disciplina y admonición del Señor.*

Los padres no deben permitir que las preocupaciones comerciales, y las costumbres, máximas y modas del mundo los dominen al punto de hacerles descuidar a sus hijos en la infancia y dejar de darles las instrucciones apropiadas a medida que transcurren los años.*

Una de las grandes razones de que haya tanto mal en el mundo hoy estriba en que los padres dedican su atención a otras cosas que la que es de suma importancia: cómo adaptarse a la obra de enseñar a sus hijos con paciencia y bondad el camino del Señor. Sí pudiera descorrerse la cortina, veríamos que debido a esta negligencia muchísimos hijos que se han extraviado se perdieron y escaparon a las buenas influencias. Padres, ¿podéis tolerar que así suceda en vuestra experiencia? No debiera haber para vosotros obra tan importante que os impida dedicar a vuestros hijos todo el tiempo que sea necesario para hacerles comprender lo que significa obedecer al Señor y confiar plenamente en él. . . .

Y ¿qué cosecharéis como recompensa de vuestro esfuerzo Hallaréis a vuestros hijos a vuestro lado, dispuestos a cooperar con vosotros y a echar mano de las tareas que sugiráis. Encontraréis facilitada vuestra obra.* 163

Agentes de Dios en el hogar.-
Los padres deben considerarse en un sentido especial como agentes de Dios para instruir a sus hijos, como lo hacía Abrahán, a fin de que anden en el camino del Señor. Necesitan escudriñar diligentemente las Escrituras para saber en qué consiste el camino del Señor, a fin de enseñarlo a su familia. Miqueas dice: "¿Y qué es lo que Jehová pide de ti, sino hacer justicia, y amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?" (Miqueas 6:8, V.M.) A fin de ser maestros, los padres deben aprender, obteniendo constantemente luz de los oráculos de Dios e introduciendo por sus preceptos y ejemplo esta preciosa luz en la educación de sus hijos.*

Por la luz que Dios me ha dado sé que el esposo y la esposa deben ser en el hogar ministro, médico, enfermera y maestros, que vinculen a sus hijos consigo y con Dios, que los preparen para evitar todo hábito que en algo pudiera militar contra la obra de Dios en el cuerpo, y que les enseñen a cuidar de toda parte del organismo viviente.*

La madre debe destacarse siempre en esta obra de educar a los hijos; aunque recaen sobre el padre deberes graves e importantes, la madre, por tratar casi constantemente con los hijos, especialmente durante sus tiernos años, debe ser siempre su instructora y compañera especial. Debe preocuparse mucho por cultivar el aseo y el orden en sus hijos y por dirigirlos en la adquisición de hábitos y gustos correctos; debe enseñarles a ser laboriosos y serviciales; a valerse de sus recursos, a vivir, actuar y trabajar como estando siempre a la vista de Dios.*

Las hermanas mayores pueden ejercer una fuerte influencia sobre los miembros más jóvenes de la familia. Estos, al ver el ejemplo de los mayores, serán regidos más por el principio de la imitación que por los preceptos con frecuencia repetidos. La hija mayor debe considerar siempre como deber cristiano que le incumbe ayudar a la madre a llevar sus muchas y pesadas cargas.* 164

Los padres deben estar mucho en casa. Por precepto y ejemplo deben enseñar a sus hijos a amar y temer a Dios; a ser inteligentes, sociables y afectuosos; a cultivar hábitos de laboriosidad, economía y abnegación. Por manifestar a sus hijos amor, simpatía y aliento en casa, los padres pueden proveerles de un retiro seguro y bienvenido contra muchas de las tentaciones del mundo.*

Preparación para la escuela de iglesia.-
En la escuela del hogar es donde nuestros niños han de prepararse para asistir a la escuela de la iglesia. Los padres deben recordar esto constantemente y, como maestros del hogar, deben consagrar a Dios toda facultad de su ser, a fin de que puedan desempeñar su alta y santa misión. La instrucción diligente y fiel que se dé en el hogar es la mejor preparación que los niños puedan recibir para la vida escolar.*

Las órdenes de Dios son supremas.-
Tenemos en la Biblia reglas para guiar a todos, padres e hijos, una norma elevada y santa de la cual no podemos desviarnos. Las órdenes de Dios deben ser supremas. Que el padre y la madre de la familia abran la Palabra de Dios delante de Aquel, que escudriña los corazones, y pregunten con sinceridad: "¿Qué dijo Dios?"*

Enseñad a vuestros hijos a amar la verdad porque es la verdad, y porque han de ser santificados por ella y hechos idóneos para subsistir en el gran examen que antes de mucho determinará si están preparados para iniciar una obra mayor y llegar a ser miembros de la familia real, hijos del Rey celestial.*

La preparación para el conflicto venidero.-
Satanás está reuniendo sus huestes. ¿Estamos nosotros individualmente preparados para el terrible conflicto que tenemos en puertas? ¿Estamos preparando a nuestros hijos para la gran crisis? ¿Nos estamos preparando a nosotros mismos y a nuestras familias para comprender la posición de nuestros adversarios 165 y sus modos de guerrear? ¿Están nuestros hijos adquiriendo hábitos de decisión, a fin de ser firmes e inquebrantables en todo lo que se refiere a los principios y al deber? Ruego a Dios que todos podamos comprender las señales de los tiempos y prepararnos a nosotros mismos y a nuestros hijos para que en el tiempo de conflicto Dios sea nuestro refugio y defensa. * 166

29. Una Obra Intransferible
Las responsabilidades de los padres no pueden ser llevadas por otros.-
Padres, lleváis responsabilidades que nadie puede llevar por vosotros. Mientras viváis seréis responsables ante Dios por manteneros en su camino. . . . Los padres que hacen de la Palabra de Dios su guía, y que comprenden cuánto dependen de ellos sus hijos para la formación de su carácter, les darán un ejemplo que les resultará seguro seguir.*

Los padres y las madres son responsables de la salud, la constitución y el desarrollo del carácter de sus hijos. A nadie más debe confiarse la tarea de atender a esta obra. Al llegar a ser padres, os incumbe cooperar con el Señor en cuanto a educar a vuestros hijos en los principios sanos.*

¡Cuán triste es que muchos padres hayan desechado la responsabilidad que Dios les dio con respecto a sus hijos, y quieran que personas extrañas la lleven en su lugar! Convienen en que otros trabajen en favor de sus hijos y los alivien de toda carga al respecto.*

Muchos que ahora lamentan el extravío de sus hijos no pueden culpar de él a otros que a sí mismos. Consulten su Biblia los tales y vean lo que Dios les ordena como padres y guardianes. Asuman los deberes que descuidaron durante tanto tiempo. Necesitan humillarse y arrepentirse delante de Dios por no haber seguido sus indicaciones en la educación de sus hijos. Necesitan cambiar su propia conducta y seguir la Biblia estricta y cuidadosamente como su guía y consejera.*

La iglesia sola no puede asumirlas.-
¡Ojalá que los jóvenes 167 y los niños entregasen su corazón a Cristo! ¡Qué ejército se suscitaría para conquistar a otros y ponerlos de parte de la justicia! Pero los padres no deben dejar que la iglesia sola haga esta obra.*

Tampoco el pastor puede hacerlo.-
Imponéis grandes responsabilidades al predicador y le hacéis responsable de las almas de vuestros hijos, pero no sentís vuestra propia responsabilidad como padres e instructores. . . . Vuestros hijos e hijas se corrompen por vuestro ejemplo y preceptos relajados; y no obstante esta falta de preparación doméstica, esperáis que el ministro contrarreste vuestra obra diaria y cumpla la admirable hazaña de educar sus corazones y sus vidas en la virtud y la piedad. Después que el predicador ha hecho todo lo que puede para la iglesia mediante amonestación fiel y piadosa, disciplina paciente y ferviente oración para rescatar y salvar el alma, y no tiene, sin embargo, éxito, los padres y las madres con frecuencia le echan la culpa de que sus hijos no se conviertan, cuando puede deberse a su propia negligencia.

La carga incumbe a los padres; ¿asumirán ellos la obra que Dios les ha confiado y la harán con fidelidad? ¿Avanzarán ellos y subirán, trabajando de una manera humilde, paciente y perseverante, para alcanzar ellos mismos la exaltada norma y llevar a sus hijos consigo?*

¿No están acaso muchos padres poniendo sus responsabilidades en manos ajenas? ¿No piensan muchos de ellos que el ministro debe asumir la carga y procurar que sus hijos se conviertan y que el sello de Dios sea puesto sobre ellos?*

Ni puede hacerlo la escuela sabática.-
Es privilegio de ellos [los padres] ayudar a sus hijos a obtener el conocimiento que puede llevarlos con ellos a la vida futura. Pero por alguna razón desagrada a muchos padres el tener que dar instrucción religiosa a sus hijos. Les dejan obtener en la escuela sabática el conocimiento que ellos debieran comunicarles 168 acerca de su responsabilidad para con Dios. Los tales padres necesitan comprender que Dios desea verlos educar, disciplinar y preparar a sus hijos recordándoles siempre el hecho de que están formando su carácter para la vida presente y para la venidera.*

No dependáis de los maestros de la escuela sabática para que sea hecha vuestra obra de enseñar a vuestros hijos el camino por donde deben andar. La escuela sabática es una gran bendición; puede ayudaros en vuestra obra, pero nunca podrá reemplazaros. Dios encargó a todos los padres y madres la responsabilidad de llevar a sus hijos a Jesús y de enseñarles a orar y a creer en la Palabra de Dios. En la educación de vuestros hijos no pongáis a un lado las grandes verdades de la Biblia, suponiendo que la escuela sabática y el ministro harán la obra que descuidéis. La Biblia no es demasiado sagrada ni sublime para que se la abra diariamente y estudie diligentemente. Las verdades de la Palabra de Dios deben ser relacionadas con las supuestas cosas pequeñas de la vida. Si se las considera debidamente iluminarán la vida común supliendo motivos para obedecer y principios para la formación de un carácter recto.* 169

30. El Compañerismo en la Familia
Los padres deben conocer a sus hijos.-
Algunos padres no los comprenden a éstos [sus hijos], ni los conocen verdaderamente. A menudo hay una gran distancia entre padres e hijos. Si los padres quisieran compenetrarse plenamente de los sentimientos de sus hijos, y desentrañar lo que hay en sus corazones, se beneficiarían ellos mismos. El padre y la madre deben obrar juntos en plena simpatía el uno con el otro. Deben hacerse compañeros de sus hijos.*

Los padres deben estudiar la manera mejor y de más éxito para ganar el amor y la confianza de sus hijos, a fin de que puedan conducirlos en la senda recta. Deben reflejar el sol del amor sobre la familia.*

El estímulo y el elogio.-
A los niños les gusta la compañía, y raras veces quieren estar solos. Anhelan simpatía y ternura. Creen que lo que les gusta agradará también a la madre, y es natural que acudan a ella con sus menudas alegrías y tristezas. La madre no debe herir sus corazones sensibles tratando con indiferencia asuntos que, si bien son baladíes para ella, tienen gran importancia para ellos. La simpatía y aprobación de la madre les son preciosas. Una mirada de aprobación, una palabra de aliento o de encomio, serán en sus corazones como rayos de sol que muchas veces harán feliz el día.*

Los padres deben ser los confidentes del niño.-
Los padres deben animar a sus hijos a confiar en ellos, a presentarles las penas de su corazón, sus pequeñas molestias y pruebas diarias.* 170 Instruidlos bondadosamente y ligadlos a vuestro corazón. Este es un tiempo crítico para los niños. Los rodearán influencias tendientes a separarlos de vosotros, y debéis contrarrestarlas. Enseñadles a hacer de vosotros sus confidentes. Permitidles contaros sus pruebas y goces.*

Los niños quedarían a salvo de muchos males si fuesen más familiares con sus padres. Estos deben estimular en sus hijos una disposición a manifestarse confiados y francos con ellos, a acudir a ellos con sus dificultades, presentarles el asunto tal cual lo ven y pedirles consejo cuando se hallan perplejos acerca de qué conducta es la buena. ¿Quiénes pueden ver y señalarles los peligros mejor que sus padres piadosos? ¿Quién puede comprender tan bien como ellos el temperamento peculiar de sus hijos? La madre que ha vigilado todo el desarrollo de la mente desde la infancia, y conoce su disposición natural, es la que está mejor preparada para aconsejar a sus hijos. Quién puede decir como la madre, ayudada por el padre, cuáles son los rasgos de carácter que deben ser refrenados y mantenidos en jaque?*

"No hay tiempo."-
"No hay tiempo -dice el padre;- no tengo tiempo que dedicar a la educación de mis hijos, ni a sus placeres sociales y domésticos." Entonces Vd. no debiera haber asumido la responsabilidad de una familia. Al no concederles el tiempo que les toca en justicia, los priva de la educación que debieran recibir de Vd. Si tiene hijos, tiene una obra que hacer, en unión con la madre, en, lo que se refiere a la formación del carácter de esos hijos.*

Muchas madres exclaman: "No tengo tiempo para estar con mis hijos." En tal caso, por el amor de Cristo, dedicad menos tiempo a vuestra indumentaria. Descuidad más bien vuestros adornos y atavíos. Descuidad el recibir y hacer visitas. Descuidad el cocinar una variedad infinita de platos, pero nunca, nunca, descuidéis a vuestros hijos. ¿Qué es el tamo en comparación con el trigo? No permitáis que cosa 171 alguna se interponga entre vosotras y los mejores intereses de vuestros hijos.*

Recargadas con muchos cuidados, las madres consideran a veces que no pueden dedicar tiempo alguno para enseñar con paciencia a sus pequeñuelos y demostrarles amor y simpatía. Recuerden empero que si los hijos no encuentran en sus padres ni en el hogar la satisfacción de su deseo de simpatía y de compañerismo, la buscarán en otra parte, donde tal vez peligren su espíritu y su carácter.*

Con los hijos en trabajos y juegos.-
Dedicad parte de vuestras horas libres a vuestros hijos; asociaos con ellos en sus trabajos y deportes, y conquistad su confianza. Cultivad su amistad. Dediquen los padres las veladas a sus familias. Pongan a un lado los cuidados y las perplejidades con las labores del día.*

Consejos a los padres reservados y autoritarios.-
Existe el peligro de que tanto los padres como los maestros ordenen y dicten demasiado, mientras que no mantienen suficientes relaciones sociales con sus hijos o alumnos. Con frecuencia se muestran demasiado reservados y ejercen su autoridad en una forma fría y carente de simpatía, que no puede conquistar el corazón de sus hijos y alumnos. Si hiciesen acercar a los niños a sí y les demostrasen que los aman, y manifestasen interés en todos sus esfuerzos, y aun en sus juegos, siendo a veces niños entre los niños, podrían hacer muy felices a estos y conquistarían su amor y su confianza. Y los niños respetarían y amarían más temprano la autoridad de sus padres y maestros.*

Las malas compañías compiten con el hogar.-
Satanás y su hueste están haciendo arduos esfuerzos para desviar la mente de los niños, y éstos deben ser tratados con franqueza, ternura y amor cristianos. Esto os dará una poderosa influencia sobre ellos, y les hará sentir que pueden depositar 172 una confianza ilimitada en vosotros. Rodead a vuestros hijos de los encantos del hogar y de vuestra sociedad. Si lo hacéis, no tendrán mucho deseo de trabar relaciones con otros jóvenes. . . . A causa de los males que imperan hoy en el mundo, y de la restricción que es necesario imponer a los hijos, los padres deben tener doble cuidado de ligarlos a sus corazones y de dejarles ver que desean hacerlos felices.*

Los padres deben familiarizarse con sus hijos.-
No debe levantarse una valla de frialdad y retraimiento entre padres e hijos. Intimen los padres con sus hijos; procuren entender sus gustos y disposiciones; compartan sus sentimientos, y descubran lo que embarga sus corazones. Padres, demostrad a vuestros hijos que los amáis, y que queréis hacer cuanto podáis para asegurar su dicha. Si obráis así, las restricciones que necesitéis imponerles tendrán mucho mayor peso en sus jóvenes inteligencias. Gobernad a vuestros hijos con ternura y compasión, teniendo siempre presente que "sus ángeles en los cielos ven siempre la faz de mi Padre que está en los cielos." Si queréis que los ángeles desempeñen en favor de vuestros hijos el ministerio que Dios les ha encomendado, cooperad con ellos haciendo vuestra Parte.

Criados bajo la prudente y amante dirección de un hogar verdadero, los hijos no abrigarán deseos de ir a buscar en otra parte placer y compañía. El mal no tendrá atractivo para ellos. El espíritu prevaleciente en el hogar amoldará su carácter; contraerán hábitos y adoptarán principios que serán para ellos amparo seguro contra la tentación cuando tengan que alejarse del hogar y ocupar su puesto en el mundo.* 174

31. La Seguridad Mediante el Amor
Poder del amor.-
Los agentes del amor tienen poder maravilloso, porque son divinos. La respuesta suave que "aparta el enojo," el amor que "es sufrido y benigno," el amor que "cubre una multitud de pecados;" si aprendiéramos esta lección ¡de qué poder sanador serian dotadas nuestras vidas! La vida sería transformada y la tierra llegaría a ser la misma semejanza y el goce anticipado del cielo.

Estas preciosas lecciones, enseñadas de un modo sencillo, pueden ser comprendidas hasta por los niñitos. El corazón del niño es tierno y fácilmente impresionable, y cuando nosotros, que somos mayores, lleguemos a ser "como niños," cuando aprendamos la sencillez, la dulzura y el tierno amor del Salvador, no hallaremos difícil tocar el corazón de los pequeños y enseñarles el ministerio sanador del amor.*

Desde un punto de vista mundano, el dinero es poder; pero desde el punto de vista cristiano, el amor es poder. Este principio entraña fuerza intelectual y espiritual. El amor puro tiene una eficacia especial para hacer el bien, y no puede hacer otra cosa que el bien. Evita la discordia y la desgracia y produce la felicidad más verdadera. Con frecuencia las riquezas ejercen influencia para corromper y destruir; la fuerza es poderosa para hacer daño; pero la verdad y la bondad son propiedades del amor puro.*

El amor es una planta que debe ser nutrida.-
El hogar ha 175 de ser el centro del afecto más puro y elevado. Cada día deben fomentarse con perseverancia la paz, la armonía, el afecto y la felicidad, hasta que estos bienes preciosos moren en el corazón de los que componen la familia. La planta del amor debe nutrirse cuidadosamente; de lo contrario morirá. Todo principio bueno debe ser cultivado si queremos que florezca en el alma. Debe ser desarraigado todo lo que Satanás planta en el corazón: la envidia, los celos, las malas sospechas, la maledicencia, la impaciencia, el prejuicio, el egoísmo, la codicia y la vanidad. Si se permite que permanezcan estos malos rasgos en el alma, darán frutos que contaminarán a muchos. ¡Oh, cuántos cultivan las plantas venenosas que matan los frutos preciosos del amor y contaminan el alma!*

Recordemos nuestra propia infancia.-
No tratéis a vuestros hijos únicamente con severidad, olvidándoos de vuestra propia niñez, y olvidando que ellos no son sino niños. No esperéis de ellos que sean perfectos, ni tratéis de obligarlos a actuar como hombres y mujeres en seguida. Obrando así, cerraríais la puerta de acceso que de otra manera pudierais tener hacia ellos, y los impulsaríais a abrir la puerta a las influencias perjudiciales, que permitirían a otros envenenar sus mentes juveniles antes de advertir el peligro....

Los padres no deben olvidar cuanto anhelaban en su niñez la manifestación de simpatía y amor, y cuán desgraciados se sentían cuando se les censuraba y reprendía con irritación. Deben rejuvenecer sus sentimientos, y transigir mentalmente para comprender las necesidades de sus hijos.*

Necesitan palabras amables y alentadoras. ¡Cuán fácil es para la madre pronunciar palabras bondadosas y afectuosas que harán penetrar un rayo de sol en el corazón de los pequeñuelos y les harán olvidar sus dificultades! Padres, manifestad amor a vuestros hijos: en la infancia, en la adolescencia y en la juventud. No les mostréis un rostro ceñudo, sino siempre alegre.* 176

Mantenedlos en ambiente alegre. -Cuando los pequeñuelos están en dificultad debe tranquilizárselos con cuidado. Entre la infancia y la edad adulta, los hijos no reciben generalmente la atención que debiera concedérselas. Se necesitan madres que guiarán de tal manera a sus hijos que éstos se considerarán como parte de la familia. Hable la madre con sus hijos acerca de las esperanzas y perplejidades que puedan tener. Recuerden los padres que sus hijos deben ser atendidos con preferencia a los extraños. Deben ser mantenidos en una atmósfera de sol, bajo la dirección de la madre.* Ayudad a vuestros hijos a obtener victorias. . . . Rodeadlos de una atmósfera de amor. Así podréis subyugar su disposición obstinada.*

Cuando necesitan más amor que alimento.-
Muchas madres descuidan vergonzosamente a sus hijos a fin de tener tiempo para bordarles prendas de ropa o añadir a éstas adornos inútiles. Cuando los niños están cansados y necesitan realmente su atención, los descuidan o les dan algo que comer. No sólo no necesitan ellos el alimento, sino que éste les ocasiona verdadero daño. Lo que les hacia falta era el abrazo calmante de la madre. Cada madre debiera tener tiempo para otorgar a sus pequeñuelos esas menudas expresiones de cariño que son tan esenciales durante la infancia. Obrando así, la madre vincularla el corazón y la felicidad de sus hijos con su propio corazón. Ella es para ellos lo que es Dios para nosotros.*

Deben satisfacerse los deseos razonables.-
Debéis hacer sentir siempre a vuestros hijos que los amáis, que estáis trabajando en favor suyo, que anheláis su felicidad y que sólo os proponéis hacer lo que es para su bien. Debéis satisfacer sus pequeños deseos siempre que podáis hacerlo razonablemente.*

En el gobierno de vuestros hijos, no obréis nunca por impulso. Aunad la autoridad con el afecto. Apreciad y cultivad 177 todo lo que es bueno y amable, y revelándoles a Cristo inducidlos a desear el bien más elevado. Al negarles las cosas que les perjudicarían, dejadles ver que los amáis y que deseáis hacerlos felices. Cuanto más desagradables sean, tanto más debéis esmeraros por manifestarles vuestro amor. Cuando el niño tenga la certeza de que procuráis su felicidad, el amor quebrantará toda valla. Este principio regia el trato del Salvador con los hombres; y es el que debe gobernar la iglesia.*

El amor debe expresarse.-
En muchas familias hace mucha falta que se exprese el afecto de unos miembros hacia otros. Aunque no es necesario manifestar sentimentalismo, lo es que se exprese amor y ternura de una manera casta, pura y digna. Muchos cultivan realmente la dureza de corazón y por sus palabras y acciones revelan la fase satánica del carácter. Siempre debe cultivarse un tierno afecto entre los esposos, entre los padres y los hijos, y entre hermanos y hermanas. Toda palabra apresurada debe ser refrenada, y no debe haber siquiera apariencia de que falte el amor mutuo. Es deber de cada miembro de la familia ser amable y hablar con bondad.* Cultivad la ternura, el afecto y el amor que se expresan en pequeñas cortesías, en palabras y en atenciones solícitas.*

La mejor manera de enseñar a los niños a respetar a su padre y a su madre consiste en darles la oportunidad de ver al padre rendir atenciones bondadosas a la madre y a la madre manifestar respeto y reverencia hacia el padre. Al contemplar el amor manifestado en sus padres los hijos son inducidos a acatar el quinto mandamiento y a prestar oídos a la recomendación: "Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres; porque esto es justo."*

El amor de Jesús debe reflejarse en los padres.-
Cuando la madre ha obtenido la confianza de sus hijos y les ha enseñado a amarla y a obedecerle, les ha dado la primera lección en la vida cristiana. Deben amar y obedecer a su Salvador y confiar en él como aman y obedecen a sus padres y confían en 178 ellos. El amor que con sus cuidados fieles y educación correcta de sus hijos manifiestan los padres hacia ellos es un débil reflejo del amor que Jesús tiene por sus fieles.* 179

32. Ocúpese el jardín del Corazón
Los padres como jardineros.-
El Señor ha confiado a los padres una obra solemne y sagrada. Han de cultivar cuidadosamente el suelo del corazón. Pueden ser así colaboradores con Dios. El espera de ellos que guarden y atiendan cuidadosamente al jardín constituido por el corazón de sus hijos. Han de sembrar la buena simiente y quitar toda mala hierba. Es necesario eliminar todo defecto del carácter, toda mala disposición; porque si se les permite subsistir, mancillarán la belleza del carácter.*

Padres, vuestro hogar es el primer campo en el que sois llamados a trabajar. Las preciosas plantas que hay en el jardín del hogar exigen vuestro primer cuidado. Habéis sido designados para velar por las almas como quienes han de dar cuenta. Considerad cuidadosamente vuestra obra, su naturaleza, su orientación y sus resultados. Tenéis ante vuestra puerta un terrenito que cultivar, y Dios os tendrá por responsables de esta obra que confió a vuestras manos.*

El cuidado del jardín.-
Prevalece en el mundo la tendencia a dejar a los jóvenes seguir la inclinación natural de su propia mente. Y los padres dicen que si los jóvenes son muy desenfrenados en su adolescencia se corregirán más tarde, y que cuando tengan dieciséis o dieciocho años razonarán por su cuenta, abandonarán sus malos hábitos y llegarán por fin a ser hombres y mujeres útiles. ¡Qué error! Durante años permiten que el enemigo siembre en el jardín del corazón; 180 permiten que se desarrollen en él malos principios, y en muchos casos todo el trabajo que se haga para cultivar ese terreno no servirá para nada....

Algunos padres han dejado a sus hijos adquirir malas costumbres, cuyos rastros podrán verse a través de toda la vida. Los padres son responsables de este pecado. Esos hijos pueden profesar ser cristianos, pero sin una obra especial de la gracia en el corazón y una reforma cabal en la vida, sus malas costumbres pasadas se advertirán en toda su experiencia y manifestarán precisamente el carácter que sus padres les permitieron adquirir.*

No se debe permitir que los jóvenes aprendan lo bueno y lo malo sin discriminación, creyendo que en algún momento futuro lo bueno predominará y lo malo perderá su influencia. Lo malo crecerá más ligero que lo bueno. Es posible que después de muchos años sea desarraigado lo malo que hayan aprendido; pero ¿quién querrá correr riesgos al respecto? El tiempo es corto. Es más fácil y mucho más seguro sembrar semilla limpia y buena en el corazón de vuestros hijos que arrancar las malas hierbas más tarde. Resulta difícil borrar las impresiones hechas en las mentes juveniles. ¡Cuán importante es, pues, que esas impresiones sean correctas, a fin de que las facultades elásticas de la juventud se inclinen en la debida dirección!*

La siembra y la eliminación de malezas.-
Durante los primeros años de la vida del niño, el suelo del corazón debe prepararse cuidadosamente para las lluvias de la gracia de Dios. Luego se han de sembrar con cuidado las semillas de la verdad y debe atendérselas con diligencia. Dios, quien recompensa todo esfuerzo hecho en su nombre, pondrá vida en la semilla sembrada; y aparecerá primero la hoja, luego la espiga y en ésta, al fin, el grano maduro.
Con demasiada frecuencia, debido a la perversa negligencia de los padres, Satanás siembra sus semillas en el corazón de 181 los niños, y se produce una mies de vergüenza y pesar. El mundo carece hoy de verdadera bondad porque los padres no reunieron a sus hijos consigo en el hogar. No les evitaron la compañía de los descuidados y temerarios. Por lo tanto los hijos fueron al mundo y sembraron semillas de muerte.*

La gran obra de instrucción, de desarraigar las malas hierbas inútiles y venenosas, es importantísima. Porque si se las deja estar, esas malas hierbas crecerán hasta ahogar las plantas preciosas de los principios morales y de la verdad.*

Si un campo es dejado sin cultivo, aparecerá con seguridad una cosecha de hierbas nocivas que será muy difícil exterminar. Por lo tanto, es necesario trabajar el suelo y subyugar las malas hierbas antes que las plantas preciosas puedan crecer. Antes que puedan hacerlo, debe sembrarse con cuidado la semilla. Si las madres descuidan la siembra de buena semilla y luego esperan cosechar grano precioso, se chasquearán; porque segarán espinas y cardos. El diablo vela siempre, preparado para sembrar semillas que brotarán y darán una mies abundante que concuerde con su carácter satánico.*

En lo que respecta a nuestros hijos, debemos ejercer una vigilancia perpetua. En cuanto nacen, Satanás, mediante sus múltiples artimañas, comienza a obrar con el genio y la voluntad de ellos. El que estén seguros depende de la sabiduría y del cuidado vigilante de los padres. En el amor y temor de Dios, deben esforzarse por ocupar de antemano el jardín del corazón, sembrando las buenas semillas de un espíritu recto, de hábitos correctos y del amor y temor de Dios.*

Desarrollo de la belleza natural.-
Los padres y maestros deben procurar con todo fervor la sabiduría que Jesús está siempre dispuesto a darles; porque están tratando con mentes humanas en el momento más interesante e impresionable de su desarrollo. Deben procurar cultivar de tal manera las tendencias de los jóvenes, que en cada etapa de su vida puedan representar la belleza natural apropiada a ese período, 182 desarrollándose gradualmente, como lo hacen las plantas y las flores en el jardín.* 183

33. Promesas de Dirección Divina
¡Cuán dulce es tener un Amigo divino!
Vuestro compasivo Redentor os observa con amor y simpatía, listo para oír vuestras oraciones y prestaros la ayuda que necesitáis. Conoce las cargas que pesan sobre el corazón de cada madre y es su mejor amigo en toda emergencia. Sus brazos eternos sostienen a la madre fiel y temerosa de Dios. Cuando estuvo en la tierra tuvo una madre que luchó con la pobreza y sufrió muchas ansiedades y perplejidades, así que él simpatiza con toda madre cristiana en sus congojas y ansiedades. Aquel Salvador que emprendió un largo viaje con el propósito de aliviar el corazón ansioso de una mujer cuya hija era poseída de un mal espíritu, oirá las oraciones de la madre y bendecirá a sus hijos.

El que devolvió a la viuda su único hijo cuando era llevado a la sepultura se conmueve hoy ante la desgracia de la madre enlutada. El que derramó lágrimas de simpatía ante la tumba de Lázaro y devolvió a Marta y María su hermano sepultado; el que perdonó a María Magdalena; el que recordó a su madre mientras pendía de la cruz en su agonía; el que se apareció a las mujeres que lloraban y las hizo mensajeras suyas para difundir las primeras y gratas noticias de un Salvador resucitado, es hoy el mejor Amigo de la mujer y está dispuesto a ayudarle en todas las relaciones de la vida.*

No hay obra que pueda igualarse a la de la madre cristiana. Esta asume su obra con el sentido de lo que significa criar a sus hijos en la disciplina y admonición del Señor. ¡Cuán a 184 menudo le parecerá su carga más pesada de lo que puede llevar; y cuán precioso será entonces el privilegio de llevarlo todo en oración al Salvador que simpatiza con ella! Puede echar su carga a sus pies y hallar en su presencia una fuerza que la sostendrá y le dará aliento, esperanza, valor y sabiduría en las horas más penosas. ¡Cuán dulce es para la madre agobiada saber que tiene un amigo tal en todas sus dificultades! Si las madres fueran a Cristo con más frecuencia y confiaran más plenamente en él, sus cargas serían más ligeras, y hallarían descanso para sus almas.*

El Dios del cielo oye vuestras oraciones.-
Sin la ayuda divina no podéis criar a vuestros hijos como debierais hacerlo; porque la naturaleza caída de Adán lucha siempre por predominar. Debe prepararse el corazón para los principios de la verdad, a fin de que se arraiguen en el alma y hallen sustento en la vida.*

Los padres pueden entender que al seguir las instrucciones de Dios en la educación de sus hijos, recibirán ayuda de lo alto. Serán muy beneficiados; porque mientras enseñen, aprenderán. Sus hijos alcanzarán victorias por el conocimiento que adquirieron al seguir el camino del Señor. Quedan habilitados para vencer las tendencias al mal, sean naturales o hereditarias.*

Padres, ¿estáis obrando con energía incansable en favor de vuestros hijos? El Dios del cielo nota vuestra solicitud, vuestra labor ferviente, vuestra vigilancia constante. Oye vuestras oraciones. Con paciencia y ternura, educad a vuestros hijos para el Señor. Todo el cielo se interesa en vuestra obra.... Dios se unirá a vosotros y coronará de éxito vuestros esfuerzos.*

Mientras tratéis de hacerles claras las verdades de la salvación y los conduzcáis a Cristo como Salvador personal, los ángeles estarán a vuestro lado. El Señor dará gracia a los padres y las madres para que puedan interesar a sus 185 pequeñuelos en la preciosa historia del niño de Belén, quien es en verdad la esperanza del mundo.*

Pedid y recibiréis.-
En su importante obra, los padres deben pedir y recibir ayuda divina. Aun cuando el carácter, los hábitos y las prácticas de los padres se hayan fundido en un molde inferior, si las lecciones que se les dieron en la infancia y la juventud han desarrollado en ellos un carácter deficiente, no necesitan desesperar. El poder de Dios puede transformar las tendencias heredadas y cultivadas; porque la religión de Jesús eleva. "Nacer otra vez" significa una transformación, un nuevo nacimiento en Cristo Jesús.7

Instruyamos a nuestros hijos en las enseñanzas de la Palabra. Si le invocáis, el Señor os responderá. Dirá: Aquí estoy; ¿qué quieres que haga por ti ? El cielo está vinculado con la tierra a fin de que cada alma pueda ser capacitada para cumplir su misión. El Señor ama a esos hijos. Quiere que se críen comprendiendo su alta vocación.*

El Espíritu Santo os guiará.-
La madre debe sentir la necesidad de la dirección del Espíritu Santo, sentir que ella misma debe experimentar verdadera sumisión a los caminos y a la voluntad de Dios. Entonces, por la gracia de Cristo, puede ser una maestra sabia, bondadosa y amante.*

Cristo ha tomado toda medida necesaria para que cada padre y madre que quiera ser dirigido por el Espíritu Santo reciba fuerza y gracia para enseñar en el hogar. Esta educación y disciplina en el hogar ejercerán una influencia modeladora.*

El poder divino se unirá al esfuerzo humano.-
Sin el esfuerzo humano, resulta vano el esfuerzo divino. Dios obrará con poder cuando, dependiendo confiadamente de él, los padres se despierten y vean la responsabilidad sagrada que descansa sobre ellos y procuren educar correctamente a sus hijos. Cooperará con los padres que con cuidado y oración enseñan a sus hijos y labren su propia salvación y la de ellos. 186 Obrará en ellos el querer y el hacer según su propio beneplácito.*

El esfuerzo humano solo no ayudará a vuestros hijos a perfeccionar un carácter para el cielo; pero con la ayuda divina se puede realizar una obra grandiosa y santa. *

Cuando asumís vuestros deberes como padres con la fuerza de Dios, con la firme resolución de no cejar jamás en vuestros esfuerzos y de no abandonar vuestro puesto del deber en la lucha por hacer de vuestros hijos lo que Dios quiere que sean, entonces Dios os mira desde lo alto con aprobación. Sabe que estáis haciendo lo mejor que podéis, y aumentará vuestra fuerza. Hará él mismo la parte de la obra que el padre o la madre no puede hacer; cooperará con los esfuerzos sabios, pacientes y bien dirigidos de la madre que teme a Dios. Padres, Dios no se propone hacer la obra que, él dejó para que vosotros la hagáis en el hogar. No debéis entregaros a la indolencia ni ser siervos perezosos, si queréis que vuestros hijos se salven de los peligros que los rodean en el mundo.*

En las pruebas aferraos a Jesús.-
Padres, aprovechad los rayos de luz divina que brillan sobre vuestra senda. Andad en la luz como Cristo está en la luz. Cuando emprendáis la obra de salvar a vuestros hijos y de conservar vuestra posición en el camino de santidad, se presentarán las pruebas más gravosas. Pero no perdáis vuestra confianza. Aferraos a Jesús. El dice: "¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz, sí, haga paz conmigo." Sobrevendrán dificultades. Arrostraréis obstáculos. Mirad constantemente a Jesús. Al ocurrir una emergencia, preguntad: Señor, ¿qué debo hacer ahora?* Cuanto más arrecie la batalla, tanto más necesitan [los padres] la ayuda de su Padre celestial, y tanto más notable será la victoria que obtengan.*

Luego obrad con fe.-
Con paciencia y amor, como fieles administradores de la múltiple gracia de Cristo, deben los 187 padres hacer la obra que les ha sido señalada. Se espera de ellos que sean hallados fieles. Todo debe hacerse con fe. Han de rogar constantemente a Dios que comunique su gracia a los hijos a quienes están criando. Nunca deben cansarse en su obra, ni ser impacientes o inquietos. Deben aferrarse a sus hijos y a Dios. Si los padres obran con paciencia y amor, esforzándose fervorosamente por ayudar a sus hijos a alcanzar la más alta norma de pureza y modestia, tendrán éxito.* 188


(El Hogar Cristiano de E. G. de White)

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