jueves, 16 de febrero de 2012

VI EL EGOÍSMO Y EL RESPETO PROPIO 29. “Dependencia E Independencia”

(A) Dependencia de Dios, no de los hombres
La dependencia de Dios es absoluta.
Dios quiere que toda alma por la cual Cristo murió llegue a ser una parte de la vid, esté conectada con la cepa y reciba su alimento de ella. Dependemos de Dios en todo, y eso debiera mantenernos muy humildes; y debido a que dependemos tanto de él, debiéramos aumentar grandemente nuestro conocimiento de Dios. Dios quiere que alejemos de nosotros toda especie de egoísmo y vayamos a él no como dueños de nosotros mismos, sino como la posesión adquirida del Señor. -TM 324, 325 (1897).

Dependamos de Dios, no de los hombres.
Dios quiere poner a los hombres en relación directa consigo mismo. En todo su trato con los seres humanos reconoce el principio de la responsabilidad personal. Procura fomentar el sentimiento de dependencia personal, y hacer sentir la necesidad de la dirección personal. Desea asociar lo humano con lo divino, para que los hombres se transformen en la imagen divina. Satanás procura frustrar este propósito, y se esfuerza  en alentar a los hombres a depender de los hombres. Cuando las mentes se desvían de Dios, el tentador puede someterlas a su gobierno, y dominar a la humanidad. -MC 186 (1905).

Depended plenamente de Dios. Si obráis de otro modo, conviene que os detengáis. Deteneos donde estáis, y cambiad el orden de las cosas. . . Clamad a Dios con sinceridad, con hambre en el alma. Luchad con los instrumentos celestiales hasta que obtengáis la victoria. Poned todo vuestro ser en las manos del Señor, alma, cuerpo y espíritu, y resolved convertiros en su instrumento amante y consagrado, impulsado por su voluntad, dominado por su mente, saturado de su Espíritu. . . Entonces veréis claramente las cosas celestiales. -HHD 107 (1891).

Tome a Dios como su consejero.
En lugar de llevar sus perplejidades a un hermano o a un pastor, llévelas al Señor en oración. No ponga al pastor donde debiera estar Dios, sino hágalo objeto de sus oraciones. Todos hemos errado en este punto. El ministro de Cristo es como otros hombres. Es cierto, él lleva responsabilidades más sagradas que un hombre de negocios corriente, pero no es infalible. Está rodeado de debilidades, y necesita gracia e iluminación divinas. Necesita la unción celestial para hacer su obra con exactitud y éxito y dar pruebas plenas de su ministerio. Hay algunos que ignoran el camino de la vida y la salvación, y ellos encontrarán que el ministro piadoso les enseñará qué deben hacer para ser salvos.

Los que saben cómo orar, que saben qué son las invitaciones del Evangelio de Cristo, que conocen la inmutabilidad de sus promesas, deshonren a Dios cuando ponen su carga sobre los hombres finitos. Siempre es correcto deliberar juntos. Es correcto conversar juntos. Es correcto aclarar ante los hermanos y el pastor las dificultades que se presentan en cualquier empresa. Pero no deshonren tan grandemente a Dios por depender del hombre por sabiduría. Busquen a Dios para tener la sabiduría que viene de arriba.  Pida a sus colaboradores que oren con usted, y el Señor cumplirá su palabra: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mat. 18: 20). -Ms 23, 1899.

(B) Dependencia e independencia en las relaciones de trabajo
La opinión de un hombre.
Es un error hacer creer a los hombres que los obreros de Cristo no debieran hacer nada antes de haber llevado el asunto a una persona de responsabilidad. No se debe educar a los hombres para que consideren a los hombres como si fueran Dios. Aunque es necesario que haya consejo y unidad de acción entre los obreros, la opinión y el servicio de un hombre no deben ser el poder controlador. -RH, 7 de agosto de 1894.

Crecer en eficiencia.
Dios es el dirigente de su pueblo, y El enseñará cómo usar su cerebro a los que le entregan sus mentes. Al emplear su capacidad ejecutiva, crecerán en eficiencia. La herencia del Señor está formada por vasos grandes y pequeños, pero cada uno de ellos tiene su obra individual que hacer. No ha de dependerse del juicio de un hombre, o de dos o tres hombres, como si fueran el camino seguro que todos deben seguir. Miren todos a Dios, confíen en El, y crean plenamente en su poder. Unanse en yugo con Cristo y no con los hombres, porque éstos no tienen poder de impedirles que caigan. -Carta 88, 1896.

Consejo a un ejecutivo.
Usted debe depender de Dios. No debe permitir que otros hombres vacíen sus mentes en la de usted. No ha de permitirles que, por su persuasión, lo conduzcan por un sendero falso. Ponga su confianza completamente en quien declara: "No te desampararé, ni te dejaré" (Heb. 13, 5). -Carta 92,1903.

La dependencia de Dios crea confianza.
Cuando los hombres dejen de depender de los hombres, cuando hagan de Dios su eficiencia, se manifestará más confianza mutua. Nuestra fe en Dios es sumamente débil y nuestra confianza mutua es demasiado exigua. -TM 214 (1895).

La autodependencia conduce a la tentación.
Por medio de férvida oración y de entera confianza en Dios, Salomón alcanzó un grado de sabiduría que despertó la admiración del mundo. Pero cuando se alejó de la Fuente de su fuerza y se apoyó en sí mismo, cayó presa de la tentación. Entonces las facultades maravillosas que habían sido concedidas al más sabio de los reyes, sólo lo convirtieron en agente tanto más eficaz del adversario de las almas. -CS 563, 564 (1911).

La dependencia de otros puede significar inmadurez.
Los hombres, que debieran ser tan leales como la brújula al polo en toda emergencia, han llegado a ser ineficientes por sus esfuerzos de protegerse de la censura y por evadir las responsabilidades por temor al fracaso. Los hombres de intelectos gigantescos son apenas bebés en la disciplina porque son cobardes con respecto a tomar y llevar las cargas que deberían llevar. Descuidan el llegar a ser eficientes. Han confiado por demasiado tiempo en que un hombre planifique por ellos y les haga pensar que están altamente capacitados para obrar por si mismos en favor de la causa de Dios. Las deficiencias mentales salen a nuestro encuentro en todo momento.

Los hombres que se contentan con permitir que otros hagan planes y piensen por ellos no están completamente desarrollados. Si tuvieran que hacer solos sus planes se descubriría que son juiciosos y calculadores. Pero cuando se conectan con la causa de Dios, es algo totalmente diferente para ellos; pierden esta capacidad casi completamente. Se satisfacen en seguir siendo incompetentes e ineficientes como si otros debieran trazar los planes y pensar por ellos. Algunos parecen totalmente incapaces de abrir un camino  por sí mismos. ¿Deben ellos siempre confiar en que otros piensen y planifiquen y estudien por ellos, y sean así su mente y su juicio? Dios se avergüenza de tales soldados. El no recibe honra cuando tienen alguna parte en su obra puesto que son sólo máquinas. -3T 495, 496 (1875).

Se necesitan hombres independientes.
Se necesitan hombres independientes, de esfuerzo ardoroso, cuyos caracteres no sean tan impresionables como la arcilla. Aquellos que desean que se les dé el trabajo listo para sus manos, que desean una cantidad fija que hacer y un salario fijo, y que desean hallar un molde exacto sin la molestia de adaptarse ni prepararse, no son los hombres a quienes Dios llama a trabajar en su causa. Un hombre que no pueda adaptar sus capacidades a casi cualquier lugar, si la necesidad lo exige, no es el hombre para este tiempo.
Los hombres a quienes Dios relacionará con su obra no han de ser flexibles ni carecer de fibra, músculo y fuerza moral de carácter. [Sólo con esfuerzo perseverante y continuo pueden los hombres tener la disciplina necesaria como para hacer una parte en la obra de Dios. Estos hombres no debieran desanimarse si las circunstancias y el ambiente son muy desfavorables. No debieran abandonar su propósito, como si fueran un fracaso total, hasta que estén convencidos más allá de toda duda de que no pueden hacer mucho para el honor de Dios y el bien de sus almas].-OE 139; 3T 496 (1875).

La independencia no santificada procede del egoísmo.
Los males de la estima propia y de una independencia no santificada, que dañarán mucho nuestra utilidad y que nos llevarán a la ruina si no la vencemos, proceden del egoísmo. "Tomen consejo juntos" es el mensaje que el ángel de Dios me repitió una y otra vez. Al influir sobre el juicio de un hombre, Satanás puede lograr el control de las cosas para favorecer sus intereses. Puede tener éxito en desviar las mentes de dos personas; pero cuando varias personas deliberan  juntas, hay mayor seguridad. Cada plan será escudriñado con mayor cuidado; cada avance se estudiará con más atención. En consecuencia, habrá menos peligro de tomar decisiones precipitadas o erróneas que provocarían confusión, perplejidad y derrota. En la unión hay fuerza. En la división hay debilidad y derrota. -5T 29, 30 (1882).

(C) Independencia de espíritu
Los riesgos de la independencia personal.
Siempre recuerde lo que debemos a nuestra profesión cristiana como pueblo peculiar de Dios; y cuídese de que al ejercitar la independencia personal su influencia no obre contra los propósitos de Dios, y así usted, por medio de las trampas de Satanás, llegue a ser una piedra de tropiezo directamente en el camino de los débiles y vacilantes. Hay peligro en dar al enemigo ocasión de blasfemar a Dios y amontonar desprecio sobre los creyentes en la verdad. -5T 477, 478 (1889).

Independencia de espíritu.
Siempre ha habido en la iglesia quienes tienden constantemente a la independencia individual. Parecen incapaces de comprender que la independencia de espíritu puede inducir al instrumento humano a tener demasiada confianza en sí mismo, y a confiar en su propio juicio en lugar de respetar el consejo de sus hermanos y estimar debidamente su juicio, especialmente el de los que ocupan los cargos que Dios ha asignado para la dirección de su pueblo. El Señor ha investido a su iglesia con especial autoridad y poder que nadie tiene derecho de desatender y despreciar, porque el que lo hace desprecia la voz de Dios. -HAp 135 (1911).

Acción concertada.
En un punto habrá que precaverse, y es en el de la independencia individual. Como entre soldados del ejército de Cristo, debe haber acción concertada  en los diversos departamentos de la obra. . . Cada obrero debe obrar teniendo en cuenta a los demás. Los que siguen a Cristo no obrarán independientemente unos de otros. Nuestra fuerza debe fundarse en Dios, y estar unida para manifestarse en una acción noble y concentrada. No debe desperdiciarse en movimientos sin sentido. -2JT 206, 207 (1889).

La autosuficiencia nos expone a los ardides de Satanás.
Vivimos en medio de los peligros de los últimos días, y si tenemos un espíritu de autosuficiencia e independencia, estaremos expuestos a los ardides de Satanás y seremos vencidos. -3T 66 (1872).

(D) Independencia moral
La ley de la dependencia mutua.
Todos nosotros estamos entretejidos en la gran tela de la humanidad, y todo cuanto hagamos para beneficiar y ayudar a nuestros semejantes nos beneficiará también a nosotros mismos. La ley de la dependencia mutua afecta e incluye a todas las clases sociales. Los pobres no dependen más de los ricos, que los ricos de los pobres. Mientras una clase pide una parte de las bendiciones que Dios ha concedido a sus vecinos más ricos, la otra necesita el fiel servicio, la fuerza del cerebro, de los huesos y de los músculos, que constituyen el capital de los pobres. -PP 575 (1890).

Es un deber obedecer las convicciones religiosas individuales.
Muchos son los artificios de que Satanás se vale para encadenar a sus cautivos por medio de las influencias humanas. El se asegura la voluntad de multitudes atándolas con los lazos de seda de sus afectos a los enemigos de la cruz de Cristo. Sea cual fuere esta unión: paternal, filial, conyugal o social, el efecto es el mismo: los enemigos de la verdad ejercen un poder que tiende a dominar la conciencia, y las almas sometidas a su autoridad no tienen valor ni espíritu independiente suficientes para seguir sus propias convicciones acerca del deber. -CS 655 (1911).

Se sacrifica el juicio individual.
Por muy convencidas que estén la razón y la conciencia, estos pobres ilusos [personas que profesan ser religiosas en las iglesias populares] no se atreven a pensar de otro modo que como los ministros, y sacrifican su juicio individual y sus intereses eternos al descreimiento, orgullo y prejuicios de otra persona. -CS 655 (1911).

Sostener independientemente lo correcto.
Se requerirá valor e independencia para elevarse por sobre las normas religiosas del mundo cristiano. Ellos no siguen el ejemplo de abnegación del Salvador; no hacen sacrificios; están constantemente buscando evadir la cruz que Cristo declara que es la señal del discipulado. -5T 78 (1882).

Independencia moral cuando se opone al mundo.
La independencia moral estará completamente en su lugar cuando se opone al mundo. Al conformarse enteramente a la voluntad de Dios, estaremos en terreno ventajoso y veremos la necesidad de separarnos de las costumbres y prácticas del mundo. No hemos de elevar nuestra norma sólo un poco por encima de la del mundo; sino que hemos de hacer definidamente clara la línea de demarcación. -RH, 9 de enero de 1894; FE 289.

La independencia moral es una virtud.
Nuestra única seguridad es permanecer como el pueblo peculiar de Dios. No debemos ceder ni un ápice a las costumbres y modas de esta época degenerada sino mantenernos con independencia moral, sin entrar en componendas con sus prácticas corruptas e idolátricas. -5T 78 (1882).

(E)Independencia mental
Verdadera independencia, no obstinación.
La verdadera independencia mental no es obstinación. Conduce a los jóvenes a formar sus opiniones sobre la Palabra de Dios, sin importarles lo que otros digan o hagan. Si están en compañía de incrédulos, ateos o infieles, los conduce a reconocer y defender su creencia en las sagradas verdades del Evangelio contra las cavilaciones y agudezas de sus asociados impíos. Si están con los que piensan que es una virtud pasar revista a las faltas de los cristianos profesos y luego burlarse de la religión, la moralidad y la virtud, la verdadera independencia mental los conducirá a mostrar, con cortesía pero con firmeza, que el ridículo es un pobre sustituto de los argumentos sólidos. Los capacitará para mirar más allá del burlador a quien lo dirige, el adversario de Dios y del hombre, y a resistirlo en la persona de su agente. -RH, 26 de agosto de 1884 (FE 88,89).

Se necesita independencia mental.
Hay hombres que se lisonjean de que podrían hacer algo grande y bueno si se hallasen en diferentes circunstancias, mientras que no hacen uso de las facultades que ya tienen, trabajan en las posiciones en que los colocó la Providencia. [El hombre puede formar sus circunstancias, pero las circunstancias no debieran nunca modelar al hombre. El hombre debería aprovecharse de las circunstancias como los instrumentos con los cuales trabajar. El debería dominar las circunstancias, pero nunca debiera permitir que las circunstancias lo dominen a él.] La independencia y fuerza individuales son las cualidades que se necesitan ahora. El carácter individual no necesita ser sacrificado, sino que debe ser modelado, refinado, elevado. -OE 139; 3T 496, 497 (1875).

Hasta dónde se debe llegar con la independencia.
Dios quiere que su pueblo sea disciplinado y que obre con armonía, a fin de que lo vea todo unánimemente y tenga un mismo  sentir y criterio. Para producir este estado de cosas, hay mucho que hacer. . . El Señor no desea que renunciemos a nuestra individualidad. Pero, ¿qué hombre es juez adecuado para saber hasta dónde debe llevarse este asunto de la independencia individual?

Pedro recomienda a sus hermanos: "Igualmente, mancebos, sed sujetos a los ancianos; y todos sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (1 Pedro 5: 5). También el apóstol Pablo exhorta a sus hermanos filipenses a tener unidad y humildad: "Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo; si algún refrigerio de amor; si alguna comunión del Espíritu; si algunas entrañas y misericordias, cumplid mi gozo; que sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien en humildad, estimándoos inferiores los unos a los otros". -1JT 343, 344 (1875).

Dependamos del poder de Dios.
Os ruego que obréis con el sincero deseo de glorificar a Dios. Depended de su poder; sea su gracia vuestra fuerza. Por el estudio de las Escrituras y la oración ferviente, tratad de obtener un claro concepto de vuestro deber y luego cumplidlo fielmente. Es esencial que cultivéis la fidelidad en las cosas pequeñas, y al hacerlo adquiriréis costumbres de integridad en las responsabilidades mayores. Los pequeños incidentes de la vida diaria pasan con frecuencia sin que los notemos; pero son estas cosas las que forman el carácter. Cada acontecimiento de la vida es grande para bien o para mal. La mente necesita ser educada por las pruebas diarias, a fin de que adquiera fuerza para resistir en cualquier situación difícil. En los días de prueba y peligro, necesitaréis ser fortalecidos para permanecer firmes de parte de lo recto, independientes de toda influencia opositora. -1JT 580, 581 (1881).

(Mente, Carácter y Personalidad 1 de E.G. de White)

VI EL EGOÍSMO Y EL RESPETO PROPIO 28. “Respeto Propio”


Desarrollar el respeto propio.
Si deseamos hacer el bien a las almas, nuestro éxito con ellas estará en proporción directa de su creencia de que nosotros creemos en ellas y las apreciamos. El respeto que se muestra por el alma humana que lucha es el medio seguro, mediante Jesucristo, para restaurar el respeto propio que el hombre ha perdido. Nuestras ideas sobre lo que pueden llegar a ser, son una ayuda que nosotros mismos no podemos apreciar plenamente.- FE 281 (1893).

Respeto por la dignidad del hombre como hombre.
Dondequiera que no haya que transigir con los principios, la consideración hacia los demás inducirá a adaptarse a costumbres aceptadas; pero la verdadera cortesía no requiere el sacrificio de los principios en aras de los convencionalismos sociales. No sabe de castas. Enseña el respeto propio, el respeto a la dignidad del hombre en su calidad de tal, y la consideración hacia todo miembro de la gran confraternidad humana.- Ed 240 (1903).

Mantener el respeto propio.
Puede ser que algunos de aquellos con quienes estéis en contacto sean rudos y descorteses,  pero no seáis vosotros menos corteses por causa de ello. Aquel que desee conservar su respeto propio debe tener cuidado de no herir innecesariamente el de los demás. Esta regla debe observarse religiosamente para con los más duros de entendimiento, para con los que más yerran. No sabéis lo que Dios se propone hacer con los que aparentemente prometen poco. El aceptó en lo pasado personas que no eran más promisorias ni atrayentes que ellos para que hiciesen una gran obra para él. Su Espíritu, obrando en el corazón, despertó toda facultad y la hizo obrar vigorosamente. El Señor vio en estas piedras toscas y sin tallar material precioso, que podía soportar la prueba de la tempestad, el calor y la presión. Dios no mira desde el mismo punto de vista que el hombre. No juzga por las apariencias, sino que escudriña el corazón y juzga rectamente.- OE 128, 129 (1915).

La rectitud genera respeto propio.
Los hombres de principios no necesitan la restricción de cerraduras y candados; no necesitan ser vigilados y observados. Tratarán con honestidad y honorabilidad en todo tiempo, cuando están solos y nadie los observa, como cuando están en público. No mancharán sus almas por ganancias o ventajas egoístas. Desprecian un acto vil. Aunque nadie lo llegará a saber, ellos mismos lo sabrían, y eso destruiría su respeto propio. Los que no son rectos y fieles en las cosas pequeñas no se reformarán aunque haya leyes v restricciones y castigos en cuanto a ellas.- CH 410 (1879).

El respeto propio debe ser firmemente apreciado.
La pureza moral, el respeto propio y un fuerte poder de resistencia, deben ser firme y constantemente apreciados. No debería haber ni una sola desviación del recato. Un acto de familiaridad, una sola indiscreción pueden poner en peligro el alma al abrir la puerta a la tentación debilitando así el poder de resistencia.- CH 295 (1885).

El respeto propio es la medida del respeto por los demás.
Mediante la complacencia del pecado, se destruye el respeto propio;  y cuando éste se pierde se disminuye el respeto por los demás; pensamos que los otros son tan perversos como nosotros mismos.- 6T 53 (1900).

Los hábitos erróneos destruyen el respeto propio de los alumnos.
Por hábitos erróneos pierde la facultad de valorarse. Pierde el dominio propio. No puede razonar correctamente acerca de los asuntos que más íntimamente le conciernen. Es descuidado e irracional en la forma de tratar su mente y su cuerpo. Por hábitos erróneos, se arruina. No puede obtener la felicidad; pues su descuido en el cultivo de los principios puros y sanos lo coloca bajo el dominio de los hábitos que destruyen su paz. Sus años de estudio abrumador se pierden, porque se ha destruido a si mismo. Ha empleado mal sus facultades físicas y mentales, y el templo de su cuerpo se halla en ruinas. Está arruinado para esta vida y para la venidera. Pensó obtener un tesoro adquiriendo conocimiento y sabiduría terrenales; pero por dejar a un lado la Biblia sacrificó un tesoro que vale más que cualquier otra cosa.- PVGM 80, 81 (ed. PP), 71 (ed. ACES) (1900).

Las palabras impacientes dañan el respeto propio.
Los que emplean un lenguaje tal experimentarán vergüenza, pérdida del respeto propio y de la confianza en sí mismos, y tendrán amargo remordimiento y pena por haber perdido el dominio propio y hablado de ese modo. ¡Cuánto mejor sería no pronunciar jamás palabras semejantes! ¡Cuánto mejor sería tener el aceite de la gracia en el corazón, ser capaces de resistir toda provocación y soportar todas las cosas con mansedumbre y tolerancia cristianas!- RH, 27 de feb. de 1913; MJ 325.

Los padres nunca han de perder el respeto propio por palabras descuidadas.
No salga de vuestros labios una palabra de enojo, dureza o mal genio. La gracia de Cristo espera que la demandéis. Su Espíritu dominará vuestro corazón y  conciencia, presidiendo vuestras palabras y actos. No renunciéis nunca a vuestro respeto propio mediante palabras apresuradas y no pensadas. Procurád que vuestras palabras sean puras, vuestra conversación santa. Dad a vuestros hijos un ejemplo de lo que deseáis que sean ellos. . . Haya paz, palabras amables y semblantes alegres.- CN 204 (1890).

La masturbación destruye el respeto propio.*
El efecto de hábitos tan degradantes no es el mismo sobre las diversas mentes. Hay algunos niños que tienen sus facultades morales grandemente desarrolladas, quienes, por su asociación con niños que practican la masturbación, se inician en ese vicio. El efecto sobre ellos con demasiada frecuencia los vuelve melancólicos, irritables y celosos; pero pueden no perder el respeto por la adoración religiosa y pueden no mostrar Incredulidad especial con respecto a las cosas religiosas. A veces sufrirán agudamente sentimientos de remordimiento y se sentirán degradados ante sus propios ojos y perderán su respeto propio.- 2T 392 (1870).

No destruya el respeto propio.
Cuando el que ha cometido una falta se da cuenta de su error, guardaos de destruir su estima propia. No le desalentéis con vuestra indiferencia o desconfianza. No digáis: "Antes de depositar en él mi confianza, voy a esperar para ver si permanece firme." Muchas veces es precisamente esta desconfianza la que hace tropezar al tentado.- MC 125 (1905).

El sostenerse a sí mismo en lo económico aumenta el respeto propio.
A los que se esfuerzan por reformarse se les debe proporcionar ocupación. A nadie capaz de trabajar se le debe enseñar a esperar que recibirá comida, ropa y vivienda de balde. Para su propio bien, como para el de los demás, hay que idear algún medio que le permita devolver el equivalente de lo que recibe. Aliéntese todo esfuerzo hacia el sostenimiento propio, que fortalecerá el sentimiento de la dignidad personal y una noble independencia. Además, la ocupación de la mente y el cuerpo en algún trabajo útil es una salvaguardia esencial contra la tentación. -MC 132 (1905).

Ser propietarios ayuda a los pobres a tener respeto propio.
El saberse propietarios de sus propias casas les inspiraría un fuerte deseo de mejoría. No tardarían en adquirir habilidad para hacer planes por su cuenta, inculcarían a sus hijos hábitos de laboriosidad y economía y sus intelectos quedarían grandemente fortalecidos. Se sentirían hombres, no esclavos, y podrían recuperar en gran medida el perdido respeto propio e independencia moral. -HAd 338 (1886).

El cultivo de sí mismo y la dignidad.
Es importante que los ministros de Cristo vean la necesidad de cultivarse a sí mismos a fin de adornar su profesión y mantener una dignidad apropiada. Sin el adiestramiento de la mente ciertamente fracasarán en todo lo que emprendan. -2T 500, 501 (1870).

Cuidado con la compasión propia.
Necesitamos desconfiar de la compasión propia. Jamás os permitáis sentir que no se os aprecia debidamente ni se tienen en cuenta vuestros esfuerzos, o que vuestro trabajo es demasiado difícil. Toda murmuración sea acallada por el recuerdo de lo que Cristo sufrió por nosotros. Recibimos mejor trato que el que recibió nuestro Señor. "¿Y tú buscas para ti grandezas? No busques" (Jeremías 45: 5).-MC 378 (1905).

Cristo restaura el respeto propio.
No debe ser difícil recordar que el Señor desea que usted deposite sus problemas y perplejidades a sus pies, y que los deje allí. Vaya a él, diciendo: "Señor, mis cargas son demasiado pesadas.  ¿Quieres llevarlas en mi lugar?" Y el contestará: "Yo las llevaré. 'Con misericordia eterna tendré compasión de ti'. Llevaré tus pecados y te daré paz. No sigas menospreciándote, porque te he comprado con mi propia sangre. Eres mío. Fortaleceré tu voluntad debilitada. Tu remordimiento por el pecado yo lo quitaré". -Carta 2, 1914; TM 519, 520.

Consejo a uno que había perdido el respeto propio.
Jesús lo ama, y me ha dado un mensaje para usted. Su gran corazón de infinita ternura suspira por usted. Le envía el mensaje de que puede recuperarse de la trampa del enemigo. Puede recobrar su respeto propio. Puede llegar al punto de considerarse no como un fracasado sino como un vencedor por medio de la influencia elevadora del Espíritu de Dios y gracias a ella. Aférrese de la mano de Cristo y no la suelte. -MM 43 (1903).

Cultive el respeto propio.
No es la voluntad de vuestro Padre celestial que continuamente estéis bajo tribulación y tinieblas. Debierais cultivar el respeto propio, viviendo de tal modo que seáis aprobados por vuestra propia conciencia, y delante de los hombres y los ángeles. . . Tenéis el privilegio de ir a Jesús y de ser limpiados, y de estar delante de la ley sin vergüenza y remordimiento. "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al espíritu"(Rom. 8:1). Mientras no debemos pensar en nosotros mismos más de lo debido, la Palabra de Dios no condena un debido respeto propio. Como hijos e hijas de Dios, debiéramos tener una consciente dignidad de carácter, en la cual el orgullo y la importancia de sí mismos no tienen parte. -RH, 27 de marzo de 1888; NEV 145.

(Mente, Carácter y Personalidad 1 de E.G. de White)