jueves, 19 de octubre de 2017

XII. LA TRANSFORMACIÓN DEL TEMPERAMENTO: 60. “Conflicto Y Conformidad”


Los conflictos correctamente enfrentados desarrollan firmeza.
La vida espiritual se fortalece con el conflicto. Las pruebas, cuando se las sobrelleva bien, desarrollan la firmeza de carácter y las preciosas gracias espirituales. El fruto perfecto de la fe, la mansedumbre y el amor, a menudo maduran mejor entre las nubes tormentosas y la oscuridad.­ PVGM 41 (ed. PP); 37 (ed. ACES) (1900).

Estamos librando una guerra.
No nos hallamos empeñados en combates ficticios. Libramos un combate del que de penden resultados eternos. Tenemos que habérnoslas con enemigos invisibles. Ángeles malignos luchan por dominar a todo ser humano.­ MC 90 (1905).

Los conflictos no son creados por Cristo.-
Estamos viviendo en un tiempo solemne. Se debe hacer una obra importante en favor de nuestras almas y de las demás; en caso contrario haremos frente a una pérdida infinita. Debemos ser transformados por la gracia de Dios, o perderemos el cielo, y por nuestra influencia otros lo perderán junto con nosotros. 576
Permítanme asegurarles que las luchas y los conflictos que tenemos que soportar al tratar de cumplir nuestro deber, la abnegación y los sacrificios que debemos manifestar si somos fieles a Cristo, no son obra suya. No son impuestos como resultado de una orden arbitraria o innecesaria; no provienen de la austeridad de la vida que él requiere que practiquemos en su servicio. Habría pruebas mayores y más difíciles si rehusáramos obedecer a Cristo y nos convirtiéramos en siervos de Satanás y esclavos del pecado.­ 4T 557, 558 (1881).

La vida es un conflicto.
La vida es un conflicto, y tenemos un enemigo que nunca duerme. El está vigilando constantemente para destruir nuestras mentes y desviarnos de nuestro precioso Salvador, quien dio su vida por nosotros.­ NB 321 (1915).

Preparación del alma para la paz.
El Señor permite los conflictos a fin de preparar el alma para la paz.­ CS 691 (1888).

La experiencia religiosa se obtiene sólo por medio de conflictos.
Con energía y fidelidad los jóvenes deben arrostrar las exigencias que se les hacen; y eso será una garantía de éxito. Los jóvenes que nunca hayan triunfado en los deberes temporales de la vida estarán igualmente sin preparación para dedicarse a los deberes superiores. La experiencia religiosa se obtiene solamente por el conflicto, por los chascos, por severa disciplina propia y por la oración ferviente. Los pasos que llevan hacia el cielo deben darse uno a la vez; y cada paso nos da fuerza para el siguiente. ­ CM 96, 97 (ed. PP); 79 (ed. ACES) (1913).

Felicidad ahora mismo.
Yo no espero recibir toda mi felicidad en el más allá. Experimento felicidad ya a lo largo de mi camino. Sin embargo tengo pruebas y aflicciones; pero fijo la mirada en Jesús. Es en los lugares estrechos y difíciles 577 les donde él está precisamente a nuestro lado. Podemos comulgar con él y colocar nuestras cargas sobre Aquel que las lleva todas y decir: "Oh Señor, no puedo llevar por más tiempo estas cargas". Entonces él nos dice: "Mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11: 30). ¿Lo creéis? Yo lo he probado. Yo lo amo; lo amo. Veo en él un encanto inigualable. Y deseo alabarlo en el reino de Dios.­ 
NB 321 (1915).

Dos principios antagónicos.
El reino de Dios viene sin manifestación exterior. El evangelio de la gracia de Dios, con su espíritu de abnegación, no puede nunca estar en armonía con el espíritu del mundo. Los dos principios son antagónicos. "Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente" (1 Cor. 2: 14).­ DTG 470 (1898).

No nos conformemos a los principios y costumbres del mundo.
Como Israel, los cristianos ceden a menudo a la influencia del mundo, y se amoldan a sus principios y costumbres para ganar la amistad de los impíos; pero al fin se verá que estos supuestos amigos son sus enemigos más peligrosos.
La Biblia enseña clara y expresamente que no puede haber armonía entre el pueblo de Dios y el mundo. "Hermanos míos, no os maravilléis si el mundo os aborrece" (1 Juan 3:13). Nuestro Salvador dice: "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me aborreció antes que a vosotros" (Juan 15: 18). Satanás obra por medio de los impíos, bajo el disfraz de una presunta amistad, para seducir a los hijos de Dios y hacerlos pecar, a fin de separarlos de él, y una vez eliminada la defensa de ellos, inducirá a sus agentes a volverse contra ellos y procurar su destrucción.­ PP 602 (1890).

Fuego común y fuego sagrado.
La verdad de Dios no ha sido magnificada en su pueblo creyente, porque no la han incorporado a su experiencia personal. Se conforman al 578 mundo y dependen de él para ejercer influencia. Permiten que el mundo los convierta, e introducen el fuego común para que tome el lugar del fuego sagrado con el fin de poder alcanzar la norma del mundo en su obra.
No habría que hacer esos esfuerzos para imitar las costumbres del mundo. Ese es fuego común; no sagrado. El pan vivo no sólo debe ser admirado: también hay que comerlo. Ese pan que desciende del cielo da vida al alma. Es la levadura que absorbe todos los elementos del carácter para unirlos con el carácter de Cristo, y le da forma a todas las discutibles tendencias heredadas y cultivadas para que adquieran la semejanza divina.­ Ms 96, 1898.

Cristo y la conformidad.
¡Qué maravillosa es la obra de la gracia en el corazón humano! Da sabiduría al ser humano para que use los talentos, que son los medios, no para la complacencia propia sino para la abnegación, a fin de impulsar la obra misionera. Cristo, el Hijo de Dios, fue un misionero enviado a nuestro mundo. El dice: "Si alguien quiere seguirme, deje todo atrás". Uds. no pueden amarlo si copian las modas del mundo y disfrutan de la compañía de los mundanos.­ 
Carta 238, 1907.

La conformidad con el mundo rebaja las normas.
Al conformarse la iglesia a las costumbres del mundo, se vuelve mundana; pero esa conformidad no convierte jamás al mundo a Cristo. A medida que uno se familiariza con el pecado, éste aparece inevitablemente menos repulsivo. El que prefiere asociarse con los siervos de Satanás dejará pronto de temer al señor de ellos. Cuando somos probados en el camino del deber, cual lo fue Daniel en la corte del rey, podemos estar seguros de la protección de Dios; pero si nos colocamos a merced de la tentación, caeremos tarde o temprano.­ 
CS 563 (1888).

La conformidad con el mundo pervierte gradualmente los principios correctos.
La conformidad con el mundo le está 579 haciendo perder su identidad a nuestro pueblo. La perversión de los principios rectos no se ha producido repentinamente. El ángel del Señor me presentó este asunto por medio de símbolos. Me parecía como si un ladrón se estuviera acercando sigilosamente cada vez más, en forma gradual pero segura, para robar la identidad de la obra de Dios al inducir a nuestros hermanos a conformarse con las costumbres del mundo.
La mente del hombre ha ocupado el lugar que por derecho le pertenece a Dios. No importa qué cargo desempeñe un hombre, no importa cuán exaltada sea su posición, debería obrar como Cristo lo haría si estuviera en su lugar. En cada aspecto de la obra que él lleve a cabo, en sus palabras y en su carácter, debería ser semejante a Cristo.­ Ms 96, 1902.

Unidad sí, pero no a costa de la conformidad con el mundo.
Algunos que profesan ser leales a la ley de Dios se han apartado de la fe y han humillado a su pueblo hasta el polvo, presentándolo como si fuera uno de los mundanos. Dios ha visto esto, y ha tomado nota de ello. Ha llegado el tiempo cuando, no importa cuánto cueste, debemos ocupar el puesto que Dios nos ha asignado.
Los adventistas del séptimo día debemos estar de pie ahora, separados y diferentes, un pueblo al cual el Señor llama suyo. Mientras no lo hagan, Dios no será glorificado por ellos. La verdad y el error no pueden permanecer en sociedad. Ubiquémonos donde el Señor nos ha dicho que debemos estar... Debemos luchar por la unidad pero no descender al nivel inferior de la conformidad con los procedimientos del mundo y la unión con las iglesias populares.­ Carta 113, 1903.

Una línea de demarcación.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día necesita una obra de reforma profunda y cabal. No se debe permitir que el mundo corrompa los principios del pueblo que guarda los Mandamientos de Dios. Los 580 creyentes deben ejercer una influencia que dé testimonio del poder de los principios celestiales. Quienes se unen con la iglesia deben dar evidencia de un cambio de principios. A menos que esto se haga, a menos que se preserve cuidadosamente la línea de demarcación entre la iglesia y el mundo, el resultado será la asimilación de éste.
Nuestro mensaje para la iglesia y nuestras instituciones es: "arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mat. 3: 2). Hay que atesorar los atributos del carácter de Cristo, y éstos deben ser un poder en las vidas del pueblo de Dios.­ Ms 78, 1905.

La costumbre está en guerra con la naturaleza.
Nuestra civilización artificial fomenta males que anulan los sanos principios. Las costumbres y modas están en pugna con la naturaleza. Las prácticas que imponen, y los apetitos que alientan, aminoran la fuerza física y mental y echan sobre la humanidad una carga insoportable. Por doquiera se ven intemperancia y crímenes, enfermedad y miseria.­ MC 87 (1905).

Una costumbre puede ser adoptada cuando no viola los principios.
Cuando las costumbres de la gente no entran en conflicto con la Ley de Dios, ustedes pueden conformarse a ellas. Si los obreros no actúan así, no solamente estorbarán su propio trabajo, sino que pondrán obstáculos en el camino de aquellos por quienes trabajan, y les impedirán que acepten la verdad.­ RH, 6 de abril de 1911. 

Ruego a nuestros hermanos que se conduzcan cuidadosa y circunspectamente delante de Dios. Sigan las costumbres en el vestido mientras estén de acuerdo con los principios de salud. Nuestras hermanas vístanse sencillamente, como muchas lo hacen; que el vestido sea de material bueno y durable, apropiado para su edad; y que la cuestión del vestido no llene sus mentes. Nuestras hermanas debieran vestirse con sencillez, con ropa modesta, con 581 pudor y sobriedad. Dad al mundo una ilustración viviente del adorno interno de la gracia de Dios.­ CN 388 (1897).

Separados de las costumbres del mundo.
Así como Dios dio a conocer su voluntad a los cautivos hebreos, que se habían apartado de las costumbres y prácticas de un mundo que yacía en maldad, comunicará el Señor la luz del cielo a todos los que aprecien un "Así dice Jehová". A ellos les comunicará su mensaje. A los que estén menos ligados a las ideas del mundo y más separados de la ostentación, la vanidad, el orgullo y el deseo de ocupar cargos elevados, a los que se ponen de pie para ser su pueblo peculiar, celoso de buenas obras; a éstos les revelará el significado de su palabra.­ Carta 60, 1898; (CW 101, 102).

Las razones de la inconformidad (un mensaje a los creyentes).
¿Por qué, como profesos cristianos, estamos mezclados con el mundo hasta el punto de perder de vista la eternidad, a Jesucristo y al Padre? ¿Por qué ­pregunto­ hay tantas familias desprovistas del Espíritu de Dios? ¿Por qué hay tantas familias que tienen tan poco de la vida, el amor y la semejanza de Jesucristo? Se debe a que no conocen a Dios. Si conocieran al Señor, si lo contemplaran por fe por medio de Jesucristo, que vino a este mundo a morir por el hombre, verían tan inmaculados encantos en el Hijo, que al contemplarlo se transformarían a su misma imagen. Ahora pueden ver el error de conformarse con el mundo.­ Ms 12, 1894.

Los principios de la verdad deben circular por la corriente vital.
Podemos impedir la conformidad con el mundo aferrándonos a la verdad, alimentándonos de la Palabra de Dios, de modo que sus principios circulen por toda la corriente vital e impriman esta Palabra en el carácter. Cristo nos exhorta por medio del apóstol Juan: "No améis el mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al 582 mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Juan 2: 15). Este es un lenguaje claro, pero es la medida de Dios para el carácter de cada ser humano.­ Ms 37, 1896. 583 EGW. Mente Carácter y Personalidad 2

lunes, 16 de octubre de 2017

XII. LA TRANSFORMACIÓN DEL TEMPERAMENTO: 59. "La Formación Del Carácter"


Cada acto ejerce influencia sobre el carácter.-
Todo acto de la vida, por poco importante que parezca, ejerce su influencia en la formación del carácter. Un buen carácter es la más preciosa de todas las posesiones mundanales, y la obra de formarlo es la más noble a la que pueda dedicarse el hombre.­ 4T 657 (1881).

La mente es el huerto; el carácter es el fruto.-
Cada facultad del hombre es un obrero que está construyendo para el tiempo y la eternidad. Cada día la estructura se eleva más y más, aunque su poseedor no se dé cuenta de ello. Es un edificio que debe ser levantado a modo de un fanal de advertencia contra la deformidad; una estructura que Dios y los ángeles puedan admirar por su armonía con el Modelo divino.

Las facultades mentales y morales
que Dios nos ha dado no constituyen el carácter.
Son talentos que debemos emplear y que, si se los usa correctamente, formarán un carácter recto.

Alguien puede tener preciosas semillas en la mano, pero esas semillas no son un huerto. Hay que plantar la semilla antes que se convierta en árbol. La mente es 566 el huerto; el carácter es el fruto. Dios nos ha dado facultades para que las cultivemos y las desarrollemos. La conducta que seguimos determina nuestro carácter. Adiestrar esas facultades de manera que armonicen y desarrollen un carácter valioso, es una obra que sólo nosotros podemos hacer.­ 4T 606 (1881).

Un carácter noble se forma como consecuencia de duras batallas contra el yo.-
Cristo no nos ha dado la seguridad de que sea asunto fácil lograr la perfección del carácter. Un carácter noble, cabal, no se hereda. No lo recibimos accidentalmente. Lo obtenemos mediante esfuerzos individuales, realizados por los méritos y la gracia de Cristo. Dios da los talentos, las facultades mentales; nosotros formamos el carácter. Lo desarrollamos sosteniendo rudas y severas batallas contra el yo. Hay que sostener conflicto tras conflicto contra las tendencias heredadas. Tendremos que criticarnos a nosotros mismos severamente y no permitir que quede sin corregir un solo rasgo desfavorable.­ PVGM 266 (ed. PP); 231 (ed. ACES) (1900).

La meditación y la acción son esenciales.-
La meditación abstracta no basta; tampoco lo es la actividad constante. Las dos son esenciales para la formación del carácter cristiano.­ 5T 113 (1882).

Desarrollemos buenos hábitos mentales.-
Si queremos desarrollar un carácter que Dios pueda aceptar, debemos formar hábitos correctos con respecto a nuestra vida religiosa. La oración diaria es tan esencial para el crecimiento en la gracia, e incluso para la vida espiritual misma, como el alimento temporal lo es para el bienestar físico. Deberíamos acostumbrarnos a elevar a menudo nuestros pensamientos a Dios en oración. Si la mente divaga, debemos traerla de vuelta a su lugar; mediante un esfuerzo perseverante, el hábito finalmente lo hará todo fácil. No nos podemos separar ni un instante de Cristo y estar seguros. Necesitamos que 567 su presencia nos ayude a cada paso, pero sólo si cumplimos las condiciones que él mismo ha impuesto.­ 
RH, 3 de mayo de 1881; (SL 93).

El propósito ferviente y la integridad inquebrantable son esenciales.-
El esmero es necesario para tener éxito en la formación del carácter. Debe haber un ferviente propósito para ejecutar el plan del Artífice maestro. La armazón debe ser sólida. No puede aceptarse trabajo descuidado, que no sea digno de confianza, porque arruinaría el edificio. Las facultades de todo el ser deben dedicarse al trabajo. Se requiere la fuerza y la energía de la virilidad; no debe malgastarse reserva alguna en asuntos sin importancia. . . Debe haber un esfuerzo ferviente, cuidadoso y perseverante para apartarse de las costumbres, máximas y compañías del mundo. La reflexión profunda, el ardiente propósito, y la firme integridad, son esenciales.­ 
CM 61 (ed. PP); 51 (ed. ACES) (1897).

Mantengamos la vista fija en el blanco.-
Pedro dice: "Añadid a vuestra fe el poder; y al poder, la ciencia; y a la ciencia, la templanza; y a la templanza, la paciencia; y a la paciencia, la piedad; y a la piedad, fraternidad; y a la fraternidad, amor" (2 Ped. 1: 5-7, VM). Al empezar no se tendrán presentes todos estos pasos sucesivos, ni se los contará; pero fijando la mirada en Jesús, y teniendo sólo en vista la gloria de Dios, progresaréis. No podéis alcanzar en un día la plenitud de la medida de la estatura de Cristo, y os sumiríais en la desesperación si pudieseis contemplar todas las dificultades que hay que afrontar y vencer. Tenéis que contender con Satanás, quien tratará por toda estratagema posible, de apartar vuestra mente de Cristo.­ MJ 42, 43 (1893).

Fidelidad en las cosas pequeñas
(consejo a un joven).-
Su caso es similar en muchos aspectos al de Naamán. Ud. no cree que para perfeccionar un carácter cristiano hay que 568 considerar lo que se refiere a la fidelidad en las cosas pequeñas. Aunque le parezcan pequeñas las cosas que se le pide que haga, son deberes que tendrá que cumplir mientras viva. El descuido de esas cosas producirá una gran deficiencia en su carácter. Ud., mi querido hijo, debe adiestrarse para ser fiel en las cosas pequeñas. No puede agradar a Dios a menos que lo haga. No puede obtener amor y afecto a menos que haga las cosas como se le piden, con buena disposición y con placer. Si Ud. quiere que las personas con quienes vive lo amen, debe mostrarles amor y respeto.­ 2T 310 (1869).

El carácter debe ser probado.-
Hace una gran diferencia el material que se usa en la edificación del carácter. El largamente esperado día de Dios pronto probará la obra de cada hombre. "La obra de cada uno se hará manifiesta. . .
por el fuego" (1 Cor. 3:13). Así como el fuego revela la diferencia entre el oro, la plata, las piedras preciosas, la madera, el heno y la hojarasca, así también el día del juicio pondrá a prueba los caracteres, mostrando la diferencia entre los caracteres formados a la semejanza de Cristo y los que son formados a la semejanza del corazón egoísta.

Todo egoísmo, toda falsa religión aparecerán entonces tal como son. El material inservible será consumido, pero nunca perderá su valor el oro de la fe verdadera, sencilla y humilde. Nunca podrá ser consumido, porque es imperecedero. Se verá que una hora de transgresión es una gran pérdida, mientras que se contemplará que el temor de Jehová es el principio de la sabiduría. El placer de la complacencia propia perecerá como hojarasca, en tanto que permanecerá para siempre el oro de un principio firme, mantenido a cualquier costo.­ 6CBA 1087, 1088 (1900).

Los caracteres indisciplinados son inestables.-
Los caracteres formados por las circunstancias son inestables y discordantes; son una masa de contradicciones. Sus poseedores no tienen un elevado propósito en la vida. No ejercen una 569 influencia ennoblecedora sobre los caracteres de los demás. Carecen de propósito y no tienen poder.­ 4T 657 (1881).

Nadie puede perjudicar más su carácter
que uno mismo.-
Es de esperar que circulen informes falsos acerca de nosotros, pero si seguimos una conducta recta, si permanecemos indiferentes ante esas cosas, otros también serán indiferentes. Dejemos a Dios el cuidado de nuestra reputación. . . La calumnia, con el tiempo puede desaparecer por nuestra manera de vivir; pero no desaparecerá con palabras de indignación. Sea nuestro gran anhelo comportarnos movidos por el temor de Dios, demostrando con nuestra conducta que dichos informes son falsos.
Nadie puede perjudicar nuestro carácter tanto como nosotros mismos. Los árboles débiles y las cosas bamboleantes necesitan que se los apuntale continuamente. Cuando nos mostramos tan preocupados por proteger nuestra reputación contra los ataques externos, damos la impresión de que ella no es intachable delante de Dios y que, por lo tanto, hay que protegerla todo el tiempo.­ 
3CBA 1179 (1887).

Controlado por la voluntad.-
Usted no puede dominar sus impulsos, sus emociones según lo desee, pero puede dominar la voluntad y realizar un cambio completo en su vida. Entregando su voluntad a Cristo, su vida quedará oculta con Cristo en Dios, y aliada al poder que está sobre todos los principados y potestades. Obtendrá de Dios fuerza que lo mantendrá firme en su fuerza; y una nueva luz, la luz de la fe viva, le será posible. . . Habrá en usted un poder, un fervor y una sencillez que lo harán instrumento pulido en las manos de Dios.­ 4TS 157, 158 (1889).

Los defectos pueden ser vencidos.-
No digáis que no podéis remediar vuestros defectos de carácter. Si llegáis a esta conclusión, dejaréis ciertamente de obtener la vida eterna. La imposibilidad reside en vuestra propia voluntad. Si no queréis, no podréis vencer. La verdadera dificultad proviene 570 de la corrupción de un corazón no santificado y de la falta de voluntad para someterse al gobierno de Dios.­ PVGM 266 (ed. PP); 231 (ed. ACES) (1900).

Para el corazón que llega a purificarse, todo cambia. La transformación del carácter es para el mundo el testimonio de que Cristo mora en el creyente. Al sujetar los pensamientos y deseos a la voluntad de Cristo, el Espíritu de Dios produce nueva vida en el hombre y el hombre interior queda renovado a la imagen de Dios. Hombres y mujeres débiles y errantes demuestran al mundo que el poder redentor de la gracia puede desarrollar el carácter deficiente en forma simétrica, para hacerlo llevar abundantes frutos.­ 
PP 175 (1917).

Los caracteres defectuosos a veces se heredan.-
Entre los niños y jóvenes, hay que tratar con toda clase de caracteres, cuyas mentes son impresionables. Muchos de los niños que asisten a nuestras escuelas no han tenido la debida preparación en el hogar. A algunos se los dejaba hacer como querían; a otros se los criticaba y desalentaba. Se les ha manifestado muy poca disposición placentera y alegre; se les han dirigido muy pocas palabras de aprobación. Han heredado los caracteres deficientes de sus padres, y la disciplina del hogar no les ha ayudado en la debida formación del carácter.­ CM 184 (ed. PP); 149 (ed. ACES) (1913).

Los defectos se fortalecen con los años.-
Los niños aprenden lecciones que son difíciles de desaprender. Cada vez que se los somete a restricciones a las cuales no están acostumbrados, o se les pide que se dediquen a estudiar con intensidad, recurren a sus poco juiciosos padres en procura de simpatía y complacencia. De este modo se fomenta un espíritu de inquietud y descontento, la escuela en su conjunto sufre bajo esa influencia desmoralizadora, y la carga del maestro resulta mucho más pesada. Pero la pérdida más grande la sufren las víctimas de esa desorientación paterna. Los defectos de carácter que un correcto adiestramiento 571 podría haber corregido, permanecen así y se fortalecen con los años, para perjudicar y hasta destruir la utilidad de su poseedor.­ RH, 21 de marzo de 1882; (FE 65).

La complacencia desestabiliza el carácter.-
En algunas familias, los deseos del niño son ley. Se le da todo lo que desea. Se fomenta su disgusto por lo que no le gusta. Se supone que esas complacencias lo hacen feliz, pero son esas mismas cosas las que lo hacen desasosegado, descontento e imposible de satisfacer. La complacencia ha echado a perder su gusto por el alimento sencillo y saludable, por el uso recto y útil de su tiempo; la complacencia ha hecho la obra de desquiciar aquel carácter para el tiempo y la eternidad.­ CN 254 (1897).

Hay que disciplinar la mente y el corazón.-
Los niños a quienes se les permite que hagan lo que les da la gana, no son felices. El corazón no subyugado no posee en sí mismo los elementos del reposo y el contentamiento. Hay que disciplinar la mente y el corazón, y someterlos a una restricción adecuada, para que el carácter armonice con las sabias leyes que gobiernan nuestro ser. La inquietud y el descontento son los frutos de la complacencia y el egoísmo. El suelo del corazón, como el de un jardín, producirá malezas y espinas, a menos que se siembren en él semillas de preciosas flores, y que éstas reciban cuidado y cultivo. Lo mismo que ocurre en la naturaleza visible, acontece en el alma humana.­ 
4T 202, 203 (1876).

Los hábitos formados en la juventud
marcan el curso de la vida.-
Cada joven determina la historia de su vida por los pensamientos y sentimientos acariciados en sus primeros años. Los hábitos correctos, virtuosos y viriles, formados en la juventud, se convertirán en parte del carácter y, por regla general, señalarán el curso del individuo para toda la vida. Los jóvenes pueden convertirse en depravados o virtuosos por elección propia. Pueden llegar tanto a distinguirse 572 por hechos dignos y nobles como por grandes crímenes y maldad.­ CN 181 (1910).

Una experiencia que se vive día tras día.-
El intelecto recibe continuamente su molde por las oportunidades y ventajas mal o bien aprovechadas. Día tras día formamos caracteres que colocan a los estudiantes, como soldados bien disciplinados, bajo el estandarte del príncipe Emanuel, o como rebeldes bajo el estandarte del príncipe de las tinieblas.­ CN 185 (1880).

Cómo se forma el carácter
(consejo a una madre).-
Tratar con las mentes humanas es un trabajo muy delicado. La disciplina necesaria para uno quebrantaría a otro; por lo tanto, padres, estudiad el carácter de vuestros hijos. Nunca seáis rudos ni actuéis por impulso. He visto a una madre arrebatar de la mano de su hija algo que le estaba proporcionando un placer especial, y la niña no entendía la causa de la privación. La pequeña rompió a llorar públicamente por sus sentimientos sometidos e injuriados. Luego la madre detuvo su llanto dándole un duro castigo, y hasta donde la apariencia exterior lo demostraba, la batalla había terminado. Pero la batalla dejó su impresión en la tierna mente de la niña, y esa impresión no podrá ser borrada fácilmente. Le dije a la madre: "Ud. está profundamente equivocada respecto de su hijita. Ha golpeado su alma y ha hecho que ella perdiera la confianza en Ud. No sé cómo podrá restaurarla".

Esa madre fue muy insensata; ella se dejó arrastrar por sus sentimientos y no actuó cautelosamente, razonando de causa a efecto. Su conducción áspera, poco juiciosa, excitó las peores pasiones en el corazón de su hija. Actuar por impulso en el gobierno de la familia es la peor manera de actuar. Cuando los padres contienden con sus hijos ­en cualquiera de sus formas­ sobreviene una lucha desigual. ¡Cuán injusto es oponer años y fuerza madura al desamparo y la ignorancia de un niño pequeño!

Cada exhibición de 573 ira de parte de los padres confirma la rebelión en el corazón de los niños. No es mediante un acto que se forma el carácter, sino por una repetición de actos que se establecen los hábitos y se confirma el carácter. Para tener un carácter semejante al de Cristo es necesario actuar como lo hacía Cristo. Los cristianos mostrarán un carácter santo y sus acciones e impulsos serán motivados por el Espíritu Santo.­ ST, 6 de agosto de 1912.

La importancia de la perseverancia.-
Al perfeccionar un carácter cristiano, es esencial perseverar en el bien hacer. Quisiera impresionar a nuestros jóvenes con la importancia de la perseverancia y la energía en la obra de la formación del carácter. Desde los más tempranos años es necesario entretejer en el carácter principios de severa integridad, para que los jóvenes de ambos sexos puedan alcanzar, al llegar a adultos, la más alta norma personal. Deberían tener siempre presente el hecho de que han sido comprados por precio, y deberían glorificar a Dios en sus cuerpos y espíritus, los cuales son de él.­ MJ 42 (1893).

La utilidad depende de la decisión personal.-
Si bien los padres son responsables de la estampa del carácter así como de la educación y preparación de sus hijos e hijas, es cierto también que nuestra posición y utilidad en el mundo dependen, en gran medida, de nuestra propia conducta. Daniel y sus compañeros disfrutaron los beneficios de la debida preparación y educación en los primeros años de la vida, pero estas ventajas de por sí no los habrían hecho lo que fueron. Llegó el tiempo cuando debían actuar por si mismos; cuando su futuro dependía de su propia conducta. Entonces decidieron ser leales a las lecciones que les fueron enseñadas en la niñez. El temor de Dios, que es el principio de la sabiduría, fue el fundamento de su grandeza. El Espíritu de Dios fortaleció todo verdadero propósito, toda noble resolución.­ CRA 33 (1890). 574

Una filosofía falsa y peligrosa.-
El espiritismo asegura que los hombres son semidioses no caídos; que "cada mente se juzgará a sí misma"; que el "verdadero conocimiento coloca a los hombres por encima de toda ley"; que "todos los pecados cometidos son inocentes", porque "todo lo que existe es correcto", y porque "Dios no condena". Pretende que los seres humanos más viles están en el cielo, exaltados. Declara a todos los hombres: "No importa qué hagáis; vivid como os plazca; el cielo es vuestro hogar". Multitudes llegan así a creer que el deseo constituye la ley suprema, que el desenfreno es libertad, y que el hombre es responsable solamente ante sí mismo.­ 
Ed 227, 228 (1903).

Cómo ser vencedores.-
Debemos hacer frente a todos los obstáculos colocados en nuestro camino y vencerlos uno a uno. Si vencemos la primera dificultad, seremos más fuertes para afrontar la segunda y con cada esfuerzo nos haremos más capaces de progresar. Podemos ser vencedores, contemplando a Jesús. Pero cuando fijamos la mirada en las dificultades y esquivamos las batallas serias en favor del bien, nos volvemos débiles e incrédulos.­ MJ 43 (1893).

Una entrega total todos los días.-
Dando un paso después de otro se puede subir la más elevada cuesta, y llegar finalmente a la cima del monte. No os sintáis abrumados por la gran cantidad de trabajo que tenéis que hacer en el espacio de vuestra vida, pues no se requiere de vosotros que lo hagáis todo a la vez. Aplicad toda facultad de vuestro ser a la tarea del día, aprovechad toda preciosa oportunidad, apreciad las ayudas que Dios os da y avanzad paso a paso por la escalera del progreso. Recordad que habéis de vivir sólo un día a la vez, que Dios os ha dado ese día, y los registros celestiales mostrarán cómo habéis valorado sus privilegios y oportunidades. Ojalá aprovechéis cada día que Dios os ha dado de modo tal, que al fin el Maestro diga de vosotros: "Bien, buen siervo y fiel" (Mat. 25: 23).­ MJ 43 (1893). 575
EGW. Mente Carácter y Personalidad 2

XI). LOS PROBLEMAS EMOCIONALES. 58. La Fe


Una definición de Fe
Debe enseñarse la fe, la fe salvadora. La definición de esta fe en Jesucristo se puede hacer con pocas palabras: es el acto del alma por medio del cual todo el hombre se entrega a la guarda y el control de Jesucristo. Por la fe él mora en Cristo y Cristo mora supremamente en su alma.
El creyente encomienda su alma y su cuerpo a Dios, y con seguridad puede decir: Cristo es capaz de guardar lo que le he encomendado hasta aquel día. Todos los que hagan esto serán salvos para vida eterna. Habrá seguridad de que el alma ha sido lavada en la sangre de Cristo, revestida con su justicia, y es preciosa a la vista de Jesús. Nuestros pensamientos y nuestras esperanzas están concentrados en la segunda venida de nuestro Señor. Ese es el día cuando el Juez de toda la tierra recompensará la confianza de su pueblo. Ms 6, 1889.

Otras definiciones.
Por la fe, recibimos la gracia de Dios; pero la fe no es nuestro Salvador. No nos hace ganar nada. Es la mano por la cual nos asimos de Cristo y nos apropiamos de sus méritos, el remedio por el pecado. DTG 147 (1898). 551

La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que no conviene. Por eso nos induce a escoger su camino en lugar del nuestro. En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestra pecaminosidad, su justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, ya somos suyos; la fe reconoce su derecho de propiedad, y acepta su bendición. La verdad, la justicia y la pureza han sido señaladas como los secretos del éxito en la vida. Es la fe la que nos pone en posesión de estos principios.¬ Ed 253 (1903).

Sencilla en su operación.
La fe es sencilla en su acción y poderosa en sus resultados. Muchos cristianos, que tienen un conocimiento de la sagrada Palabra y creen en su verdad, fallan en la confianza infantil que es esencial para la religión de Jesús. No alcanzan a otros con ese toque peculiar que produce la virtud de curar el alma.¬ 6CBA 1073 (1874).

La humildad no es fe.
La humildad, la mansedumbre y la obediencia no son la fe; pero son los efectos o frutos de la fe.¬ 2JT 140 (1885).

La fe infunde confianza propia.
No fueron escritas estas cosas [las declaraciones de la confianza de Pablo en Dios] únicamente para que las leamos y nos asombremos, sino para que la misma fe que obró en los siervos de Dios de antaño, obre en nosotros. Doquiera haya corazones llenos de fe que sirvan de conducto transmisor de su poder, no será menos notable su modo de obrar ahora que entonces. A los que, por falta de confianza propia, evitan tareas y responsabilidades, enséñeseles a confiar en Dios. Así más de uno que de otro modo no sería más que una cifra en el mundo, tal vez una carga impotente, podrá decir con el apóstol Pablo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Fil. 4: 13).
¬Ed 256 (1903). 552

Se necesita fe a cada paso.
La fe es necesaria tanto en los asuntos más pequeños como en los mayores de la vida. En todos nuestros negocios y nuestras ocupaciones diarias, la fuerza sustentadora de Dios llega a ser real para nosotros por medio de una confianza constante.- Ed 255 (1903).

Enseñemos fe.
Se debería explicar claramente cómo se puede ejercer fe. Toda promesa de Dios tiene ciertas condiciones. Si estamos dispuestos a hacer su voluntad, toda su fuerza nos pertenece. Cualquier don que nos prometa se encuentra en la promesa misma. "La semilla es la palabra de Dios" (Luc. 8: 11). Tan ciertamente como se encuentra la semilla del roble en la bellota, se encuentra el don de Dios en su promesa. Si recibimos la promesa, recibimos el don.¬ Ed 253 (1903).

La fe tiene preciosas lecciones para los niños.
La fe tiene preciosas lecciones para el niño sensible a las ofensas. La disposición a resistir el mal o vengar el agravio recibe a menudo su impulso de un profundo sentimiento de justicia y un espíritu activo y enérgico. Enséñese a ese niño que Dios es el guardián eterno de la justicia. Cuida tiernamente a los seres que ama al punto de dar a su amado Hijo para salvarlos. El se entenderá con cada malhechor.
¬Ed 256, 257 (1903).

Debemos educar la mente para que ejerza fe.
La fe obra por el amor y purifica el alma de todo egoísmo. De este modo el alma se perfecciona en el amor. Y habiendo encontrado gracia y misericordia por medio de la preciosa sangre de Cristo, ¿cómo podríamos dejar de ser tiernos y misericordiosos? "Por gracia sois salvos por medio de la fe" (Efe. 2: 8). Se debería adiestrar la mente para ejercer fe en lugar de albergar dudas, sospechas y celos. Estamos demasiado inclinados a considerar los obstáculos como imposibilidades. Tener fe en las promesas de Dios, avanzar por fe, seguir 553 hacia adelante sin ser gobernados por las circunstancias, es una lección difícil de aprender. Pero aprender esta lección es una absoluta necesidad para cada hijo de Dios. Siempre se debería albergar la gracia de Dios otorgada por medio de Cristo; porque se nos da como la única manera de aproximarnos a Dios. La fe en las palabras de Dios, pronunciadas por Cristo cuando estaba envuelto en la columna de nube, habría capacitado a los hijos de Israel para dejarnos una historia muy diferente. Su falta de fe en Dios influyó para que su historia fuera muy distinta.¬ Ms 43, 1898.

Fe y presunción.
Algunos han profesado tener mucha fe en Dios, dones especiales y extraordinarias respuestas a sus oraciones aunque no haya evidencia de todo ello. Han creído que la presunción es fe. La oración de fe nunca se pierde; pero pretender que siempre será respondida de la misma manera y en relación con el motivo particular que estamos esperando, es presunción.¬ 1T 231 (1861).

Presunción: falsificación satánica de la fe.
La fe no va en ningún sentido unida a la presunción. Sólo el que tenga verdadera fe se halla seguro contra la presunción. Porque la presunción es la falsificación satánica de la fe. La fe se aferra a las promesas de Dios, y produce la obediencia. La presunción también se aferra a las promesas, pero las usa como Satanás, para disculpar la transgresión. La fe habría inducido a nuestros primeros padres a confiar en el amor de Dios, y a obedecer sus mandamientos. La presunción los indujo a transgredir su ley, creyendo que su gran amor los salvaría de las consecuencias de su pecado. No es fe lo que reclama el favor del Cielo sin cumplir las condiciones bajo las cuales se concede una merced. La fe verdadera tiene su fundamento en las promesas y provisiones de las Escrituras.¬ DTG 101, 102 (1898).

Cultivemos la fe.
Los que hablen acerca de la fe y la 554 cultiven, tendrán fe; pero los que abriguen dudas y las expresen, tendrán dudas.
¬ 5T 302 (1885). 

No crean que porque han cometido errores siempre deben estar bajo condenación, porque eso no es necesario. No permitan que la verdad sea rebajada ante sus mentes porque los que la profesan no viven vidas consecuentes. Conserven la fe en la verdad del mensaje del tercer ángel. Si no cultivan la fe, su importancia gradualmente será desplazada de sus mentes, y corazones. Tendrán una experiencia semejante a la de las vírgenes insensatas, que no hicieron provisión de aceite para sus lámparas, y sus luces se extinguieron. La fe debe ser cultivada. Si se ha debilitado, es semejante a una planta enferma que hay que poner al sol, regarla cuidadosamente y atenderla.
¬ Carta 97, 1895.

La fe se eleva por encima de las sombras.
Cuando las nubes se interponen entre vuestra alma y Dios, cuando hay tinieblas a vuestro alrededor, cuando el enemigo está listo para robarle al alma su integridad hacia Dios y la verdad, y cuando el error es considerado plausible y atractivo, entonces es tiempo de orar y ejercer fe en Dios. . . El alma, alimentando esa fe, es capaz de levantarse por encima de sí misma y de traspasar la infernal sombra que el enemigo arroja a través de la senda de cada alma que lucha por la corona inmortal.¬ NEV 128 (1896).

La fe descansa en la evidencia.
La palabra del Señor, hablada por sus siervos, es recibida por muchos con dudas y temores. Y muchos postergan su obediencia a la amonestación y a los reproches dados, esperando hasta que haya desaparecido de su mente toda sombra de incertidumbre. La incredulidad que exige perfecto conocimiento no quiere ceder a la evidencia de que Dios se complace en dar. El requiere de su pueblo una fe que descanse en el peso de la evidencia, no sobre el conocimiento perfecto. Los que siguen a Cristo, que aceptan la luz que Dios les manda, deben obedecer la voz de Dios que les habla cuando hay muchas 555 otras voces que claman contra ella. Requiere discernimiento el distinguir la voz de Dios.¬ 3TS 149 (1873).

Deberíamos saber por nosotros mismos qué es el cristianismo, qué es la verdad, qué es la fe que hemos recibido, cuáles son las reglas bíblicas, las reglas que se nos han dado provenientes de la más alta autoridad. Hay muchos que creen sin tener una razón para fundamentar su fe, sin suficiente evidencia acerca de la verdad del asunto. Si se presenta una idea que concuerda con sus propias opiniones preconcebidas, todos están listos para aceptarla. No razonan de causa a efecto. Su fe no tiene un fundamento genuino, y en el tiempo de prueba descubrirán que han edificado sobre la arena.¬ Carta 4, 1889.

La fe debe expresarse.
Si manifestáramos más nuestra fe, si nos regocijáramos más en las bendiciones que ahora tenemos -la gran misericordia, la paciencia y el amor de Dios,¬ cada día tendríamos más fuerza. ¿No poseen acaso las preciosas palabras pronunciadas por Cristo, el Príncipe de Dios, una seguridad y un poder que deberían ejercer gran influencia en nosotros, para hacernos creer que nuestro Padre celestial está más deseoso de dar su Espíritu Santo a quienes se lo piden de lo que los padres están para conceder buenas dádivas a sus hijos?
¬ 2MS 278 (1892).

No debe confundirse la fe con los sentimientos.
Muchos tienen ideas confusas acerca de lo que constituye la fe, y viven por debajo de sus privilegios. Confunden sentimiento y fe, y están continuamente angustiados y perplejos, porque Satanás toma toda ventaja posible de su ignorancia e inexperiencia. . . Debemos aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal, o fracasaremos en nuestro intento por llegar a ser vencedores. No nos traerá ningún beneficio mantenernos alejados de él, creer que nuestro amigo o nuestro vecino pueden tenerlo por su Salvador personal, pero que nosotros no podemos experimentar su amor perdonador. Debemos creer 556 que somos elegidos de Dios, para ser salvados por el ejercicio de la fe, a través de la gracia de Cristo y la obra del Espíritu Santo; y debemos alabar y glorificar a Dios por esta maravillosa manifestación de un favor que no merecemos. Es el amor de Dios el que conduce el alma a Cristo para ser benignamente recibida y presentada al Padre. Mediante la obra del Espíritu, se renueva la relación divina entre Dios y el pecador. El Padre dice: "Yo seré Dios para ellos, y ellos serán para mí hijos. Ejerceré el amor perdonador hacia ellos, y derramaré en ellos mi gozo. Ellos serán para mí un tesoro peculiar; porque este pueblo a quien yo he formado por mí mismo manifestará mi alabanza".¬ NEV 79 (1893).

La fe y los sentimientos son cosas diferentes.
El sentimiento y la fe son tan distintos uno del otro como lo es el este del oeste. La fe no depende de los sentimientos. Debiéramos dedicarnos diariamente a Dios, y creer que Cristo comprende y acepta el sacrificio, sin examinarnos a nosotros mismos, para ver si tenemos ese grado de sentimientos que pensamos que debe corresponder a nuestra fe. ¿No tenemos la seguridad de que nuestro Padre celestial está más dispuesto a dar su Espíritu Santo a aquellos que lo piden con fe de lo que los padres lo están para dar buenos dones a sus hijos? Debiéramos avanzar como si oyéramos la respuesta de Dios, de Aquel cuyas promesas nunca fallan, dada a la oración enviada a su trono. cuando hagamos esto, las nieblas y las nubes serán disipadas, y pasaremos de las sombras de las tinieblas a la clara luz de su presencia.¬ NEV 122 (1893).

No es asunto de impulso.
Muchos pasan largos años en las tinieblas y la duda, debido a que no sienten como quieren. Pero el sentimiento no tiene nada que ver con la fe. Esa fe que obra por el amor y purifica el alma no es cuestión de impulso. Se arriesga a salir, basada en las promesas de Dios, creyendo firmemente que lo que él ha dicho es capaz de realizarlo. Nuestras almas deben ser enseñadas a creer, 557 a confiar en la Palabra de Dios. Esa palabra declara que "el justo vivirá por la fe" (Rom. 1: 17), y no por el sentimiento.¬ NEV 121 (1897).

No confiemos en los sentimientos.
Desechemos todo lo que sea parecido a la desconfianza y a la falta de fe en Jesús. Comencemos una vida de confianza sencilla e infantil, no confiando en los sentimientos, sino en la fe. No deshonremos a Jesús dudando de sus preciosas promesas. El quiere que creamos en él con fe inconmovible.¬ NEV 121 (1888).

Actúen positivamente por fe.
Seguid contemplando a Jesús. continuad orando con fe silenciosa, proseguid apoderándoos de su fuerza, ya sea que experimentéis algún sentimiento o no. Seguid avanzando sin vacilación, como si cada oración ofrecida hubiese sido colocada en el trono de Dios y contestada por Aquel cuyas promesas nunca fallan. Proseguid adelante cantando y entonando melodías a Dios en vuestros aunque os encontréis deprimidos por una sensación de peso y de tristeza. Os digo como alguien que sabe, que la luz vendrá, que tendremos gozo y que la niebla y las nubes serán rechazadas. Y así pasaremos del poder opresivo de las sombras y las tinieblas al sol brillante de su presencia.¬2MS 278 (1892).

La fe como evidencia del cristianismo.
Cuando reciban auxilio y consuelo, canten alabanzas a Dios. Hablen con el Señor. Así llegarán a ser amigos del Altísimo. Confiarán en él. Tendrán una fe que confiará ya sea que sientan que están confiando o no. Recuerden que el sentimiento no es una evidencia de que son cristianos. La fe inconmovible en Dios pone de manifiesto que ustedes son sus hijos. Confíen en Dios. Nunca los defraudará. Dice: "No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis; porque yo vivo, y vosotros también viviréis" (Juan 14: 18, 19). No vemos a Cristo en 558 persona. Por fe lo contemplamos. Nuestra fe se aferra de sus promesas. Así caminó Enoc con Dios.¬ Ms 27, 1901.

La fe es real.
Moisés no sólo pensaba en Dios, sino que lo veía. Dios era la visión constante que tenía delante de sí. Nunca perdía de vista su rostro. Para Moisés la fe no era una conjetura, sino una realidad. Creía que Dios regía su vida en particular, y lo reconocía en todos sus detalles. Confiaba en él a fin de obtener fuerza para resistir todas las tentaciones.¬Ed 63 (1903).

Fe en Cristo, no en el manto.
Al pasar, ella [la mujer enferma] se adelantó, y alcanzó a tocar apenas el borde de su manto. En ese momento se dio cuenta de que se había sanado. Su fe tenía como centro, no el manto, sino la Persona que usaba el manto. En ese toque estaba concentrada la fe de su vida, y al instante su dolor y su debilidad desaparecieron. Inmediatamente sintió la vibración de una corriente eléctrica que pasaba por cada fibra de su ser. La invadió una sensación de perfecta salud. "Y en seguida. . . sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote" (Mar. 5: 29). Carta 111, 1904.

La fe no está en las cosas.
No había poder sanador en el manto. Fue la fe en la Persona que vestía el manto lo que le restauró la salud. Ms 105, 1901.

La fe discrimina.
La fe es el medio por el cual la verdad o el error encuentran abrigo en la mente. Por el mismo acto de la mente se recibe la verdad o el error, pero hay una gran diferencia en que creamos la Palabra de Dios o los dichos de los hombres. Cuando Cristo se reveló a Pablo y éste estuvo convencido de que estaba persiguiendo a Jesús en la persona de sus santos, aceptó la verdad tal como es en Jesús. Un poder transformador se manifestó en su mente y carácter, y llegó a ser un hombre nuevo en Cristo Jesús. 559 Recibió la verdad tan plenamente que ni la tierra ni el infierno pudieron sacudir su fe.
1MS 406, 407 (1893).

La fe es un poderoso sanador.
La fe es más poderosa que la muerte para vencer Si logramos que los enfermos fijen sus miradas en el poderoso Médico, veremos resultados maravillosos. Esto vivificará tanto al cuerpo como al alma.
MC 40, 41 (1905).

Ejercicio diario de la fe.
Yo encuentro que cada día debo pelear la buena batalla de la fe. Debo ejercer toda mi fe, y no confiar en los sentimientos; debo obrar como si supiera que el Señor me oye y contestará mis pedidos y me bendecirá. La fe no es un vuelo feliz de los sentimientos; es simplemente confiar en la Palabra de Dios, creyendo que él cumplirá sus promesas porque ha dicho que lo haría. NEV 121 (1888).

La fe obra.
Cuando miráis el Calvario, no es para tranquilizar vuestra alma en el incumplimiento del deber, no es para disponernos a dormir, sino para crear fe en Jesús, fe que obrará purificando el alma del cieno del egoísmo. Cuando nos aferramos a Cristo por la fe, nuestra obra sólo ha comenzado. Todo hombre tiene hábitos corruptos y pecaminosos que deben ser vencidos mediante una lucha intensa. A toda alma se le pide que libre la lucha de la fe. Si uno es seguidor de Cristo, no puede ser áspero en su trato, no puede ser duro de corazón, desprovisto de simpatía; no puede ser vulgar en su lenguaje, no puede estar lleno de pomposidad y estima propia; no puede ser despótico, ni puede usar palabras ásperas, censurar y condenar.
6CBA 1111 (1890).

Le da forma a la vida.
La vida es modelada por la fe. Si teniendo la luz y la verdad a nuestro alcance, no procuramos conocerla, de hecho la rechazamos y preferimos las tinieblas a la luz. CS 655 (1888). 560

La fe promete éxito.
Tendremos éxito si avanzamos por fe, decididos a hacer con inteligencia la obra de Dios. No debemos permitir que nos estorben algunos hombres a quienes les gusta ubicarse en el lado negativo de las cosas, con muy poca fe. La obra misionera de Dios debe estar a cargo de hombres con mucha fe, y debe crecer constantemente en fuerza y eficiencia. Carta 233, 1904.

La fe purifica el alma.
Es necesario que tengamos fe, una fe viva, que obre por el amor y purifique el alma. Debemos aprender a llevarle todo al Señor con sencillez y fe ferviente. La mayor carga que tenemos que llevar en esta vida es el yo. A menos que aprendamos a ser mansos y humildes en la escuela de Cristo, perderemos preciosas oportunidades y privilegios en cuanto a llegar a conocer a Jesús. El yo es lo más difícil que tenemos que manejar. Cuando depongamos nuestras cargas, no nos olvidemos de dejar el yo a los pies de Cristo. Póngase en las manos de Jesús, para ser modelado y conformado por él, para que Ud. pueda llegar a ser un vaso de honra. Sus tentaciones, sus ideas y sus sentimientos deben ser depositados a los pies de la cruz. Entonces el alma estará lista para escuchar las palabras de la instrucción divina. Jesús le dará a beber de las aguas que corren por el río de Dios. Bajo la influencia suavizante y subyugadora del Espíritu Santo, su frialdad y su indiferencia desaparecerán. Cristo será en Ud. una fuente de agua que salte para vida eterna. Carta 57, 1887.

Revela los secretos del éxito en la vida.
¡Cuán fuertes son la verdadera fe y la verdadera oración! Son como dos brazos por los cuales el suplicante humano se ase del poder del Amor Infinito. La fe consiste en confiar en Dios, en creer que nos ama y sabe lo que es mejor para nuestro bien. Así, en vez de nuestro camino, nos induce a preferir el suyo. En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestro pecado, su 561 justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, somos ya suyos; la fe reconoce su derecho de posesión, y acepta su bendición. Se indican la verdad, la integridad y la pureza como secretos del éxito de la vida. La fe es la que nos pone en posesión de estas virtudes. Todo buen impulso o aspiración provienen de Dios; la fe recibe de Dios la vida que es lo único que puede producir crecimiento y eficiencia verdaderos.
OE 273 (1915). Mente Carácter Y Personalidad/EGW

domingo, 17 de septiembre de 2017

XI). LOS PROBLEMAS EMOCIONALES. 57. El Odio Y La Venganza


El pensamiento engendra el hecho.
El espíritu de odio y venganza tuvo origen en Satanás, y lo llevó a dar muerte al Hijo de Dios. Quienquiera que abrigue malicia u odio, abriga el mismo espíritu; y su fruto será la muerte. En el pensamiento vengativo yace latente la mala acción, así como la planta yace en la semilla. "Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él" (1 Juan 3: 15).­ DMJ 51(1896).

El odio denigra.
Se me mostró a Satanás tal como había sido antes: un ángel excelso y feliz. Después se me lo mostró tal como es ahora. Todavía tiene una regia figura. Todavía son nobles sus facciones, aunque es un ángel caído. Pero su semblante denota viva ansiedad, inquietud, desdicha, malicia, odio, falacia, engaño y todo linaje de mal. . . Vi que se viene dedicando al mal desde hace tanto tiempo que en él las buenas cualidades están degradadas, y todo rasgo malo se ha desarrollado.­ PE 152 (1882).

La historia del mundo: conflicto entre el odio y el amor.
La enemistad de Satanás contra Cristo se ensañó con los 544 discípulos del Salvador. En toda la historia puede echarse de ver el mismo odio a los principios de la Ley de Dios, la misma política de engaño, mediante la cual se hace aparecer el error como si fuese la verdad, se hace que las leyes humanas substituyan las leyes de Dios, y se induce a los hombres a adorar a la criatura antes que al Creador. Los esfuerzos de Satanás para desfigurar el carácter de Dios, para dar a los hombres un concepto falso del Creador y hacer que lo consideren con temor y odio más bien que con amor; sus esfuerzos para suprimir la Ley de Dios, y hacer creer al pueblo que no está sujeto a las exigencias de ella; sus engaños, han seguido con rigor implacable. Se pueden ver en la historia de los patriarcas, de los profetas y apóstoles, de los mártires y reformadores.­ CS 13 (1888).

La transgresión puso al hombre en armonía con Satanás.
Cuando el hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía y no en divergencia con Satanás.­ CS 559 (1888).

Existirá odio mientras exista pecado.
El odio a los principios puros de la verdad, las acusaciones y persecuciones contra sus defensores, existirán mientras existan el pecado y los pecadores. Los discípulos de Cristo y los siervos de Satanás no pueden congeniar.­ CS 561 (1888).

El reproche produce odio.
El mismo espíritu que fomentara la rebelión en el cielo, continúa inspirándola en la tierra. . . La represión del pecado despierta aún el espíritu de odio y resistencia. Cuando los mensajeros que Dios envía para amonestar tocan la conciencia, Satanás induce a los hombres a que se justifiquen y a que busquen la simpatía de otros en su camino de pecado. En lugar de enmendar sus errores, despiertan la indignación contra el que los reprende, como si éste fuera la única causa de la dificultad. Desde los días del justo Abel hasta los nuestros, tal ha sido 545 el espíritu que se ha manifestado contra quienes osaron condenar el pecado.­ CS 554 (1888).

La envidia es causa de odio.
Aunque Saúl estaba siempre alerta y en busca de una oportunidad para matar a David, vivía temiéndole, en vista de que evidentemente el Señor estaba con él. El carácter intachable de David provocaba la ira del rey; consideraba que la misma vida y presencia de David significaban un reproche para él, puesto que dejaba a su propio carácter en contraste desventajoso. La envidia hacía a Saúl desgraciado, y ponía en peligro al humilde súbdito de su trono.
¡Cuánto daño indecible ha producido en nuestro mundo este mal rasgo de carácter! Había en el corazón de Saúl la misma enemistad que incitó el corazón de Caín contra su hermano Abel, porque las obras de Abel eran justas, y Dios lo honraba, mientras que las de Caín eran malas, y el Señor no podía bendecirlo. La envidia es hija del orgullo, y si se la abriga en el corazón, conducirá al odio, y eventualmente a la venganza y al homicidio. Satanás ponía de manifiesto su propio carácter al excitar la furia de Saúl contra aquel que jamás le había hecho daño.­ PP 705, 706 (1890).

Una emoción pecaminosa.
La ley de Dios toma en cuenta los celos, la envidia, el odio, la malignidad, la venganza, la concupiscencia y la ambición que agitan el alma, pero no han hallado expresión en acciones externas porque ha faltado la oportunidad aunque no la voluntad. Y se demandará cuenta de esas emociones pecaminosas en el día cuando "Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala" (Ecl. 12: 14).­ 1MS 254, 255 (1886).

El crimen nace en el corazón.
Jesús consideró los Mandamientos por separado, y explicó la profundidad y anchura de sus requerimientos. En vez de quitarles una jota de su fuerza, demostró cuán abarcantes son sus principios y 546 desenmascaró el error fatal de los judíos en su demostración exterior de obediencia. Declaró que por el mal pensamiento o la mirada concupiscente se quebranta la Ley de Dios. El que toma parte en la menor injusticia está violando la ley y degradando su propia naturaleza moral. El homicidio existe primero en la mente. El que concede al odio un lugar en su corazón, está poniendo los pies en la senda del homicida, y sus ofrendas son aborrecibles para Dios.­ DTG 276 (1898).

Una violación al sexto mandamiento.
Todo acto de injusticia que contribuya a abreviar la vida, al espíritu de odio y de venganza, o a abrigar cualquier pasión que se traduzca en hechos perjudiciales para nuestros semejantes o que nos lleve siquiera a desearles mal, pues "cualquiera que aborrece a su hermano es homicida". . . es, en mayor o menor grado, una violación al sexto mandamiento.­ PP 316, 317 (1890).

Satanás comunica su propio odio.
Cuando se permite que Satanás amolde la voluntad, él la usa para llevar a cabo sus fines. Fomenta teorías de incredulidad e incita al corazón humano a guerrear contra la Palabra de Dios. Con esfuerzos persistentes, perseverantes, trata de inspirar a los hombres con sus propias energías de odio y antagonismo contra Dios, y de ponerlos en orden de batalla contra las instituciones y los requerimientos del cielo y las operaciones del Espíritu Santo. Alista bajo su estandarte a todos los agentes del mal, y los lleva al campo de batalla bajo su mando, para oponer al bien el mal.­ MJ 52 (1903).

El mundo aborreció a Cristo porque era diferente.
La diferencia entre el carácter de Cristo y el de los otros hombres de su época era perfectamente perceptible, y por causa de esa diferencia el mundo lo aborreció. Lo odiaba por su bondad y su estricta integridad. Y Cristo declaró que los que manifestaran esos mismos atributos, también serían 547 odiados. A medida que nos acerquemos al fin del tiempo, este odio por los seguidores de Cristo será cada vez más evidente.
Jesús tomó la naturaleza humana y soportó el odio del mundo para demostrar a los hombres y las mujeres que pueden vivir sin pecado, para que sus palabras, sus actos y su actitud pudieran ser santificados por Dios. Podemos ser perfectos cristianos si manifestamos este poder en nuestras vidas. Cuando la luz del cielo repose sobre nosotros continuamente, representaremos a Cristo. La luz de la justicia revelada en su vida, distinguió a Jesús del mundo, y suscitó su odio.­ Ms 97, 1909.

El odio proviene del deseo de venganza.
Satanás disputó todos los asertos del Hijo de Dios, y empleó a los hombres como agentes suyos para llenar la vida del Salvador de sufrimientos y penas. Los sofismas y las mentiras por medio de los cuales procuró obstaculizar la obra de Jesús, el odio manifestado por los hijos de rebelión, sus acusaciones crueles contra Aquel cuya vida se rigió por una bondad sin precedente, todo ello provenía de un sentimiento de venganza profundamente arraigado. Los fuegos concentrados de la envidia y la malicia, del odio y la venganza, estallaron en el Calvario contra el Hijo de Dios, mientras el cielo miraba con silencioso horror.­ CS 555, 556 (1888).

El odio hacia los padres (palabras dirigidas a una joven).
Ud. tiene una obra especial que hacer, que consiste en confesar con humildad su conducta irrespetuosa hacia sus padres. No hay razón para que se manifiesten en usted esos sentimientos antinaturales hacia ellos. Es una actitud totalmente satánica, y Ud. se ha entregado a ella porque su madre no ha sancionado su conducta. Sus sentimientos no se limitan a una evidente antipatía, a una decidida falta de respeto, sino que han llegado al odio, la malicia, la envidia y los celos, manifiestos en sus actos, que les han producido sufrimientos y privaciones. Ud. no tiene la intención de brindarles felicidad, ni siquiera comodidad. Sus sentimientos 548 son inmutables. A veces su corazón se suaviza, pero cuando ve alguna falta en ellos, se cierra firmemente, y los ángeles no pueden introducir en él ningún sentimiento de amor.
Un demonio malvado la domina, y Ud. odia y es odiosa. Dios ha tomado nota de sus palabras irrespetuosas, sus actos desconsiderados hacia sus padres, a quienes él le ha mandado que honre; y si Ud. deja de ver este gran pecado y no se arrepiente, cada vez se sumirá en mayor oscuridad, hasta quedar abandonada a sus malos caminos.­ 2T 82, 83 (1868).

Satanás se deleita en controlar la mente de los niños.
Qué pena da ver a los hijos de padres temerosos de Dios, indomables y desobedientes, desagradecidos y voluntariosos, decididos a salirse siempre con la suya indiferentes a las molestias o a la pena que causan a sus padres. Satanás se deleita en manejar el corazón de los niños, y si se le permite les inculcará su propio odioso espíritu.­ MJ 331 (1893).

El odio conduce a la condenación.
Nadie puede odiar a su hermano, ni siquiera a su enemigo, sin quedar bajo condenación.­ YI, 13 de enero de 1898.

La venganza no produce satisfacción.
Recuerden que un discurso vengativo nunca le hace sentir a nadie que haya ganado una victoria. Que Cristo hable por medio de ustedes. No pierdan la bendición que se recibe cuando no se piensa el mal. 7T 243 (1902).

Anublan la percepción.
El orgullo, el amor propio, el egoísmo, el odio, la envidia y los celos, anublaron su percepción; y la verdad, que lo habría hecho sabio para la salvación, ha perdido el poder de atraer y controlar su mente. 2T 605,606 (1871).

El aceite del amor elimina la amargura.
No permitáis que 549 el resentimiento madure en malicia. No dejéis que la herida se infecte y reviente en palabras envenenadas que manchen la mente de quienes las oigan. No permitáis que los pensamientos amargos continúen embargando vuestro ánimo. . . Id a vuestro hermano, y con humildad y sinceridad habladle del asunto.
Todo el cielo está interesado en la entrevista entre aquel que ha sido perjudicado y el que está en el error. . . El aceite del amor elimina la irritación causada por el mal. El Espíritu de Dios liga un corazón al otro; y en el cielo hay música por la unión realizada.­ 3JT 201 (1902).

El corazón que paga el odio con amor.
No es la posición mundanal, ni el nacimiento, ni la nacionalidad, ni los privilegios religiosos lo que prueba que somos miembros de la familia de Dios; es el amor, un amor que abarca a toda la humanidad. Aun los pecadores cuyos corazones no están herméticamente cerrados al Espíritu de Dios responden a la bondad. Así como pueden responder al odio con el odio, también corresponderán al amor con el amor. Solamente el Espíritu de Dios devuelve el amor por el odio. El ser bondadoso con los ingratos y los malos, el hacer lo bueno sin esperar recompensa, es la insignia de la realeza del cielo, la señal segura mediante la cual los hijos del Altísimo revelan su elevada vocación.­ DMJ 65, 66 (1896). 550
 EGW. Mente Carácter y Personalidad 2