jueves, 23 de junio de 2011

SECCIÓN IX. “EL PADRE, VINCULO DEL HOGAR” EL HOGAR CRISTIANO. (EGW).


34. Posición y Responsabilidades del Padre
Definición del esposo.-
El hogar es una institución proveniente de Dios. El ordenó que el círculo de la familia: el padre, la madre y los hijos, existiese en este mundo como una sociedad.* La obra de hacer feliz el hogar no incumbe sólo a la madre. El padre tiene un papel importante que desempeñar. El esposo es el vinculador de los tesoros del hogar, y por su afecto fuerte, fervoroso y consagrado une a los miembros de la familia, la madre y los hijos, con los lazos más resistentes.*

Vi que son muy pocos los padres que se percatan de su responsabilidad [en lo que respecta a vincular los miembros de la familia unos con otros].*

Es cabeza de la familia.-
El esposo y padre es cabeza de la familia. Es justo que la esposa busque en él amor, simpatía y ayuda para la educación de los hijos, pues son de él tanto como de ella, y él tiene tanto interés como ella en el bienestar de ellos. Los hijos buscan sostén y dirección en el padre, quien necesita tener un concepto correcto de la vida y de las influencias y compañías que han de rodear a su familia. Ante todo, debería ser dirigido por el amor y temor de Dios y por la enseñanza de la Palabra divina, para poder encaminar los pasos de sus hijos por la buena senda.... 189

El padre debe hacer cuanto esté de su parte por la felicidad del hogar. Cualesquiera que sean los cuidados y las perplejidades que le ocasionen sus negocios, no debe permitir que arrojen sombra sobre su familia; debe volver siempre a casa con la sonrisa y buenas palabras en los labios.*

Legislador y sacerdote.-
Todos los miembros de la familia giran alrededor del padre. Es el legislador y en su conducta viril ilustra las virtudes más austeras: la energía, la integridad, la honradez, la paciencia, el valor, la diligencia y la utilidad práctica. El padre es en un sentido el sacerdote de la familia, que dispone sobre el altar de Dios el sacrificio matutino y vespertino. La esposa y los hijos deben ser alentados a participar en esta ofrenda y también en el canto de alabanza. A la mañana y a la noche, el padre, como sacerdote de la casa, debe confesar a Dios los pecados cometidos durante el día por él mismo y por sus hijos. Los pecados de los cuales ha tenido conocimiento y también los que permanecen secretos, que sólo vio el ojo divino, deben ser confesados. Esta norma, celosamente observada por el padre cuando está presente, o por la madre cuando él está ausente, resultará en bendiciones para la familia.*

En su familia, el padre representa al Legislador divino. Colabora con Dios cumpliendo los misericordiosos designios de él, afirmando a sus hijos en los principios justos, y habilitándolos para desarrollar un carácter puro y virtuoso, porque se anticipó a ocupar el alma con lo que habilitará a sus hijos para rendir obediencia no sólo a su padre terrenal sino también al celestial.*


El padre no debe traicionar su cometido sagrado. En ningún punto debe renunciar a su autoridad paterna.*

Debe andar con Dios.-
El padre. . . ligará a sus hijos con el trono de Dios por una fe viva. Desconfiando de su propia fuerza, entrega a Jesús su alma desamparada y traba de la fortaleza del Altísimo. Hermanos, orad en casa, en vuestra 190 familia, a la mañana y a la noche. Orad fervorosamente en vuestra cámara; y mientras os dedicáis a vuestra labor diaria, elevad vuestra alma a Dios en oración. Así fue como Enoc anduvo con Dios. La plegaria silenciosa y ferviente del alma se elevará al trono de gracia como santo incienso y será tan aceptable para Dios como si fuese ofrecida en el santuario. Para todos los que le busquen, Cristo llega a ser una ayuda oportuna en tiempo de necesidad. Serán fuertes en el día de la prueba.*

Requiere madurez y experiencia.-
El padre no debe ser como un niño, al que mueven los impulsos. Está ligado a su familia por lazos sagrados y santos.* Lo que será su influencia en el hogar será determinado por su conocimiento del único Dios verdadero y de Jesucristo a quien envió. "Cuando yo era niño -dice Pablo,- hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño." El padre debe destacarse a la cabeza de su familia, no como un niño crecido, pero indisciplinado, sino como un hombre de carácter viril, que domina sus pasiones. Debe obtener educación en una moral correcta. Su conducta en la vida familiar debe ser dirigida y refrenada por los principios puros de la Palabra de Dios. Entonces crecerá hasta alcanzar la plena estatura de hombre en Cristo Jesús.*

Sométase a la voluntad de Dios.-
A un hombre que es esposo y padre, yo diría: Asegúrese de que rodea su alma una atmósfera pura y santa.... Debe aprender diariamente de Cristo. Nunca ha de manifestar un espíritu tiránico en el hogar. El hombre que lo hace obra asociado con agentes satánicos. Someta su voluntad a la de Dios. Haga cuanto pueda para que la vida de su esposa sea placentera y feliz. Haga de la Palabra de Dios su consejera. Viva en el hogar de acuerdo con las enseñanzas de ella. Entonces vivirá así en la iglesia y llevará estas enseñanzas consigo al lugar donde 191 trabaja. Los principios del cielo ennoblecerán todas sus transacciones. Los ángeles de Dios cooperarán con Vd. y le ayudarán a revelar a Cristo ante el mundo.*

Oración apropiada para un esposo de genio vivo.-
No permita Vd. que los vejámenes de sus negocios ensombrezcan su vida en el hogar. Si al ocurrir casitas que no son exactamente como Vd. piensa que debieran ser, no sabe manifestar paciencia, longanimidad, bondad y amor, demuestra que no escogió por compañero a Aquel que tanto le amó que dio su vida por Vd., para que pudiese ser uno con él.

En la vida diaria tropezará con sorpresas repentinas, chascos y tentaciones. ¿Qué dice la Palabra? "Resistid al diablo," confiando firmemente en Dios, "y de vosotros huirá." "Echen mano ... de mi fortaleza, y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo!" Mire a Jesús en todo momento y lugar, elevando una oración silenciosa y con corazón sincero para que pueda saber cómo hacer su voluntad. Entonces, cuando venga el enemigo como avenida de aguas el Espíritu del Señor levantará bandera en favor de Vd. contra ese enemigo. Cuando esté a punto de ceder, de perder la paciencia y el dominio propio y manifestar un espíritu duro y condenatorio, dispuesto a censurar y acusar, será el momento de elevar al cielo esta oración: "¡Ayúdame, oh Dios, a resistir la tentación, a desechar de mi corazón toda amargura, ira y maledicencia! Dame tu mansedumbre, tu humildad, tu longanimidad y tu amor. No me dejes deshonrar a mi Redentor, ni interpretar mal las palabras y los motivos de mi esposa, de mis hijos y de mis hermanos y hermanas en la fe. Ayúdame a ser bondadoso, compasivo, de corazón tierno y perdonador. Ayúdame a ser verdadero vinculador de mi hogar y a representar el carácter de Cristo ante los demás."*

Ejerza su autoridad con humildad.-
No evidencia virilidad el esposo espaciándose constantemente en su puesto como cabeza de la familia. No aumenta el respeto hacia él cuando 192 se le oye citar la Escritura para apoyar sus derechos a ejercer autoridad. No le hará más viril el requerir de su esposa, la madre de sus hijos, que actúe de acuerdo con los planes de él como si fuesen infalibles. El Señor ha constituido al esposo como cabeza de la esposa para que la proteja; él es el vinculo de la familia, el que une sus miembros, así como Cristo es cabeza de la iglesia y Salvador del cuerpo místico. Todo esposo que asevera amar a Dios debe estudiar cuidadosamente lo que Dios requiere de él en el puesto que ocupa. La autoridad de Cristo se ejerce con sabiduría, con toda bondad y amabilidad; así también ejerza su poder el esposo e imite la gran Cabeza de la iglesia.* 193

35.Deben Compartirse las Cargas
El deber del padre no puede delegarse.-
El deber del padre hacia sus hijos no puede delegarse a la esposa. Si ella cumple su propio deber, tiene bastante carga que llevar. Únicamente si obran de concierto pueden el padre y la madre cumplir la obra que Dios confió a sus manos.* El padre no debe excusarse de hacer su parte en la obra de educar a sus hijos para esta vida y para la inmortalidad. Debe compartir la responsabilidad. Tanto el padre como la madre tienen obligaciones. Los padres han de manifestarse mutuamente amor y respeto, si quieren ver estas cualidades desarrollarse en su hijos.*

Con miradas animosas y buenas palabras, el padre debe alentar y sostener a la madre en su obra y sus cuidados.* Procure ayudar a su esposa en el conflicto que la espera. Vele sobre sus palabras, cultive el refinamiento de los modales, la cortesía y amabilidad, y será recompensado por ello.*

Su tierno ministerio alivia la carga de la madre.-
Cualquiera que sea la vocación del padre y cualesquiera que sean sus perplejidades, debe él conservar en su casa el mismo rostro sonriente y tono placentero con que saludó todo el día a los visitantes y a los extraños. Sienta la esposa que puede apoyarse en los amplios afectos de su esposo, que los brazos de él la fortalecerán y sostendrán en todos sus afanes y cuidados, que su influencia apoyará la de ella, y su carga perderá la mitad de su peso. ¿Acaso no son los hijos tanto de él como de ella? *

Es posible que la esposa asuma cargas a las cuales atribuya 194 mayor importancia que al deber de ayudar a su esposo en el desempeño de su parte de la responsabilidad; y lo mismo se aplica al esposo. Los servicios tiernos son de valor. El esposo tiende a sentirse libre para salir y entrar en su hogar como huésped más bien que como vinculador del círculo familiar.*

Los deberes domésticos son sagrados e importantes; sin embargo a menudo adolecen de una monotonía cansadora. Los incontables cuidados y perplejidades se vuelven irritantes cuando faltan la variedad y el alegre solaz que con frecuencia el esposo y padre podría concederle a ella si así lo decidiera, o más bien si considerase necesario o deseable hacerlo. La vida de la madre mientras cumple las tareas más humildes de la casa es una vida de abnegación incesante, y se agrava aún más si el esposo no aprecia las dificultades de su situación ni le da su apoyo.*

Sea considerado con una esposa débil.-
El esposo debe manifestar gran interés en su familia. Debe ser especialmente cuidadoso de los sentimientos de una esposa débil. Puede evitarle muchas enfermedades. Las palabras bondadosas, alegres y alentadoras resultarán mucho más eficaces que las medicinas más poderosas. Infundirán ánimo en el corazón de la abatida y desanimada esposa, y la alegría infundida a la familia por los actos y las palabras de bondad, recompensarán diez veces el esfuerzo hecho. El esposo debiera recordar que gran parte de la carga de educar a sus hijos recae sobre la madre, y que ella ejerce una gran influencia para modelar sus mentes. Esto debe inducirle a manifestar los sentimientos más tiernos, y a aliviar con solicitud sus cargas. Debe alentarla a apoyarse en su afecto, y a dirigir sus pensamientos hacia el cielo, donde hay fuerza, paz y descanso final para los cansados. No debe volver a la casa con la frente ceñuda, sino que su presencia debiera brindar alegría a la familia y estimular a la esposa a mirar hacia arriba y creer en Dios. Unidos, pueden aferrarse a las 195 promesas de Dios y atraer su rica bendición sobre la familia *

Conduce con dulzura.-
Más de un marido y padre podría sacar provechosa lección del solicito cuidado del fiel pastor. Jacob, al verse instado a emprender difícil y apurada caminata, contestó:
"Los niños son tiernos, ... tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas.... Me iré poco a poco al paso de la hacienda que va delante de mí, y al paso de los niños."
En el camino penoso de la vida sepa el marido y padre ir "poco a poco" al paso en que pueda seguirle su compañera de viaje. En medio del gentío que corre locamente tras el dinero y el poder, aprenda el esposo y padre a medir sus pasos, a confortar y a sostener al ser humano llamado a andar junto a él....

Ayude el marido a su esposa con su simpatía y cariño constante. Si quiere que se conserve lozana y alegre, de modo que sea como un rayo de sol en la familia, ayúdele a llevar sus cargas. La bondad y la amable cortesía que le demuestre serán para ella un precioso aliento, y la felicidad que sepa comunicarle allegará gozo y paz a su propio corazón...

Si la madre se ve privada del cuidado y de las comodidades que merece, si se le permite que agote sus fuerzas con el recargo de trabajo o con las congojas y tristezas, sus hijos se verán a su vez privados de la fuerza vital, de la flexibilidad mental y del espíritu siempre alegre que hubieran debido heredar. Mucho mejor será alegrar animosamente la vida de la madre, evitarle la penuria, el trabajo cansador y los cuidados deprimentes, a fin de conseguir que los hijos hereden una buena constitución, que les permita pelear las batallas de la vida con sus propias fuerzas.* 197

36. Sea Compañero de sus Hijos
Dedique tiempo a sus hijos.-
Por lo general, el padre pierde muchas áureas oportunidades de atraer a sus hijos y de vincularlos consigo. Al volver de su trabajo a casa, debe considerar como cambio placentero el pasar algún tiempo con sus hijos.*
Los padres deben descender de su falsa dignidad, negarse alguna satisfacción propia en lo que se relaciona con sus momentos de ocio, a fin de tratar con sus hijos, simpatizar con ellos en sus pequeñas dificultades, vincularlos con su propio corazón mediante fuertes lazos de amor y ejercer sobre sus mentes en desarrollo una influencia tal que sus consejos serán considerados como sagrados .*

Interésese especialmente en los varones.-
El padre de niños varones debe tratar íntimamente con sus hijos, darles el beneficio de su experiencia mayor, y hablar con ellos con tanta sencillez y ternura, que los vincule con su corazón. Debe dejarles ver que todo el tiempo busca sus mejores intereses y su felicidad.*

El que tiene una familia de varones debe comprender que, cualquiera que sea su vocación, nunca debe descuidar las almas confiadas a su cuidado. Trajo a estos hijos al mundo y se ha hecho responsable delante de Dios de hacer cuánto esté a su alcance para guardarlos de compañías malas y no santificadas. No debe dejar a sus varones inquietos totalmente bajo el cuidado de la madre. Esta carga es demasiado pesada para ella. Debe él ordenar las cosas de acuerdo con los mejores 198 intereses de la madre y de los niños. Puede resultar muy difícil para la madre ejercer dominio propio y dirigir sabiamente la educación de sus hijos. En tal caso, el padre debe asumir una parte mayor de la carga. Debe resolver que hará los esfuerzos más decididos para salvar a sus hijos.*

Edúquelos para que sean útiles.-
Como cabeza de su familia, el padre debe entender como ha de educar a sus hijos para que sean útiles y cumplan su deber. Tal es la obra especial de él, la que supera toda otra labor. Durante los primeros años del niño la tarea de modelar su disposición incumbe principalmente a la madre; pero ella debe sentir en todo momento que en su obra tiene la cooperación del padre. Si los negocios a los cuales se consagra él le impiden casi totalmente ser útil a su familia, debe procurar otro empleo que no le prive de dedicar algún tiempo a sus hijos. Si los descuida, resulta infiel al cometido que Dios le confió.

El padre puede ejercer sobre sus hijos una influencia más poderosa que las atracciones del mundo. Debe estudiar las inclinaciones y el carácter que manifiestan los miembros de su pequeño círculo, a fin de comprender sus necesidades y peligros y estar así preparado para reprimir lo malo y alentar lo bueno.*
Cualquiera que sea el carácter de su ocupación, no es de tanta importancia como para excusarle por descuidar la obra de educar y preparar a sus hijos para que anden en el camino del Señor.*

Conozca sus variadas disposiciones.-
El padre no debe dejarse absorber tanto por sus negocios o el estudio de los libros, que no pueda tomar tiempo para estudiar la naturaleza de sus hijos y sus necesidades. Debe ayudar a idear maneras para mantenerlos atareados en trabajos útiles que concuerden con sus diversas disposiciones.*

Padres, dedicad tanto tiempo como sea posible a estar con vuestros hijos. Procurad familiarizaros con sus diversas 199 disposiciones, a fin de saber educarlos en armonía con la Palabra de Dios. Nunca debe cruzar vuestros labios una palabra de desaliento. No introduzcáis tinieblas en el hogar. Sed amables, bondadosos y afectuosos con vuestros hijos, pero no seáis insensatamente indulgentes. Dejadles llevar sus pequeñas desilusiones, como cada uno debe llevarlas. No los estimuléis a acudir a vosotros con sus quejas mezquinas de unos contra otros. Enseñadles a soportarse unos a otros y a esforzarse por conservar la confianza y el respeto mutuos.*

Participe en sus trabajos y juegos.-
Padres, . . . combinad el cariño con la autoridad, la bondad y la simpatía con la firme represión. Dedicad a vuestros hijos algunas de vuestras horas de ocio; intimad con ellos; asociaos con ellos en sus trabajos y juegos, y ganad su confianza. Cultivad su amistad, especialmente la de vuestros hijos varones. De este modo ejerceréis sobre ellos una poderosa influencia para el bien. *

Enséñeles lecciones de la naturaleza.-
Procure el padre aligerar la tarea de la madre. . . . Hábleles de las hermosas flores y los frondosos árboles, en cuyas hojas pueden notar la obra de Dios y su amor. Debe enseñarles que el Dios que hizo todas estas cosas ama lo bello y lo bueno. Cristo aconsejó a sus discípulos que reparasen en las flores del campo y en las aves del aire, les indicó cómo Dios cuida de ellas y presentó este hecho como prueba de que cuidará del hombre, que es más importante que las aves o las flores. Explique a los niños que por mucho tiempo que se desperdicie en atavíos, nuestro aspecto no podrá compararse en gracia y belleza con el de las flores más sencillas del campo. Esto desviará su atención de lo artificial a lo natural. Aprenderán que Dios les dio todas estas bellezas para que las disfruten y quiere que ellos le concedan los afectos mejores y más santos de su corazón*. Puede llevarlos al jardín y mostrarles los capullos que se abren y los variados matices de las flores. Por tales medios puede inculcarles las lecciones más importantes acerca del 200

Creador, al abrir delante de ellos el gran libro de la naturaleza, donde el amor de Dios se expresa en cada árbol y en cada flor y brizna de hierba. Puede convencer su espíritu de que si Dios se interesa tanto por los árboles y las flores, mayor cuidado tendrá aún por los seres formados a su imagen. Puede inducirles temprano a comprender que Dios desea que sus hijos sean hermosos, no por adornos artificiales, sino por la belleza de su carácter, los encantos de la bondad y del afecto, que harán palpitar sus corazones de gozo y felicidad.* 201

37. Lo que no Debe Ser el Esposo
El que espera demasiado de su esposa.-
En la mayoría de las familias, hay niños de diversas edades, algunos de los cuales necesitan no sólo la atención y sabia disciplina de la madre sino también la influencia más severa, aunque afectuosa, del padre. Pocos son los padres que dan a este asunto su debida importancia. Son negligentes acerca de su deber y así acumulan gravosas cargas sobre la madre, al mismo tiempo que, basándose en su propio juicio, se permiten criticar y condenar las acciones de ella. Con frecuencia, la pobre esposa y madre, abrumada por la impresión de responsabilidad y censura, se siente culpable y llena de remordimiento por lo que ha hecho inocentemente o por ignorancia, y que era, en muchos casos, lo mejor que podía hacerse en las circunstancias vigentes. Y sin embargo, cuando debieran apreciarse y aprobarse sus penosos esfuerzos e infundir alegría a su corazón, se ve obligada a andar bajo una nube de pesar y condenación porque su esposo, mientras pasa por alto su propio deber, espera de ella que cumpla el de ambos en forma satisfactoria para él, sin tener en cuenta las circunstancias que puedan impedirlo.*

Muchos esposos no entienden ni aprecian suficientemente los cuidados y perplejidades que sufren sus esposas, generalmente apresadas todo el día en un ciclo interminable de deberes caseros. Con frecuencia regresan ellos a casa con frente ceñuda y no aportan alegría al círculo familiar. Si la comida no está lista a tiempo, la esposa cansada, que a menudo es a 202 la vez ama de casa, enfermera, cocinera y sirvienta, es saludada con críticas. El esposo exigente puede condescender a recibir de los brazos cansados de la madre el niño molesto, para que ella pueda apresurar los preparativos de la comida familiar; pero si el niño es inquieto y se agita en los brazos de su padre, éste muy rara vez considera que es su deber actuar como nodriza para tratar de calmarlo. No se detiene a considerar cuántas horas la madre ha soportado la agitación del pequeñuelo, sino que exclama con impaciencia: "¡A ver, mamá, si atiendes a tu hijo!" ¿No es acaso hijo de él tanto como de ella? ¿No tiene acaso él obligación natural de llevar pacientemente su parte de la carga que representa criar a los hijos? *

Consejos a un esposo autoritario.-
Su vida sería mucho más feliz si Vd. no se creyese investido de autoridad absoluta por ser esposo y padre. Su práctica demuestra que interpreta erróneamente su posición de vinculador en la casa. Manifiesta nerviosidad y un espíritu autoritario. A menudo deja ver mucha falta de juicio, y, cualquiera que sea su opinión acerca de su propia conducta en tales ocasiones, es imposible que su esposa y sus hijos la tengan por consecuente. Una vez que tomó una decisión, rara vez está dispuesto a revocarla. Se obstina en llevar a cabo sus planes aun cuando muchas veces su conducta es errónea y debiera reconocerlo. Lo que Vd. necesita es muchísimo más amor y tolerancia, y menos determinación para salirse con la suya en palabras y en hechos. Si se empeña en el camino que sigue ahora, en vez de ser vinculador de su familia, será instrumento de opresión y angustia para los demás....

Al tratar de obligar a otros a cumplir sus ideas en todo detalle, Vd. ocasiona a menudo mayor daño que si cediese en tales puntos. Esto sucede aun en las ocasiones en que sus ideas sean correctas en sí, pero no lo son en muchas cosas. Resultan exageradas como consecuencia de las peculiaridades 203 de su organización; por lo tanto Vd. insiste en imponer lo incorrecto en forma enérgica e irracional.*

Vd. tiene opiniones peculiares acerca de cómo gobernar su familia. Ejerce un poder independiente y arbitrario, que no tolera en derredor suyo ninguna libertad de voluntad. Se considera suficiente para ser jefe de su familia y piensa que su cabeza basta para hacer actuar a cada miembro como una máquina es movida por las manos de los obreros. Vd. dicta y asume autoridad. Esto desagrada al Cielo y contrasta a los compasivos ángeles. Vd. se ha conducido en su familia como si fuese el único capaz de gobernarse a sí mismo. Se ha ofendido porque su esposa se atreviera a oponerse a una opinión suya o a dudar de sus decisiones.*

Esposos inquietos y preocupados.-
Esposos, dad a vuestras esposas oportunidad de vivir su vida espiritual.... Muchos cultivan la disposición al enfado al punto que se vuelven como niños grandes. No dejan atrás esta fase de su vida infantil. Conservan estos sentimientos hasta entorpecer y empequeñecer toda la vida por sus quejas y querellas. Y hacen esto no sólo con su propia vida sino también con la ajena. Les acompaña el espíritu de Ismael, cuya mano se levantaba contra todos, y la de todos contra él.*

El esposo egoísta y malhumorado.-
El Hno. B. no tiene un temperamento que alegre a su familia. En esto conviene que empiece a obrar. Se asemeja más a una nube que a un rayo de luz. Es demasiado egoísta para dirigir palabras de aprobación a los miembros de su familia, especialmente a la persona que debiera ser objeto de su amor y tierno respeto. Es malhumorado, intolerante, y autoritario. Con frecuencia pronuncia palabras mordaces cuyas heridas él no trata de curar suavizando su ánimo, reconociendo sus defectos y confesando su mal proceder...

El Hno. B. debe ablandarse; debe cultivar el refinamiento y la cortesía. Debiera ser muy tierno y amable para con su 204 esposa, que es su igual en todo respecto; no debiera pronunciar una palabra capaz de echar una sombra sobre el corazón de ella. Debe comenzar en casa la obra de reforma, cultivar el afecto y vencer los rasgos duros y toscos de su disposición carente de generosidad.*

El esposo y padre malhumorado, egoísta y autoritario no sólo se hace infeliz, sino que aflige a todos los de la casa. Cosechará lo que sembró, viendo a su mujer desanimada y enfermiza, y a sus hijos contaminados con su propio genio displicente.*

A un esposo egotista e intolerante. -
Vd. espera demasiado de su esposa y de sus hijos. Los censura demasiado. Si Ud. mismo estimulara una disposición alegre y feliz, y les hablase con bondad y ternura, introduciría alegría en su morada en vez de nubes, pesar y desdicha. Estima demasiado su propia opinión; ha tomado a veces decisiones extremas, y no ha permitido que el juicio de su esposa tuviese en su familia el peso que debiera tener. No ha estimulado su propio respeto hacia su esposa ni ha enseñado a sus hijos a acatar el juicio de ella. No la ha hecho su igual sino que ha tomado en sus propias manos las riendas del gobierno y las ha sostenido con asidero firme. No tiene una disposición afectuosa, ni manifiesta simpatía. Es necesario que Vd. cultive estos rasgos de carácter si quiere ser vencedor y que la bendición de Dios descanse sobre su familia.*

A quien desprecia la cortesía cristiana.-
Vd. ha considerado como debilidad el ser bondadoso, tierno y lleno de simpatía. Le ha parecido indigno de sí hablar a su esposa con ternura y amabilidad. Está equivocado acerca de lo que constituye la verdadera virilidad y dignidad. La disposición a no ejecutar actos de bondad es una debilidad manifiesta y un defecto de su carácter. Lo que Vd. consideraría debilidad Dios lo tiene por verdadera cortesía cristiana, que todo creyente debe ejercer porque es el espíritu que Cristo manifestó.* 205

Debe merecer amor y afecto.-
Si el esposo es tiránico, exigente y crítica las acciones de su esposa, no puede conservar su respeto y afecto, y la relación matrimonial llegará a ser odiosa para ella. No amará a su esposo, porque él no procura hacerse digno de ser amado. Los esposos deben ser cuidadosos, atentos, constantes, fieles y compasivos. Deben manifestar amor y simpatía. . . . Cuando el esposo tiene la nobleza de carácter, la pureza de corazón y la elevación mental que debe poseer todo verdadero cristiano, ello será puesto de manifiesto en las relaciones matrimoniales. . . . Procurará mantener a su esposa con salud y buen ánimo. Se esforzará por pronunciar palabras de consuelo, y por crear en el círculo del hogar una atmósfera de paz.* 206


(El Hogar Cristiano de E. G. de White)

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