CUIDEMOS EL PODER DEL CEREBRO.-
Creo, creo que el
Señor escucha mis oraciones, y en seguida salgo a trabajar para que esas
oraciones tengan respuesta, pues estoy segura de que han sido registradas por
el Señor. Tengamos buen ánimo. No abusemos de la fortaleza que el Señor nos ha
dado. Tenemos que cuidar el poder de nuestro cerebro. Si abusamos de él, no
tendremos un depósito de donde extraer algo en momentos de emergencia. Carta
150, 1903.
NECESITAMOS SABIDURÍA PARA ELEGIR EL ALIMENTO DE LA
MENTE.-
La adquisición de un
gran número de libros de estudio interpone demasiado a menudo entre Dios y el
hombre un montón de conocimientos que debilitan la mente y la hacen incapaz de
asimilar lo que ya recibió. La mente se torna dispéptica y llega a desecharlo
todo. El hombre necesita mucha sabiduría para aprender a elegir entre tantos
autores y la Palabra de vida, para poder comer la carne y beber la sangre del
Hijo de Dios. 3JT 189 (1902).
ACORTAN LA VIDA.
A los que desean
hacerse eficientes obreros en la causa de Dios, quiero decirles: Si imponéis
una 525 cantidad indebida de trabajo al cerebro, pensando que perderéis terreno
a menos que estudiéis todo el tiempo, debéis cambiar inmediatamente vuestras
opiniones y vuestra conducta. A menos que se tenga cuidado al respecto, muchos
pasarán prematuramente a la tumba. CM 282 (ed. PP); 227 (ed. ACES) (1913).
LA CONCENTRACIÓN EXCESIVA DESGASTA LOS ÓRGANOS
VITALES.-
El poder de
concentrar la mente sobre un tema con exclusión de todos los demás, es bueno
hasta cierto punto; pero el ejercicio constante de esta facultad cansa los
órganos encargados de esa obra; les impone un recargo excesivo y como resultado
no se alcanza a realizar la mayor cantidad de bien. Un juego de órganos tiene
que sufrir el desgaste principal mientras que los otros permanecen dormidos. La
mente no puede ejercitarse así en forma sana, y por consiguiente la vida se
acorta. 1JT 292 (1872).
LA MENTE DEMASIADO EXIGIDA ABRE LA PUERTA A LA
TENTACIÓN.-
Los estudiantes que
se dedican totalmente al trabajo intelectual en el aula, perjudican toda la
maquinaria viviente como consecuencia de vivir encerrados. El cerebro se cansa,
y Satanás les presenta una lista completa de tentaciones para inducirlos a
entregarse a complacencias prohibidas a fin de dejar salir, a manera de cambio,
un poco de vapor. Al ceder a esas tentaciones, hacen cosas malas que los
perjudican y dañan a los demás. Pueden hacerlo sólo por diversión. El cerebro está activo y quisieran hacer algunas
bromas. Pero luego, alguien debe deshacer el daño que causaron cuando cayeron
en la tentación. Carta 103, 1897.
LA MENTE EXIGIDA PRODUCE UNA IMAGINACIÓN ENFERMIZA.-
Se me han presentado
los métodos apropiados: Que los estudiantes que se dedican al trabajo mental
ejerciten también sus facultades físicas y morales; que usen la maquinaria
Viviente en forma equilibrada. Obligar al cerebro a trabajar 526 constantemente es un error. Me gustaría
poder expresar en palabras todo lo que concierne a este asunto. El trabajo
incesante del cerebro produce una imaginación enfermiza. Lleva a la disipación.
Un curso de estudios de cinco años, seguido de esta manera, no vale más que un
año de estudios llevados a cabo equilibradamente. Carta 76, 1897.
EL EXCESO DE ESTUDIO CONDUCE A LA DEPRAVACIÓN.-
Eviten excitar el cerebro. El exceso de estudio
estimula el cerebro y aumenta el flujo de sangre hacia él. El resultado seguro
de esto es la depravación. No se puede excitar indebidamente el cerebro sin producir
pensamientos y acciones impuros. Se afecta todo el sistema nervioso, y esto
conduce a la impureza. Las facultades físicas y mentales degeneran, y así se
contamina el templo del Espíritu Santo. Las malas costumbres se comunican, y
las consecuencias son incalculables. Estoy bajo la obligación de hablar
claramente acerca de este asunto. Carta 145, 1897.
EL CORAZÓN Y LA CABEZA DEBEN TENER DESCANSO (CONSEJO A
UN PASTOR DEMASIADO OCUPADO).-
Mantenga el canal
limpio y sin obstrucciones, para que pueda fluir el Espíritu Santo. No importa
qué ocurra, mantenga su mente fija en Dios, y no se deje confundir por nada.
Mientras hablaba con
Ud. de noche, en sueños, vi que su mente estaba cansada, y le dije: Deposite
toda su solicitud en el Señor, porque él cuida de Ud. Encomiende sus
preocupaciones y perplejidades al Portador de cargas. La paz de Cristo en el
corazón vale más para nosotros que cualquier otra cosa...
Le pido que sea
cuidadoso. Le ruego que deponga la carga; que se desembarace de las numerosas
preocupaciones y perplejidades que le impiden darle descanso a su corazón y a
su cabeza. Recuerde que es necesario prestar atención a los asuntos de interés
eterno. Carta 19, 1904.
EL EXCESO DE TRABAJO MENTAL PRODUCE ENFERMEDAD.-
Los que 527 han
quedado quebrantados por el trabajo mental deberían desechar todo pensamiento
fatigoso; pero no se les debe inducir a creer que todo empleo de las facultades
intelectuales sea peligroso. Muchos se inclinan a considerar su estado peor de
lo que es. Esta idea dificulta el restablecimiento y no debería favorecerse.
Hay pastores,
maestros, estudiantes y otros que hacen trabajo mental, que enferman a
consecuencia del intenso esfuerzo intelectual, sin ejercicio físico
compensatorio. Estas personas necesitan una vida más activa. Los hábitos
estrictamente templados, combinados con ejercicio adecuado, darían vigor mental
y físico a todos los intelectuales y los harían más resistentes. MC 182
(1905).
HAY QUE CONSERVAR LA ARMONÍA ENTRE LAS FACULTADES
MENTALES Y LAS FÍSICAS.-
Perdemos o ganamos
fortaleza física de acuerdo con la forma como tratamos el cuerpo. Cuando la
mayor parte del tiempo se dedica al trabajo mental, la imaginación pierde su
frescura y su poder, mientras los órganos físicos pierden su tono saludable. El
cerebro está morbosamente excitado al tener que trabajar constantemente,
mientras el sistema muscular se debilita por falta de ejercicio. Hay una
manifiesta pérdida de fuerza y una creciente debilidad, que con el tiempo
ejerce su influencia sobre el cerebro. Tanto como sea posible, debería
conservarse la armonía entre las facultades mentales y las físicas. Esto es
necesario para conservar con buena salud todo el organismo. Carta 53, 1898.
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