De Corazón a Corazón
“Una Ventana Abierta al Camino del Éxito Juvenil”
Tiempo Joven Lección 05/13
En este solo capítulo jamás podríamos agotar el tema. Así que hablaremos sobre el sexo y el amor, pero destacando apenas los aspectos más relevantes para tu felicidad.
Una publicidad especializada en la materia afirma que el 90% de lo que saben los adolescentes sobre la vida sexual lo aprenden de sus amigos, no siempre bien informados. No es extraño entonces que luego tantos jóvenes y señoritas cometan diversos errores de orden moral, mayormente debido a su falta de correcta información. La intención de este capítulo es evitar que eso también ocurra contigo.
¿Qué tal si comenzamos por definir el amor?
Esto nos ayudará a entender mejor qué es y para qué es el sexo.
El amor verdadero:
–no es un sentimiento ciego y descontrolado.
–no es un impulso sujeto al dictado de los genitales.
-no es egoísta.
El amor verdadero:
–está dispuesto a servir y a dar lo mejor de sí.
–es un estado del corazón, pero no divorciado de la razón.
–es limpio, comprensivo, tierno y respetuoso.
–es el factor sin el cual la relación sexual carece de atractivo.
–es un don de Dios y se nutre de Él.
A la luz de estas ideas, ¿no crees que el amor - y también el sexo – es una fuerza que puede obrar siempre a tu favor, si la sabes emplear con inteligencia?
1. SEXO Y JUVENTUD
Las sagradas Escrituras tratan repetidamente el tema del sexo. Aunque el gran Libro de Dios tiene como tema central el amor divino (según lo vimos en el capítulo 3), también trata con frecuencia el amor que debemos expresarnos los seres humanos, incluyendo el sexo. En sus páginas se menciona la sexualidad correcta, pero también aparecen diversas desviaciones condenables, tales como el incesto, la violación, la prostitución y la desnaturalización del sexo.
¿Qué dice este Libro, la Biblia, acerca del sexo?
Lo siguiente:
1) Dios es el Creador del sexo. Por lo tanto, es un don divino.
2) El sexo no es sucio ni vergonzoso. Forma parte de las maravillas de nuestro organismo.
3) El propósito del sexo es triple: la reproducción, la felicidad y la unidad del matrimonio.
4) Así como el fuego puede destruir o beneficiar, según cómo se lo utilice, el sexo puede igualmente perjudicar o construir la vida de un muchacho o una chica, según sean sus hábitos y su conducta.
5) Para quienes piensan que la Biblia tiene relatos pornográficos, vale la pena recordar que cada vez que sus páginas aluden a desviaciones sexuales es para condenarlas, o para mostrar sus consecuencias negativas. Nunca para recomendarlas o justificarlas.
Con este Libro en mano, entonces, es posible saber qué enseña el Creador sobre este importante tema. Pero fundamental como es, ¿podría afirmarse que el sexo es la parte más importante de la vida? Algunos piensan que sí.
Tiempo atrás una conocida revista internacional dedicada al desnudo femenino realizó una encuesta entre dos mil hombres, de 18 a 49 años de edad. El propósito de tal encuesta era demostrar que el sexo constituye el primer interés de los jóvenes y los adultos varones. Sin embargo, los encuestados respondieron que lo más importante para ellos era la salud, el amor, la paz mental y la vida familiar. ¡El sexo apareció en noveno lugar! Una verdadera sorpresa para los directivos de esa revista. Este resultado es muy revelador.
Indica que el sexo no es tan dominante como pretenden demostrarlo los mercaderes de la pornografía. Así que cuando un joven está dominado por la obsesión erótica, la explicación puede ser el predominio de su impulso sexual, pero también el estímulo de lo que ve, lee y escucha. Los especialistas en esta materia afirman que “el cerebro es el principal órgano sexual”. El cerebro o la mente desempeña un papel decisivo en la sexualidad humana. Un muchacho o una chica puede excitarse o puede controlarse sexualmente, según sepa manejar sus pensamientos y su imaginación.
Un muchacho nos escribe:
“Durante varios años me sentí desorientado y descontrolado con respecto al sexo. Cuando estaba con una chica o pensaba en ella, me resultaba difícil evitar mis fantasías sexuales. Esa obsesión no me dejaba concentrarme en mis estudios. Era mal estudiante. Un día fui a conversar con un consejero de jóvenes cristiano y comprensivo. Con la Biblia en la mano, este hombre me hizo ver las cosas de un modo diferente y constructivo. Hoy me siento feliz y dueño de mí mismo”.
2. SEXO Y MORAL
Gabriela le decía a sus padres: “Yo soy una chica moderna, y quiero gozar de la vida”. Y para ella “gozar de la vida” era practicar el amor libre y descuidar sus obligaciones. Hoy Gabriela está muy lejos de ser feliz. Cada vez se aborrece más a sí misma. Pero precisamente por eso, queriendo combatir su propia insatisfacción, cada día se entrega a una conducta más licenciosa. A su edad de 18 años ha perdido su encanto y espontaneidad.
Es un tanto cínica. Por la expresión de su rostro y sus ojos, es una joven vieja. La experiencia de Gabriela —o cualquier otra parecida— encierra una relación donde predomina la excitación egoísta, sin compromiso de amor ni fidelidad. Esta es la clase de relación que enturbia la mirada, enferma el corazón (a menudo también el cuerpo), y mancilla el carácter sagrado del sexo como don de Dios.
En cambio, ¡cuán diferente es el caso de la intimidad matrimonial programada por el Creador! Esta gratifica a ambas partes por igual, porque se trata de una relación de amor fiel, maduro y responsable. Es el fruto de un pacto de amor y de fidelidad constante. No es la mera búsqueda del placer egoísta. Es más bien una entrega recíproca, que no genera culpas ni insatisfacción, sino que hace felices al marido y a su mujer. Algún joven podrá decir: “Yo soy libre para hacer lo que quiero”. Pero conviene saber que la libertad mal usada es negativa y perjudicial.
San Pedro dice que vivamos “como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo” (1 San Pedro 2:16)
Con la pretensión de querer ser libres, podemos terminar siendo esclavos de nuestros propios errores. ¿No te parece?
3. LA EXPERIENCIA DE UN REY
Era el rey David. Se estaba paseando por la terraza de su palacio real. Y desde allí alcanzó ver a la distancia a una hermosa mujer, llamada Betsabé. Tan prendado quedó de ella, que la tomó por esposa y mandó a matar a su inocente marido. ¡Qué días y años amargos debió sufrir el rey David como consecuencia de su doble maldad de adulterio y homicidio! Pero así como profunda fue su caída, profundo fue también su arrepentimiento. Se dirigió a Dios con estas palabras: “Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado...Crea en mí oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. (Salmos 51:2, 10).
Y Dios lo perdonó, porque El es “amplio en perdonar! (Isaías 55:7). Esta misma actitud perdonadora es la que tuvo Jesús hacia la mujer adúltera, a quien muchos acusaron y condenaron. Y cuando sus acusadores se fueron, Jesús le preguntó: “¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (S. Juan 8:10, 11).
Así actúa Dios con nosotros hoy. Nos perdona, si se lo pedimos; pero también nos dice que no pequemos más. Y para ello nos ofrece su ayuda: nos da la resistencia moral para que actuemos como El desea para nuestro bien. Pero esto no es todo. Incluso, El mismo nos da la victoria sobre el mal. “por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57).
Un joven estudiante tenía sobre las paredes de su habitación diversas figuras obscenas. Esto ocurría en una ciudad muy distante de su casa. Y cierto día su madre fue a visitarlo. Al entrar en la pieza de su hijo y ver esas figuras, se sorprendió pero no hizo ningún comentario. Y cuando ella regresó a su casa compró un hermoso cuadro de Jesús, y se lo envió a su hijo.
Tiempo más tarde, la madre volvió a visitar al hijo. ¿Qué verían sus ojos ahora? Para grata sorpresa de ella, aquellas láminas ya no estaban en la habitación. Y en reemplazo, estaba sólo el cuadro de Jesús que ella le había enviado de obsequio. “Qué pasó con aquellas figuras?” le preguntó la madre. Y su hijo le contestó: “Cuando puse el cuadro de Cristo, comprendí que esas figuras obscenas no podían quedar allí, y en seguida las saqué”.
Eso mismo sucede en nuestra vida. Cuando tenemos a Cristo en el corazón y confiamos en El, la obscenidad o cualquier otra cosa negativa desaparece de nuestro ser. Los dos no pueden permanecer juntos. O queda el mal, y Jesús se va; o queda Jesús, y el mal desaparece.
¡Que Jesús llene y dirija siempre tu vida! Que El habite por la fe en tu corazón (Efesios 3:17).
4. SER HOMBRE. SER MUJER
Según un estudio realizado tiempo atrás en Alemania Occidental, de cada 100 mujeres entrevistadas, 25 hubieran querido ser varones; y entre los hombres, 8 de cada 100 hubieran deseado ser mujeres. Si se hiciera un estudio de esta clase en nuestras tierras, posiblemente se obtendría un resultado parecido.
Uno de los sentimientos más importantes de la felicidad es la estima propia. Es decir, aceptarse y apreciarse uno mismo (o una misma) tal como es, con sus virtudes y sus defectos, y procurar mejorar cada día. Apliquemos esto al terreno del sexo. Un estado de insatisfacción por el sexo con que se ha nacido puede originar rebelión, amargura y hasta un modo de ser antinatural: la chica adoptará maneras masculinas, mientras que el muchacho tendrá modales o actitudes de mujer.
La inversión de los roles y las funciones entre un hombre y una mujer distorsiona tanto la vida, que por fin termina por sumirla en la frustración y la desdicha. Dios dotó al hombre y a la mujer con características físicas y emocionales diferentes.
Pero no por eso un sexo es “fuerte” y el otro “débil”. Tampoco ambos sexos son “opuestos”, como si fueran antagónicos, envidiando el uno los a tributos del otro.
Los dos sexos son, en realidad, “complementarios”. Y esta admirable complementación (en la cual cada uno pone lo mejor de sí) se logra en el matrimonio, cuando el hombre y la mujer llegan a ser “una sola carne”, en un clima de armonía, amor y respecto. Así lo enseña la Palabra de Dios en Génesis 2:24; S. Mateo 19:5; Efesios 5:31 y otros pasajes bíblicos.
¿Quién podría entonces despreciar su propio sexo o el que lleva su vecino? ¿No tiene su propio mérito cada uno de ellos? Y si se respetara el sexo ajeno tanto como el propio, ningún hombre o mujer se convertiría en un objeto sexual. No hay mejor encanto en una muchacha que su propia femineidad, cultivada con dignidad y pureza.
Y no existe un muchacho mejor desarrollado que aquel que retiene las cualidades naturales de su virilidad. Un signo típico de este tiempo es el aumento de la homosexualidad, que está produciendo fracaso y desdicha en muchos hombres y mujeres.
Dale a Cristo el timón de tu vida para ser feliz, siendo la mujer o el hombre como Dios quiere que seas.
5. POR LA PUREZA DEL CORAZÓN
1. Evita las malas compañías y las malas conversaciones. “Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33).
2. Controla tus ojos. No te detengas en imágenes que enciendan la imaginación inmoral. Procura ver y leer lo que sea edificante. (2 Timoteo 2:22).
3. Guarda tu lugar. Trata a tus amigos y amigas sin provocar la tentación sensual. El autocontrol y el buen gusto en tus maneras siempre te darán buen resultado.
4. ¿Te acuerdas del rey David? No supo manejar ese momento de ocio que pasó en la terraza de su palacio. Y a partir de allí arruinó su vida. En tus momentos de ocio y descanso, orienta tus pensamientos hacia lo que es sano y constructivo, evitando lo bajo y degradante.
5. Pídele a Dios que maneje tu mente, que sea el Señor de tu vida. Busca su ayuda divina toda vez que la necesites. Alimenta tu alma con las palabras de la Sagrada Escritura. Así rogaba un muchacho cristiano:
“Señor, ya he visto cómo mi manía erótica del pasado perturbó mi vida y me hizo perder un año de estudio. Quiero mejorar. Dame control sobre mis pensamientos. Mantenme limpio en medio de la contaminación del ambiente. Perdona mis caídas pasadas”.
6. TODO TE SALDRÁ BIEN
Hemos visto que tanto el amor como el sexo son dones de Dios. Por lo tanto, son sagrados y deben utilizarse con fines nobles, dentro de un marco de pureza y dignidad. Así como a menudo el amor se confunde con caprichos, celos o sensualidad, el sexo puede confundirse con pasión erótica, placer posesivo o excitación carnal.
Pero ni el uno ni el otro funcionan sobre esa base. Ambos responden a una motivación más profunda. Y cuando se cultivan en armonía con la voluntad del Creador aseguran felicidad, paz mental y múltiples bendiciones divinas.
Tú puedes disfrutar de la vida, y TODO TE SALDRÁ BIEN...
1) Si tienes una visión correcta y cristiana del sexo y del amor.
2) Si conoces lo que dice la Sagrada Biblia acerca de este tema, y procuras vivir a la altura de ese conocimiento.
3) Si buscas la dirección divina para cultivar una conducta moralmente sana.
4) Si frente a algún retroceso o caída en tu vida pides el perdón de Dios. El Señor es “amplio en perdonar”, y siempre nos tiende su mano paternal.
"Reconocemos que podrás tener muchas preguntas acerca del tema que acabamos de tratar. Vuelve a leer el capítulo. Esto te ayudará".
Además, si deseas consultarnos por escrito, gustosamente te contestaremos.
Lo importante es que tengas una juventud sana y feliz, y que además te prepares para disfrutar de toda la vida que tienes por delante. ¿No te parece?
PARA RECORDAR
1. Dios es el Creador del sexo. Por lo tanto, es un don divino.
2. El sexo no es sucio ni vergonzoso. Forma parte de las maravillas de nuestro organismo.
3. El propósito del sexo es triple: la reproducción, la felicidad y la unidad del matrimonio.
4. Así como el fuego puede destruir o beneficiar, según cómo se lo utilice, el sexo puede igualmente perjudicar o construir la vida de un muchacho o una chica, según sean sus hábitos y su conducta.
¡Porque es Tiempo de Despertar!
Nuestro próximo tema se titula: “TIEMPO DEL AMOR”. Te va a interesar grandemente.
La voz.org
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